Vida sana

Conoce los beneficios del Coaching en Psicología de la Alimentación

Como dice el refrán, siempre hay una luz al final del túnel y el Coaching en la Psicología de la Alimentación ofrece una nueva fuente de luz, innovadora y revolucionaria, para el túnel que muchos recorren llamado “Insatisfacción en cómo me veo y cómo me siento”

COACHING, PSICOLOGÍA DE LA ALIMENTACIÓN
Texto: Stefanie Schoffel
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Este coaching consiste en la fusión entre la psicología y la nutrición donde se incluyen todas las dimensiones de nuestro ser: cuerpo, mente, corazón y alma, las cuales al tratarlas en conjunto, se logran trasformaciones reales y positivas.

El asunto es el siguiente: por un lado está la medicina con avances tecnológicos y científicos asombrosos, se cuenta con la ciencia y el estudio de la nutrición que ha logrado hallazgos y progresos sorprendentes. Por otra parte se puede disfrutar de la psicología que nos ha ayudado a conocer un poco más sobre el misterioso mundo de la mente y las emociones.

No olvidemos que hoy en día existe una sociedad más enferma que nunca, con asuntos críticos de salud, enfermedades de todo tipo, con problemas de sobrepeso que están afectando el bienestar de las personas. Peor aún, la mayoría de todas estas enfermedades que acosan ahora a la humanidad, son enfermedades que provienen por una inadecuada alimentación. Es decir, hay algo que le falta a la ecuación de “Comida – Cuerpo – Salud”.

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Evidentemente estamos haciendo algo mal. Hay un área, un elemento que no estamos tomando en cuenta, porque si no, no estaríamos tan mal. Así de sencillo. Esta pieza fundamental que le falta a la ecuación es el “quién somos a la hora de comer”. El área de trabajo ya no es qué dieta cumplir, sino “qué sucede en la mente de la persona a la hora de comer”. Hay una conexión que ya no podemos dejar por desapercibido. Es la conexión entre Nutrición y Mente/Cuerpo.

Cómo pensamos, en qué pensamos, dónde ponemos nuestra atención, si hay rabia o rencor dentro de nosotros, cómo nos sentimos con nosotros mismos, cómo vemos el mundo, el nivel de estrés que hay en nuestro cuerpo o qué tan relajados estamos, son algunos de los factores que en realidad determinan nuestra salud y por ende nuestro peso.

Nosotros no somos un cuerpo físico con rasgos espirituales. Somos seres espirituales que habitamos en un cuerpo físico y si no tomamos en cuenta el alma, nuestro corazón, nuestros pensamientos y nuestras emociones, nos perdemos de la oportunidad más hermosa para la verdadera transformación.

Sí, la calidad de la alimentación es importante. Pero eso es solo el 50% de la fórmula. El otro 50% es quiénes somos a la hora de comer. Le tomó a la ciencia de unos 25 a 30 años en reconocer y aceptar que la conexión mente/cuerpo existe y la es una ciencia también. Lo que sucede en nuestra mente influencia directamente nuestro cuerpo, sea para bien o para mal. El hecho es que, actualmente se presencia e incluso se siente un gran sufrimiento entorno a la comida y el cuerpo. La realidad es que no estamos contentos con cómo nos vemos y no nos sentimos a gusto. Sin embargo, en la psicología de la alimentación podemos encontrar un nuevo instrumento de paz para acabar con la guerra que tenemos con nosotros mismos entorno a la comida.

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El coaching desarrollado por el Instituto para La Psicología de la Alimentación, se dedica a tratar eficientemente problemas de peso, comer en exceso (“Overeating”) episodios de atracones descontrolados (“Binge Eating”), Imagen Corporal, Desórdenes Alimenticios, y otros asuntos relacionados a la Nutrición, como Fatiga y Digestión.

Hasta ahora nos han dicho qué debemos comer. Come esto, come aquello, no lo mezcles con esto, altérnalo con esto, pasamos años haciendo dieta y a veces logramos bajar algunos «kilitos», pero casi siempre, tarde o temprano, el sobrepeso regresa. Al ver que fracasamos una y otra vez, nos sentimos frustrados y enojados con nosotros mismos y finalmente concluimos que tenemos un problema de voluntad, que estamos “rotos”, y nos dejamos consumir por pensamientos de “no soy capaz”, “me odio”, “nadie me amará”, “no sirvo”.

También pasa el tiempo, la desdicha se hace un común denominador del día y la vida se torna un lugar inhóspito. Luego, de repente, sale una dieta nueva, con nombre nuevo, con estrategias diferentes y promesas increíbles, y de repente, se despierta en nosotros una nueva fuerza. Uno se entusiasma, recobra aliento y motivación, empieza con esa nueva alternativa, baja unos kilitos, pero de repente, sin saber por qué, no se logra continuar, se genera angustia, estrés, aquella fuerza desaparece, y peor aún, uno va derechito a comer, posiblemente sin control y muy probablemente directo a lo que no se consumió durante la dieta: azúcar y harinas. ¿!Si o no?! Y así, el ciclo continúa y nosotros preguntándonos con desespero “¿Por qué?” “¿Por qué a mí?

No es tu culpa

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En primer lugar: No es tu culpa. El 65% de la civilización occidental padece de sobrepeso. Esto ya no es algo personal es un asunto colectivo. El problema de sobrepeso es algo colectivo, un mal de la humanidad. Lo que pasa es que se encuentra personificado en ti, pero no te pertenece. El colectivo, la masa, la mayoría, como lo quieras llamar, está enferma y triste. Y la manera de manifestar esa inconformidad, es acumulando peso en exceso.

Vivimos una humanidad que se encuentra bastante insatisfecha. No nos sentimos a gusto con quienes somos, estamos con quien no queremos estar, comemos lo que no queremos comer, trabajamos en algo que no nos apasiona, nos sentimos reprimidos, nos hemos olivado de aquellas cosas que nos da placer, la sexualidad la tenemos guardada y escondida, pensamos que algo “afuera” nos dará felicidad y cuando tenemos ese “algo”, esa felicidad, si es que llega, desaparece rápido. Es decir, nuestra sociedad no está viviendo como en realidad quisiera.

Los principales hechos son los siguientes: entre 98 y 99% de las personas que hacen dieta para bajar de peso, que logran bajar de peso, recuperan el peso perdido en menos de un año. El 95% de las mujeres están insatisfechas con su cuerpo y su peso, lo que significa que 9 de 10 mujeres tiene una relación con la comida y con ellas mismas basado en odio.

¡Esto es como un holocausto silencioso que está afectando al mundo entero!

anorexia, bulimia

El 80% de las mujeres dice estar a dieta. No sé ustedes, pero a mí me suena que hay un intenso conflicto, porque estamos a dieta, pero no bajamos de peso, y peor aún no nos sentimos a gusto bajo nuestra piel. Otro alarmante hecho es que 4 de cada 10 niñas entre 5 y 7 años de edad dicen que están a dieta. ¿De dónde sacan esto? De los medios de comunicación y del 80% de mujeres que dicen estar a dieta. Es decir, a esta edad ya están desarrollando una distorsionada y disfuncional relación con la comida. Simplemente catastrófico.

Luego tenemos que entre 75 y 90% de todas las enfermedades pueden ser prevenidas y dramáticamente mejoradas o incluso erradicadas con simplemente una buena nutrición. La conexión alimentación-salud es claramente imperante. De tal manera, esto nos dice una sola cosa: las dietas no funcionan. O lo que es lo mismo, pensar que teniendo x cantidad de kilos menos, brindará una perfecta felicidad, no es muy cierto que se diga.

El asunto no es el sobrepeso en sí

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Sucede que cargamos con un sufrimiento de alma, de espíritu y de corazón que no sabemos cómo manejar. ¡Requerimos con carácter de urgencia un cambio de dirección! Y es hora de que este rumbo incluya términos como amor, conciencia, sabiduría interna, leyes naturales y universales en la que aprendamos a cómo liberarnos de aquello que nos mantiene reprimidos y enjaulados y encontrar amor para reconectarnos con nuestro cuerpo y nuestro ser.

En este sentido, el coaching ofrece recomendaciones sencillas sobre qué comer, pero también dirige la atención en recuperar el amor propio, que es en realidad la vitamina más importante: la vitamina AP: Amor Propio, porque está comprobado que sentir amor propio hace que algo suceda en nuestro cuerpo que todo fluya de manera armoniosa y saludable.

Así mismo, nos enfocamos en sanar la relación que tenemos con la comida. Debemos entender algo: somos seres que necesitamos comer. Al nacer, nuestra primera relación con el mundo externo fue a través de la comida (la leche materna de la madre) y tenemos encriptado en nuestro cerebro que comer nos da vida, placer y lo más importante, nos da amor, como el amor que recibimos cuando nos daban de comer con la lecha materna.

Es decir, nuestra relación con la comida debería ser naturalmente amorosa y placentera. ¡¿Qué nos pasó que ahora es todo lo contrario?! Porque hay algo que debemos entender: el tipo de relación que tengamos con la comida, es el mismo tipo de relación que tenemos con la vida misma. Si tenemos una relación “amor/odio” con la comida por ejemplo, muy probablemente tengamos una vida donde sentimos ese mismo conflicto. O si por ejemplo, odiamos comer, porque pensamos que comer engorda, entonces muy probablemente tengamos una vida donde resuene odio, rabia, rencor y dolor. Dicho de otra forma, este tipo de terapia se concentra en usar la relación que tenemos con la comida como vehículo para crecer y que logren convertirse en lo que realmente uno quiere ser, honrando y cumpliendo con sus más elevados deseos de su corazón. Si nos concentramos en estos aspectos nos damos cuenta que los asuntos/problemas que conciernen comer/comida/imagen corporal/retos alimenticios, son en realidad una oportunidad de progresar, de evolucionar, de sanar, de transformación y de aprender lecciones universales de amor.

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Cuando el cliente entiende esto, su mente y su universo se abren y es en ese momento cuando sucede la verdadera sanación. No hay píldora que nos sane o nos cure. No hay nada afuera que nos haga recuperar la felicidad y la tranquilidad. La verdadera sanación viene y se origina de adentro.

Sí, una sana alimentación puede aliviar o eliminar enfermedades, pero si nos concentramos en este nivel más elevado, tendremos también transformaciones más elevadas. ¿No es hermoso? La verdadera sanación sucede cuando decidimos ir más lento o no estar permanentemente apurados. Cuando decidimos soltar, perdonar, aceptar, accedemos a una especie de fuente inteligente superior, ¿misteriosa? sí, pero accesible por todos y cada uno de nosotros. El coach no es quien hace la sanación. Simplemente ayuda a crear las condiciones para que el cliente acceda a esa sabiduría interna y logre sanar lo que haya que sanar.

El coaching maneja dos pilares fundamentales: Nutrición Mente/Cuerpo y Psicología Dinámica de la Alimentación.

La Nutrición Mente/Cuerpo es el término que afirma la innegable realidad científica que la mente y las emociones ejercen una poderosa influencia sobre el metabolismo nutricional y la psiquis de la persona. Una buena nutrición es sólo la mitad de la historia. La otra mitad es quienes somos cuando comemos, es decir, nuestros sentimientos, nuestra historia, la historia que nos contamos a nosotros mismos, nuestra nutrición interna personal. Curiosamente, nuestra civilización no está al tanto de esto. Pero casi todas las civilizaciones antiguas siempre lo han sabido. Como lo expresa un dicho hindú: “El cuerpo es la mente materializada y la mente es el cuerpo “aerificado”. Nuestro estado mental es el que determina cómo va a ser nuestra digestión, qué tan rápido será nuestro metabolismo y qué tan bien vamos a asimilar los nutrientes.

Las Dimensiones de la Psicología Dinámica son aquellas relaciones que tenemos con el mundo externo: trabajo, dinero, sexualidad, ambiente, creencias, entre otros.

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En esta trabajo, términos como calorías, pierden significado, porque el cambio o la pérdida de peso, no proviene de la cantidad de calorías, sino en quién nos convertimos a la hora de comer. Nosotros podemos acelerar el metabolismo, repotenciar nuestra capacidad de quema de calorías, re-establecer niveles óptimos hormonales, eliminar el estrés constante, mejorar nuestra capacidad de recuperación y regeneración celular, corregir cualquier desbalance de cualquier tipo y mejorar nuestra habilidad de asimilar los nutrientes, si aprendemos a respirar mejor por ejemplo. O si aprendemos a relajarnos. Otra poderosa herramienta es aprender a ir más despacio (dejar el apuro), a comer más lento y recibir placer al comer. O permitirse más “sentir” en vez de “pensar”. Estar presente. Sentirse merecedor del placer. Aprender a escuchar nuestro maestro interno que todos tenemos. A dejar ir. A perdonar. A amar y agradecer, son éstos en realidad los recursos más poderosos para bajar de peso, corregir la digestión, eliminar la acidez y el estreñimiento, recuperar la energía y lograr ser lo que realmente anhelamos.

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Los venezolanos estamos definitivamente transitando por momentos increíblemente difíciles, que nos afecta de una o muchas maneras. Por un lado el tema de disponibilidad de alimentos es un asunto aparentemente grave. Pero también podemos aprovechar y verlo como una oportunidad. En realidad, la mayoría de los alimentos que no hay, (harinas, leche, azúcar,) tampoco ofrecen la mejor nutrición que digamos. En cambio hay más fácil acceso a las frutas, vegetales y carbohidratos complejos como la papa, la batata, el plátano, la yuca.

Estresarnos porque no hay lo que queremos, no va a cambiar la situación. Lo que nos queda es adaptarnos y verlo como una prueba. Por otro lado, creo en que el caos “afuera”, no viene ni de la política, ni de la economía. Viene de un caos “interno” que aún no hemos podido resolver. Allá “afuera” es un simple reflejo de lo que hay acá “adentro”.

Las situaciones difíciles, sí son difíciles, pero también nos hacen más fuertes. Y si usamos esto como impulso, como fuerza, como estímulo para resolver los verdaderos asuntos que tenemos por resolver, volvernos más empoderados, para aprender, para convertirnos en guerreros de vida, podemos los venezolanos convertirnos en los verdaderos agentes de cambio, que son necesarios y que el mundo entero necesita.

¡Eres tú! ¡Soy yo! ¡Somos nosotros!

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