De exportación

Así endulza la pastelería Danubio a Madrid

Evelia, que es la Danubio de Madrid, se ha convertido en lugar de encuentro y mixturas entre venezolanos en esa ciudad.

Texto y fotos: Patrizia Aymerich / Madrid
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Un grupo de jóvenes con acento tropical ríe en el interior de un local que hace esquina en Cuatro Caminos, Madrid. Parece el lugar de encuentro de toda una vida, aunque la pastelería tiene apenas siete meses de inaugurada. La impronta de la Danubio caraqueña los arropa en este rincón de la calle Santa Engracia, donde se erige Evelia.

El lugar lleva el nombre de la señora Evelia, de San Cristóbal, esposa de Pal Kerese, un húngaro que abrió las puertas de este sueño en 1970 para convertirla en una de las más famosas pastelerías en Venezuela. Ahora, la tercera generación de Kerese, sus nietos Pal y Eduardo, dan la bienvenida a Evelia que ya se ha convertido en lugar de culto entre los coterráneos.

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De entrada, es clave ver expuestos los tradicionales cachitos de hojaldre, de jamón o queso, o mixto, golfeados con o sin queso, palmeritas, y dulces variados que van desde el mousse de parchita hasta el profiterol. Es como ver la vidriera de cualquiera de las sedes de la Danubio en Caracas.

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Pronto llega un español que sonriendo pide un pan canilla y pregunta qué dulce le recomiendan. “Es la primera vez que entro, pero siempre veo que hay mucha gente”, dice admirado. Un grupo de tres señoras venezolanas piden café y dulces para pasar la tarde. “Siempre venimos”, indican.

Así, Evelia presenta una propuesta de sabores mixta, entre lo europeo y lo caraqueño, que destaca sobre las tradicionales panaderías españolas y ofrece al comensal algo diferente para los españoles, y un poco de hogar para los venezolanos.

“Sí vienen muchos venezolanos, sobre todo al principio, cuando abrimos, se hacían colas porque querían probar si era igual a la Danubio venezolana. Ahora se ha normalizado un poco más y tenemos una clientela española que viene especialmente en el desayuno, no solo a comer tostadas sino que se atreven a probar nuestros productos”, dice Eduardo, el menor de los dos hermanos, en entrevista para Bienmesabe.

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Españoles pidiendo las típicas tostadas o pan con tomate (“pan amb tomaquet”) o con mantequilla y mermelada, pero también probando los cachitos o las tartaletas. “Vienen recomendados especialmente”, comenta, y afirma que se han tenido que adaptar:

“No podemos pretender solo imponer lo nuestro sino adaptarnos a la cultura española, porque además estamos en un área residencial, por eso tenemos clientes que viven por acá y otros de paso”.

Otro señor con marcado acento madrileño bigote se acerca y pregunta: “¿Esto es para un reportaje? Es que esta pastelería es famosa, yo es primera vez que entro pero ya me habían hablado de ella”.

A este ambiente se suma la señora que llega a buscar una torta de profiterol o la selva negra para llevar, tal y como lo hacía en Caracas. Son las más vendidas. También la bollería y los dulces. Mientras que los churros y las porras, tan tradicionales en el invierno español, no tienen lugar aquí, los Kerese han dado prioridad a la producción propia y han tratado de innovar e incorporar otras preparaciones ya conocidas por los venezolanos. Es el caso de los tequeños, el sándwich de pernil o el pasticho, que hay que pedir como una “lasaña con carne”.

“No tenemos todo lo que nos piden porque Evelia es una versión más pequeña, aún no tenemos la capacidad de producción que tienen las Danubio en Caracas”, señala Eduardo.

Aunque al día pueden llegar a hacer unos 170 cachitos, gracias al maestro pastelero Víctor, quien ha trabajado con los Kerese durante 30 años. Además de él, hay dos personas de producción que van y vienen en distintas ocasiones en la ruta Caracas-Madrid-Caracas, y Andrés, primo de los Kerese. “No solo nos trajimos el nombre sino la Danubio, el producto, han sido un gran apoyo y si crece uno crecemos todos”, se alegra Eduardo.

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El sabor venezolano es líder. Así, el cachito de jamón es lo que más piden, a veces llegan venezolanos pidiendo 40 cachitos en una sola compra para llevar. Otra buena decisión de Evelia ha sido ofrecer un buen café. “Te diferencia muchísimo de los locales cercanos, y la gente del barrio lo agradece”, señala Eduardo.

También hay cerveza en el lugar, en el que también atienden la esposa de Pal, su primo y el hermano del mejor amigo. Están en familia.

“Este es otro tipo de economía, no es más fácil ni más difícil pero diferente, otro tipo de reto, los inconvenientes son diferentes a los de Caracas”, explica Eduardo quien desde hace tiempo se ha unido al negocio familiar, ayudando. Sin embargo, en la Danubio en Caracas el problema más engorroso a superar ha sido, desde hace unos años, conseguir la materia prima. “En Madrid lo difícil es conseguir proveedores más baratos sin perder la calidad, como sacrificar ganancia por mantener calidad de producto, en Venezuela estamos trabajando con lo que se consiga”.

Esa pasión por el producto y por mantener la tradición y la producción propia, los destaca. “La diferencia que te vas a encontrar en Evelia es que hacemos los productos aquí, con nuestros productos propios, no son congelados como muchos aquí, a veces vas a varias panaderías y te puedes encontrar la misma napolitana o pastelito, aquí no, los hacemos nosotros, como siempre”, aclara Eduardo.

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“Para mí la Danubio es mi vida, es lo que he hecho toda mi vida y mi familia, no me apasiona la pastelería, hoy sé que me apasiona la Danubio en específico, es lo nuestro, y ahora por supuesto, Evelia”, dice.

“Lo más sorprendente ha sido el reconocimiento tanto de los venezolanos que siempre tienen un recuerdo de su relación con la Danubio en Caracas, o que de repente conocen a mi papá, pero también los españoles que nos comparten sus anécdotas que los vinculan con Venezuela, porque siempre tienen un tío venezolano o un amigo, esto nos llena de orgullo”.

Eduardo y Pal cuidan y afinan cada detalle detrás y frente al mostrador porque quieren romper con el mito de que con la tercera generación cierran los negocios.

Siete meses de encanto y sabor dan fe de este esfuerzo de una familia que ha convertido su empresa en un sello internacional, y hasta en un estilo de vida. No falta quien avala esto pasando cada tarde en el local para sumirse en un pastelito y un café, y vuelve sabiendo que lo que encontrará en Evelia, sabe a hogar.

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En la capital venezolana se mantienen seis sedes de la pastelería: la Danubio de la calle Guaicaipuro de Chacao, la de Santa Rosa de Lima (inaugurada en 1989), la del Multicentro Empresarial del Este, en Chacao (creada en 1994), La Trinidad (2004), Macaracuay (2008) y Las Cúpulas (2012).

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