Degustación

Amapola y su trabuco criollo

El restaurante Amapola tiene cinco años ofreciendo cocina venezolana de nivel y con sabor a casa. Empezó con Irina Pedroso, al tiempo se sumó Mercedes Oropeza y aunque ya trabajaba con la dupla, es oficial que Daniel Saldivia es el tercer integrante de este “trabuquito criollo”

restaurante amapola, daniel saldivia
Fotos: Hector Trejo & Ligia Velásquez
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Saldivia tiene 28 años pero desde los 17 dice que “se está quemando las manos”, estudió en el Inces y en la Uney, tiene una larga carrera junto a los grandes de la cocina venezolana como Humberto Arrieti, Francisco Abenante, trabaja con Mercedes desde hace seis años en su catering y hace dos empezó a colaborar con este restaurante.

Por eso, él mismo acepta que desde hace mucho tiempo no ha tenido un día libre, cosa que no le preocupa porque disfruta lo que hace.

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Esta joven promesa elogia a su madre como cocinera “Mi mamá cocina buenísimo. Su carne mechada es insuperable, el pan de cambur es increíble”. Además, ha aprendido en otras áreas a cocinar italiano, thai y árabe pero confiesa que no se quiere separar de la cocina venezolana y por ello, se siente a gusto donde está.

Como la idea del grupo es sumar ideas y esfuerzos, si bien se guían por el libro de Don Armando Scannone, han incorporado nuevas recetas en las que el producto venezolano sigue dictando pauta, sobre todo el ají dulce, pero se adapta a los nuevos tiempos y a la realidad del país.

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El thermomix humano, como lo llama Irina, se dedica en el centro de producción que llaman Taller, a que las cocciones, los cortes y la mise –en- place se cumplan en los tiempos correctos para que los sabores sean lo más intensos posible.

Con respecto a los postres, se confiesa un gran glotón y una vez más Irina confirma: “Daniel es el papá de los helados en la heladería principal”.

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El rescate de los sabores tradicionales a través de este postre se ha vuelto un éxito y los comensales comen en este formato, melcocha, tomate de árbol, tres leches, etc. De hecho, las nuevas generaciones se están empezando a familiarizar con dulces que ya no conocían.
El respeto del ingrediente siempre se mantiene. La melcocha, por ejemplo, viene de Quibor, Barquisimeto, es totalmente artesanal y eso se siente en el resultado final. De hecho, ese sabor se ha vuelto parte de la identidad de la heladería.
Dentro de las novedades, el trío comparte que hay sábados temáticos donde trabajan con un producto en particular o una comida que podría salirse de lo tradicional.

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También cuentan con Amapola Express, que es la posibilidad de poder comprar comida para llevar con platos insignia del restaurante como: mini albóndigas, polvorosa de pollo, escabeche de carite, buns, paté de hígado de pollo, croquetas de asado, asado negro.

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