Cultura

Álvaro Paiva Bimbo, el venezolano que aspira a dos Óscar con Encanto (Entrevista)

Un día se fue a buscar el sueño del Norte solo con su guitarra a cuestas, hoy forma parte del equipo de cuatro músicos que trabajaron en la banda sonora de “Encanto”, la más reciente película de Disney, nominada en las categorías de banda sonora y canción original, además de mejor filme animado. Álvaro Paiva Bimbo nos cuenta su hazaña de sueños, sacrificios y éxito.

Álvaro Paiva Bimbo en Encanto. Foto
Lisandro García
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Después de una consistente carrera, trabajando como productor y orquestador de numerosos artistas y grupos, en diferentes estilos, desde Gustavo Dudamel y Luis Enrique, hasta Guaco, La Vida Bohéme, Nella, Ilan Chester y Los Amigos Invisibles, entre muchos otros, Álvaro Paiva Bimbo se fue hace cinco años a los Estados Unidos a prácticamente comenzar de cero en busca de nuevos horizontes. Hoy, su nombre suena con fuerza por su trabajo en la película de Disney «Encanto».

Llevaba un bagaje importante, conseguido a través de una trayectoria eminente en largos años de trabajo, que le proporcionaron nominaciones al Grammy y al Grammy Latino. Atrás habían quedado los gloriosos tiempos de sus giras internacionales con sus grupos Cabijazz, Kapicúa y la muy celebrada Movida Acústica Urbana (MAU), que significó un renacimiento de la música folclórica venezolana y el rock, que acercó al público joven a la rica tradición musical de su país natal.

Llegó el Encanto

Los primeros años en el país del Norte no fueron nada fáciles. Trabajó en no pocos oficios y algunos de ellos no tenían nada que ver con la música, hasta que en 2021 las cosas empiezan a enderezarse para él.

Fue cuando lo llaman, luego de una larga espera, a formar parte, junto con otros tres músicos, del equipo que la músico y compositora Germaine Franco integró para componer la banda sonora de “Encanto”. Nada menos que la más reciente producción animada de Disney, ambientada en Colombia y basada en el realismo mágico. El filme narra la saga de una familia campesina que vive en las montañas.

Este fue su pasaporte de Álvaro Paiva Bimbo a las ligas mayores de la música para cine en Hollywood.

Álvaro Paiva Bimbo
Alvaro Paiva Bimbo desarrolla varios proyectos musicales en cine, TV y conciertos. Foto Lisandro García

Noche de premios Óscar

La película “Encanto” obtuvo tres nominaciones al Óscar, que este domingo 27 de marzo se entregará en el Teatro Dolby de Los Ángeles. Y atención, además de competir en el rubro de Mejor película animada, también lo hará en los de Canción original (“Dos Oruguitas”, de Lin-Manuel Miranda) y Banda sonora. Es decir, que el equipo de cuatro músicos creadores de la partitura, al que pertenece Álvaro Paiva Bimbo, estará entre los cinco aspirantes a la estatuilla en cada uno de esos dos renglones.

Y no solamente eso. “No se habla de Bruno”, una de las canciones más difundidas de la banda sonora, llegó al primer puesto de Billboard Hot 100, la principal lista de popularidad musical en Estados Unidos. La canción encabezó además la lista de «streaming» (descargas), que mide los temas más escuchados en radio y los principales servicios de música en línea. Nada más y nada menos.

En Caracas

En una reciente visita que hizo hace pocos días a Caracas, conversamos con Álvaro Paiva Nieto para El Estímulo. Vino a visitar a su familia, hacia la cual se desprende en elogios, especialmente a su madre, para agradecerles su educación y el apoyo que siempre recibió en todas y cada una de sus facetas como músico desde que empezó sus estudios en el conservatorio.

«No son muchas las oportunidades de que una persona de Los Chaguaramos llegue a trabajar en una producción de Disney. Creo que he tenido mucha fortuna en cuanto a la gente que me ha rodeado, empezando por mis padres y a mi abuela que hablaba seis idiomas y leía muchísimo. A mí me enseñaron a leer a los tres años y mi abuela me enseñó inglés como a los seis. Siempre tuve esa bendición de estar muy bien preparado y rodeado», recuenta.

«Luego me tocaron excelentes maestros en la primaria, en el bachillerato y después en el conservatorio Pedro Nolasco Colón, en Santa Mónica, donde estudié. Gente que tenía unos salarios paupérrimos e igual venía de Guarenas, o de La Guaira, o de San Antonio de los Altos a darme clases a mí y me forjaron una formación muy sólida. Tan sólida que luego entro, en 2001, en Nueva York, becado en la Manhattan School of Music, una de las escuelas más importantes del mundo. Y todo eso se lo debo a ellos».

«Todo lo que ha pasado después pienso que es una consecuencia natural de que tuve esa suerte. Lo que he hecho es tratar de estar a la altura de lo que a mí se me dio, siempre he sentido ese compromiso. Tú sabes lo que ganan los profesores de la UCV y mi mamá solita, porque mis padres se divorciaron cuando yo nací y él tiene cinco hijas, por lo que ella sola le echó pierna para que yo saliera adelante», recalca.

-¿Cómo fue tu experiencia de inmigrante desde el momento en que llegaste a Los Ángeles hace cinco años, hasta que se te presenta la oportunidad de “Encanto”?

«Fue durísima. Llegué a Los Ángeles y ni siquiera fui el último, es que no sabía en donde estaba la cola para ponerme de último. Estaba por mi cuenta y riesgo, sin saber cómo se entraba a la industria, cuáles eran los parámetros, qué se requería. Sabía que tenía la preparación y que la música que escuchaba de las películas y las series era la que yo sabía, era mi única certeza. Naturalmente que me tocó como emigrante una experiencia muy dura, más dura de lo que calculaba».

«Trabajaba en una tienda vendiendo instrumentos, me tocó cargar escenografías, repartir comida, limpiarle los zapatos a un compositor, limpiarle la lancha a otro compositor, me tocó ofrecerme de voluntario en un estudio de medicina experimental como conejillo de indias y así miles de labores no relacionadas con la música. Y lo hice con todo el gusto y con todo el amor del mundo. Siempre tratando de hacerlo lo mejor posible. Sabía que en algún momento, si aguantaba, alguien iba a darme algún chance. Lo que necesitaba era una oportunidad y poquito a poco fueron dándose esas oportunidades».

«Vivo solo allá, mi esposa todavía vive aquí y es durísimo, sobre todo porque uno está sufriendo, pasándola mal, trabajando un montón de horas para poder sobrevivir. Pero tengo mucha fe en Dios y creo que me ha dado el aplomo para aguantar. Es en 2021 cuando las cosas empiezan a enderezarse para mí, de 2017 al 2020 la cosa fue bastante ruda».

-¿Cómo llegaste a “Encanto”, a tener ese contacto con Germaine Franco para hacer ese trabajo, con tanta competencia que hay allá?

«La competencia es feroz. En esa lucha por entrar a la industria, me di cuenta que lo que había que hacer era conocer gente y para hacerlo me inscribí en la Sociedad de Compositores y otras instituciones afines. Esas organizaciones promueven proyecciones de todas las películas con sus compositores, un poco para hacer publicidad para los premios, lo que le da a uno la posibilidad de irlos conociendo».

«En una de esas proyecciones me presentaron a Germaine y luego sucedió que hubo un amigo, un compañero de generación que también estaba intentando entrar, que empezó a trabajar con Germaine y me prometió que me contactaría con ella. Ese proceso duró años, hasta que empezaron a trabajar en el proyecto de “Encanto”, donde necesitaban a alguien más ducho en la música colombiana y latinoamericana y que supiese bastante de orquestación y también de música pop, por el tema de las canciones. Todas esas cosas son prácticamente las áreas mías de experticia».

«Fue allí cuando mi amigo le dijo a Germaine, que aún a sabiendas de que poseía una larga lista de aspirantes, que escuchara mi música, porque yo era venezolano y había hecho ese trabajo por muchos años. Él, poquito a poco y sin decirme a mí, le fue mostrando mi música a ella, que me pedía con excusas diferentes. Me pedía mi música de cine épica y yo se la mandaba; la de raíz folklórica venezolana “bien rajada” y entonces yo le mandaba Capicúa, todo con el pretexto de que audicionaría. Y así le fui mandando casi que todo mi trabajo…».

Álvaro Paiva Bimbo en la orquestación de Encanto
Ávaro Paiva Bimbo orquestando uno de los temas del filme. Foto Leandro García.

«Y un día mi amigo me llamó y me dijo: “¿Qué estás haciendo?” Yo le contesté: “Aquí, limpiándole los zapatos a William Goldstein”, un compositor famoso que ya tiene 80 años. Él me contestó: “¿Te puedes venir al estudio The Village?”. Quedé sorprendido. Se trata del estudio donde han grabado Rolling Stones, Pink Floyd, John Meyer, Lady Gaga, etcétera. Y agregó que allí me iba a entrevistar Germaine. Terminé de limpiar los zapatos (ríe), me fui para allá y ella, nacida en El Paso, Texas, y hablando un español medio “pocho”, me saludó por mi nombre. Me dijo: “Escuché toda tu música y estoy muy impresionada. Me gustaría que trabajaras con nosotros en la nueva película de Disney. Por supuesto que casi me desmayo, y desde luego que le dije que sí y comenzamos en ese mismo instante en lo que sería hoy el soundtrack de “Encanto”.

-¿Cuántos músicos integraban el equipo de Germaine Franco para “Encanto”?

«Germaine es una rareza, porque ella es una persona que tiene equipos pequeños. Normalmente en Hollywood se utilizan equipos de 15, 20 o 30 personas escribiendo. Germaine usa solo dos compositores adicionales, por lo menos en esta película es así. James Carroll y yo, mientras Ian Le Cheminant es su asistente más administrativo y luego tenemos gente que hace ingeniería de sonido, que prepara las partituras y cosas por el estilo. Pero realmente escribiendo música fuimos Germaine, James y un servidor.

-Tu actividad allí fue como “programador adicional”, ¿en qué consiste eso?

«Ese es el nombre técnico que Disney accedió a darnos, porque el estudio es muy celoso con sus créditos. Ellos dicen que es para no meterse en problemas con el sindicato. Yo debía tener crédito de compositor adicional, pero lo de “programador adicional” fue lo que ellos accedieron a darnos».

-¿Cómo era tu rutina?

«Lo que hicimos fue básicamente con respecto al score. Germaine escribió una suite de temas, donde hacía un bosquejo. Como hacía John Williams, que decía: “quiero que esta canción sea un tango, que use el tema 3 de la suite, trata de no usar los cornos, trata que sea cuerda pizzicato” y te dan escena y tú la describes sobre la música. Ese es más o menos el trabajo que le toca a uno. Y después que habíamos hecho todo el score completo, nos llegaron las canciones de Lin-Manuel Miranda. A esas canciones le hicimos todos los arreglos orquestales».

«Y, por supuesto, mientras más latina era la canción, Germaine más me las daba a mí. Y como es un score tan latinoamericano, hicimos muchos arreglos, porque en Disney piden muchas revisiones. Por ejemplo, en “No se habla de Bruno” fueron más de once arreglos diferentes. Le hacías un arreglo y decían: “No, eso no, hagan uno que sea más misterioso”. Y luego pedían: “Ahora queremos uno que sea más salsoso”. Y así hasta que llegas a lo que le gusta a todos. Se hace con gusto, pero se sufre de corazón», (ríe).

-¿Qué enseñanzas te dejó esa experiencia? ¿Cuáles son tus expectativas de cara al futuro? ¿Te dedicarás exclusivamente al trabajo de bandas sonoras para cine?

«Lo primero fue que aprendimos muchísimo, tanto de la parte musical con Germaine, que es una compositora muy experimentada, que trabajó 15 años con John Powell y en muchas películas. Es un gusto trabajar con ella porque es muy buen músico, que no siempre es el caso con los compositores. Un buen músico ejecutante, me refiero. Ella es percusionista, toca la marimba, el vibráfono con cuatro baquetas, que es muy avanzado y conoce el lenguaje académico, pero también el del jazz. Tenemos backgrounds similares, yo sigo trabajando con ella».

«Aprendí mucho de Germaine, de su manera de ver las cosas, de cómo se lidia con una situación en la cual no tienes muy buenas cartas que jugar en la negociación. Estás con dos directores blancos, estás con Disney, que es un «work» de gente blanca. Eres latina y eres mujer. Ese manejo profesional y argumentado en base al objetivo final, de verdad que yo me quito el sombrero ante el aplomo de Germaine y de su manera profesional y seria de hacerse escuchar. Aprendí mucho de eso. La velocidad del film me dejó también impactado. Creo que soy rápido, pero cuando entré ahí estimo que estaba muy por debajo del tiempo que se esperaba de mí. Eso me hizo aprender a escribir con más velocidad».

-¿Y en torno a tus expectativas?

«Veo la composición para cine como un trabajo, yo no la veo como mi obra como artista. Sigo haciendo mis discos y mis proyectos. Tengo miedo, te confieso, porque la composición para cine consume mucho tiempo, de que cada vez me quede menos tiempo para seguir componiendo. Pero tengo la ilusión de que voy a poder seguir sacando discos con Cabijazz, de poder seguir haciendo una gira con Amigos Invisibles; de hecho, Dios mediante la semana que viene estamos produciendo un tema con ellos, quiero seguir con María Teresa Chacín, quizás grabar algo que tenemos años soñando con hacer juntos. Sigo componiendo para orquestas, grupos de cámara y para solistas. Estoy muy feliz porque siempre soñé con trabajar como compositor de cine y televisión en Hollywood, y bueno, poquito a poco vamos entrando».

-¿Cuáles son tus referentes en la composición para cine?

«Pienso que Enio Morricone es el non plus ultra. Fíjate que mis referentes son más de la música clásica y también de gente como Aldemaro Romero, porque era como el artista total, como el Da Vinci de esta ápoca. Mucha gente no sabe que “Quinta Anauco” es la música de una película y es una obra maestra. Aldemaro lo mismo te hacía una suite sinfónica, que te tocaba un joropo en el piano a trío. Que te tocaba de pronto una balada en jazz, como te componía una canción con un lenguaje conversacional, pero igual de alto vuelo poético. Yo aspiro a eso, quizás porque soy venezolano».

«De los compositores que más me gustan de cine, Enio Morricone me parece que es el número uno; John Williams, por supuesto, debe ser el más completo. Y de los nuevos me gusta mucho un francés, Alexandre Desplas, que hace las películas de Wes Anderson. Y siempre me gustó Danny Elfman, pues la integración de su música con las películas de Tim Burton no tiene rival. Ni siquiera la junta Spielberg-Williams me parece que es tan poderosa como la junta de Tim Burton con Danny Elfman. Es importante cuando la música de Hollywood no suena a siempre lo mismo y eso es lo que a mí me interesa. Yo tengo una personalidad un poquito Alfa y creo que si voy a tener un futuro en esto, va a ser así».

-¿Cuáles son los principales desafíos que se le presentan a un compositor de música para cine?

«Creo que todo el mundo puede escribir música, esa es la verdad. Pero no todo el mundo puede escribir música cuando no tiene ganas. El desafío principal es levantarte un día que te sientes mal y ese día debes entregar cinco minutos de música épica, heroica, triunfal, escribirla rápido y que además algo así suene inspirado. En Hollywood todo es para ayer en la mañana. Ese es el desafío. No te sientes bien un día, te duele una muela o una rodilla y ese día tienes que escribir la música. Tienes sueño y quieres acostarte a dormir, pero no puedes. Esa noche tienes que terminarla. Ese es el desafío».

-¿Qué proyectos desarrollas actualmente en la música?

«De cine, estamos haciendo una película. No recuerdo el nombre pero es con con Nicolas Cage. Y cuatro películas más: una para Neflix, una para Sony y otras para Lionsgate. Seguimos haciendo “Little Ellen”, con Ellen de Generes, para HBO Max. Estamos haciendo un documental para ESPN sobre “Capítulo 9”, que es la ley que logró la paridad de presupuesto de género en las universidades, sobre todo en deportes y cultura. Gracias a Dios, en cuanto a cine estamos haciendo bastantes cosas».

-¿Y en otros ámbitos?»

«Hace menos de un mes salió un tema que produje para Ronald Borjas. Voy saliendo de aquí para Miami para producir un tema que escribí especialmente a petición de los Amigos Invisibles. Voy a sacar una malagueña para cello, que escribí durante la pandemia y que me la grabó un gran cellista venezolano que es concertino de la Sinfónica de Bogotá. Estoy revisando para publicar mi Concierto para piano y orquesta. Y grabo, poquito a poco y remoto, pero estamos avanzando, en el disco nuevo de Cabijazz. Creo que todo eso me va a tener ocupado este año».

-¿Cómo ves la música que se está haciendo actualmente en Venezuela?

«La gente que se quedó en Venezuela tiene mucho aplomo y hace su trabajo con mucha seriedad. Gente como mi compañero de Kapicúa, Jorge Torres, que sigue trabajando con un nivel impresionante. Hay unos muchachos de Barquisimeto, que se llaman Onda Guara, a los que hay que ponerles el ojo. Bueno, todos los grupos de rock que siguen trabajando y haciendo cosas cada vez con más identidad, que es algo que pienso le faltaba al rock venezolano, desde Caramelos de Cianuro, hasta Vargas, Los Mesoneros y Okills, cuyo disco es muy interesante, porque lo llamaron “Dimensión Caribe”, en tributo a la Dimensión Latina y Adrenalina Caribe».

«Me gusta mucho estar en contacto con todos ellos. A pesar de que ya no se pueden hacer discos, me parece que la gente está tratando de entender el tema del streaming y lo está haciendo muy bien y con cosas de mucha calidad. Eso me alegra, porque en los momentos de crisis es cuando el ser humano ha sido más creativo. Pienso en Brasil y la música popular brasilera; por supuesto, en Cuba; pienso en todos los compositores rusos: Tchaikovsky, Prokofiev, Shostakóvich, en medio del horror de Stalin. Creo que aunque la cosa esta muy dura a nivel sociopolítico y económico, estamos en un gran momento creativo en Venezuela».

-¿Cómo fue trabajar en “Encanto” en la etapa más dura de la pandemia?

«Difícil. Con máscara todo el tiempo dentro del estudio, con muchísimas restricciones para grabar a los músicos, restricciones a veces insólitas por parte del sindicato; con dificultad de comunicación para las reuniones. Por unos meses estuvimos cada uno en su casa, lo cual es muy engorroso cuando se trata de trabajar en equipo. Muchas complicaciones técnicas trajo la pandemia. Y a nivel humano también, porque uno se va sintiendo asfixiado. En lo particular, a mi mamá le dio Covid y yo, hijo único, tratando desde allá de resolver todos los asuntos. Fue una prueba, un test de fuego. Creo que todos salimos fortalecidos y crecimos».

Encanto, la película de Disney en clave de realismo mágico

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