Restauración

El Cine Restaurant, más que un peliculón

degustación, el cine
Fotos: Anabella Padula
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Coco Chanel decía: “Cuando la iluminación es sutil e indirecta, uno se ve irresistible”. Siempre que voy a El Cine Restaurant lo hago de noche. La puesta en escena teatral, barroca y rocambolesca de este restaurante se aprecia mejor cuando oscurece. Adoro los juegos de sombras, penumbras y haces de luz en los distintos ambientes que le dan carácter al local

La clientela parece sacada de un casting de los estudios Universal o Metro Goldwyn Mayer. En la medida en que la noche se adentra, el “encendido” de los tragos hace que todos nos veamos aún más bellos. Placer y evasión es la consigna. Aquí se viene a pasarla bien.

Los días jueves, viernes y sábado a la hora de cenar hay un ambientazo alegre y festivo. El DJ Claudio Emperatrice esparce la magia con su música electrónica a decibeles de gente civilizada, permitiendo hablar sin tener que gritarle en la oreja a quien se tiene al lado.

La ocasión amerita “producción”. Léase peluquería, maquillaje manicure, mechitas, tatuado de cejas, alisado japonés, bótox y afines. La audiencia sabe distinguir entre una cartera falsa y una Louis Vuitton genuina, entre unos zapatos Louboutin y Manolo Blahnik, un relojito X de un Audemars Piguet.

Hay gente divina, cosmopolita y rostros conocidos, así como pintorescos personajes ataviados con cinturón, lentes y camisas con logos gigantescos, exceso de perfume con voces altisonantes. Aunque no haya un carteloncito que indique el código de vestir, en la puerta filtran a los que se presentan en bermudas, chancletas o gorras.

Mi sitio favorito antes de sentarme en la mesa es la barra ubicada justo en la entrada. Aunque me apasiona el vino, opto por pedir lo que me ofrece el encargado del bar, Winston Acevedo, de 35 años y de ascendencia hatillana. Él me cuenta que la especialidad es la coctelería artesanal y me dejo guiar.

Acevedo representa una nueva generación de mixólogos: especie de alquimista que aprovecha todas las posibilidades de las hojas frescas, infusiones y especias con un toque espirituoso. Me contó que los jugos se hacen en casa con frutas frescas, incluido el jarabe de goma. Para hacer las mezclas, según el tipo de trago, utilizan hojas de albahaca, malojillo, menta y yerbabuena.

Entre los tragos de la casa, gozan de mucha demanda el martini de lichi (para algo dulce); Moloko, que es una mezcla de inspiración thai picante, dulce y agrio que lleva malojillo, ginebra y limón; Pauline, con espumante brut, ginebra, jarabe de goma y limón; El Cine, que es un martini de patilla y tequila con otros secreticos además de una crista de sal, dulce y picante, o la michelada de mango con tequila, cerveza, limón y sirope de jalapeños.

Actualmente elabora un licor de flores de saúco y vodka que se infusiona con pepino o pera. El garnish –para decorar– suele ser de frutas deshidratadas in situ. Como mi resistencia etílica sucumbe ante tan exóticas bebidas, delego mi supervivencia al conductor asignado de turno.

El Cine es un restaurante con set de película. No existe una oferta gastronómica ni un decorado similar en Caracas. Para no caer en simplificaciones, el extenso menú de la cocina es fusión de inspiración panasiática, toque francés y tex-mex.
Desde que abrió hace un par de años se dio a conocer más rápido que un tuit de Nelson Bocaranda. Para asegurar mesa, recomiendo reservar el día anterior. Si prefiere un ambiente sin tumulto, pida la mesa en el comedor, desde donde podrá apreciar la cocina abierta. Si prefiere acción, en el lounge del piso superior es la cosa.

Platos de entrada como tales no existen. Las porciones no son grandes ni son pequeñas. Es una comida para “compartir”. Algunos platos estrella son los dátiles rellenos con queso manchego y los dumplings de sopa de cebolla rebozados de gruyer. Advierto que son un reto para engullir de un solo bocado. Hay personas que prefieren picarlos pero pierden forma y gracia.

Entre mis favoritos figuran los crudos y sashimis. El de salmón con pera asiática y aceite de trufa es una sinfonía que arrebata. Hay tartares y ceviches, variedad de ensaladas y carpaccios que se salen de lo convencional, tacos y 29 platos calientes más side dishes (acompañantes). Un sinfín de temakis y uno que otro nigiri. Una pareja promedio consume seis platos variados. Los grupos un promedio de diez a doce platos. Cuando pida la cuenta, ni la mire…

El Cine: calle Comercio, frente a la Plaza Sucre, El Hatillo, Caracas.
Reservaciones: 0424-213.0102.
Valet parking.

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