No hay quien conozca las cifras exactas. Sin embargo, algunos estudios preliminares, nada decisivos, señalan que más de cuatro millones de venezolanos se han ido del país. Están desperdigados en el mundo. Una nueva colonia se asienta en Perú. El gobierno de Pedro Pablo Kusczynski aprobó un permiso temporal de permanencia (PTP) para todos los venezolanos que lleguen a Perú hasta el 31 de diciembre de este 2018
Perú ha sido de los pocos países de la región que ha establecido una política migratoria amigable para los venezolanos. Ante la inminencia de los registros —el éxodo es cada vez mayor—, el presidente Pedro Pablo Kucysnki promulgó el Permiso Temporal de Permanencia, un beneficio que agiliza la residencia temporal para quienes huyen de Maduro y del hambre impuesta por la revolución bolivariana
El sexo “no tiene horario ni fecha en el calendario”. “Cuando las ganas se juntan” el deseo no se controla. Una mirada basta para saciar dos cuerpos ávidos de manos, bocas, lenguas y toqueteo. No importa el lugar, solo importa lo que se quiere hacer y con quien se quiere hacer. Descubre en este relato erótico de Orina Montilla dónde y cuándo es el momento de actuar 11pm. Camila llegó al local nocturno donde se disponía a emborrachar para celebrar su graduación. Llevaba una camisa blanca ajustada y un pintoresco sombrero que decía “Licenciada”. Con un jean pegadito al cuerpo y unos tacones marrones muy altos llegó contoneando su cuerpo de lado a lado al compás de la música, una música visceral, esa que evoca movimientos pélvicos casi ancestrales, la que el cerebro réptil reconoce y relaciona con nuestro entrepierna. Jesús llevaba rato en el lugar. Él por su lado celebraba un ascenso bien merecido y se encontraba disfrutando de una noche liberadora para enfrentar el lunes siguiente las nuevas responsabilidades que le venían. De pronto la vio, miró, casi midiéndolo, el trasero de Camila y haciendo un gesto con sus manos y su boca en forma de “u” se la imaginó entre sus brazos bailando para él.
Algunos lo llaman polvo rosa, otros polvo vainilla, lo cierto es que de polvo no tiene mucho. El romanticismo, la delicadeza y las caricias suaves suelen quitarle la pasión al sexo. Sin embargo como seres de cuerpo y mente, a las mujeres siempre nos hará falta eso que cursimente llamamos “hacer el amor El sexo me encanta, tirar, sentirlo adentro, la fricción, el sudor, el choque de cuerpos. Extrañamente también me gusta un roce delicado, un camino de besos, dedos bajando por mi espalda dejándome la piel erizada. El problema es que muchos hombres no toman en cuenta este tipo de cosas al tener sexo, o al menos no logran el equilibrio entre estas dos líneas de comportamiento: la sexual y la amorosa. Algunos tiran, lo meten, lo sacan, lo meten y lo sacan otra vez; y eso me gusta, eso es exactamente lo que me gusta. Otros se enfocan en caricias y lo hacen con delicadeza para no hacer sentir como una puta a su pareja. A caso, ¿no puede haber un equilibrio entre estas dos cosas? Así, comienza mi fantasía con el hombre perfecto. Uno que sabe darme una buena nalgada y al mismo tiempo me besa la espalda danzando vertebra por vertebra. Santiago, así lo llamé, es la mezcla de dos amantes que me han marcado. Uno desenfrenado, no le importaba tratarme como una prostituta, yo era su perra, su feliz perra; el otro cariñoso, me trataba como una princesa, besaba cada parte de mí como si fuera un lugar sagrado. Una tarde llegué del trabajo cansada, me senté en la cama para quitarme los tacones. Santi me pidió que no lo hiciera, porque así me veía más sexy. Le dije que estaba exhausta y que necesitaba relajarme. Me miró y tapó mi boca con uno de sus dedos, su delicioso dedo índice. Me levantó suavemente y besándome me quitó la chaqueta despacio, bajó el cierre de mi falda y la dejó caer. Desabrochó mi camisa bruscamente y me dejó allí parada, entaconada, con un hermoso juego de ropa íntima. Retrocedió unos pasos y saboreando me miró de arriba abajo. Yo extrañamente no tenía muchas ganas de juguetear, estaba dispuesta a abrir mis piernas para dejarme penetrar y finalmente poder descansar. La tendría difícil. Reconociendo mi actitud, me rodeó dando pasos sigilosos. Ya detrás de mí posó sus manos en mis hombros y moviéndolas circularmente me masajeó bajando hasta mis senos. Pellizcó mis pezones, los jaló y recostó su miembro entre mis nalgas. Con una mano en mi cuello me reclinó dejando mi trasero a su disposición. Me tiró en la cama y comenzó a besarme dulcemente desde el talón hasta el coxis, allí abrió un poco mis piernas, introdujo un dedo dentro de mí y jaló la cola de caballo que llevaba puesta. Besó mi cuello, respiró oliéndome el pelo, metió las manos delante de mí y me manoseó. Paró, besó mis costillas una por una, haciéndome cosquillas, me volteó, tomó mi vientre y pasó la lengua desde mi pelvis hasta mi pecho. Flexionó mis piernas y las separó, sacó su pene y tocó con la punta mis labios vaginales, metió la punta, solo la puntica. Una vez húmeda me rozó con sus dedos tomando un poco de mi “vainilla” para extenderla por toda la zona. Metió de nuevo una parte de su miembro y haciendo círculos empujaba una y otra vez mi clítoris haciéndome derramar más jugo. Retorciéndome en la cama, con los tacones aún puestos tomé fuerzas para pararme e invertir posiciones. Tomé su miembro erecto y lo metí entre mis senos, los masturbé, a lo rusa, mientras sacaba mi lengua para tocar la sabrosa punta de su pene cada vez que subía y bajaba. Así lo hice acabar, me llenó los pechos, la boca y parte de la mejilla de semen. Me paré aún sedienta, desnuda y en tacones me solté la cola que llevaba amarrada, él enseguida se acercó a mí, metió sus dedos entre mi pelo masajeando la parte de atrás de mi cabeza y besando mis ojos y mi frente tiernamente. Me cargó y me montó sobre él, pasó lentamente sus dedos por mi espalda erizándome toda. Besó mi boca por partes como indicando los puntos cardinales. Llegó a mis nalgas y me dio con la palma un azote preciso y me apretó. Comenzó a moverse dentro de mí mientras su lengua rodeaba mis pezones. Yo arqueada no hacía más que gemir y dejarme llevar por la terapia de relajación que Santi me estaba dando. Tomándome por las caderas me alzó cinco veces seguidas. Una, con el cuerpo hacia atrás sentí su pene muy dentro de mí. Dos, la capuchita que lo recubre se bajó casi en cámara lenta creando rozándome toda. Tres, sus bolitas tocando mis nalgas rebotaron dándome rico. Cuatro, pegada a su cuerpo y con los tacones guindando se me escapó un grito de placer y cinco… metió sus manos por detrás de mis muslos y me abrió desde allí dejándolo entrar un poco más… eso bastó para abrirme un chorro de placer. Mis fluidos se unieron con los suyos y nuestros gemidos no paraban. Los tacones cayeron al suelo y caímos acostados en la cama. Cansada pero liviana posé la cabeza en la almohada y caí rendida de sueño, relajada y feliz por tener al hombre perfecto en la cama, uno que me azota y me besa a la vez. Por esto un polvo cariñoso, sea rosa o de vainilla muchas veces viene bien.
Descubrir la seducción a la orilla del mar y bajo los rayos de la luna no es nada difícil, lo que sí le resultará un poco cuesta arriba a Pablo, en este relato, será satisfacer el volcán en erupción en el que se ha convertido su temeraria pareja
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Este grupo de arquitectos se fijó como meta, nada en lontananza, más bien cerquita, hacer de su marca, Sin Corriente, una referencia en el diseño criollo. Y ya se ven los resultados en sus muebles de colección
Soho Pizzas abrió una nueva sucursal en Altamira. Según Ziegler y Soto, socios del local, la demanda de sus comensales hizo que se establecieran en uno de los puntos gastronómicos estratégicos de Caracas. Minimalista y contemporáneo, así es este local. La moda, el diseño y la gastronomía se unen para deleitar por completo los cinco sentidos. Excelente atmósfera y buen comer se conjugan en perfecta sinergia