Curiosidades

El curioso arte de fabricar objetos con champiñones

Nada como calzarse unas mullidas pantuflas de lana después de una larga jornada, dirían muchos. Un diseñador italiano las prefiere de champiñón, un hongo con el que fabrica objetos cotidianos sorprendentes

champiñones
Texto Sophie MIGNON| Foto: http://www.corpuscoli.com/
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Las pantuflas fúngicas de Maurizio Montalti son de color castaño con suelas blancas elásticas y están expuestas en el museo Micropia de Amsterdam.

Ávido por encontrar nuevos materiales de confección, este diseñador de 36 años recoge «los champiñones que uno puede encontrarse paseando por el bosque (…), que crecen en los árboles». Los somete a un tratamiento y los moldea hasta transformarlos en un material tan flexible como el cuero.

Y no descarta que un día esta una sustancia vegetal sustituya al plástico -a base de combustible fósil difícilmente reciclable-. Y hasta a la madera, el caucho o el papel.

«Empecé a trabajar con materia fúngica como diseñador hace unos años», explica Maurizio Montalti, que expone en el museo una silla, una lámpara y un libro fabricados con champiñones.

«Sobre todo quería ver qué beneficios se podrían obtener de las especies que suelen ignorarse, como los organismos fúngicos».

El principal material es el micelio -el talo subterráneo- y en concreto los filamentos del pleuroto en forma de ostra (también llamado champiñón ostra o gírgola), una variedad blanca.

«El micelio es una sustancia muy interesante», explica Ilja Dekker, una técnica de laboratorio de Micropia. «Se puede usar para construir todo tipo de cosas, como vasos, objetos que podemos tener en el interior de nuestras casas, y también para construir nuestras casas, como material de construcción».

Fruto de la colaboración entre la universidad holandesa de Utrecht y Maurizio Montalti nació «el diseño que crece» (growing design) de tendencia agrícola, en el que los objetos no se esculpen ni se tallan, sino que crecen por sí mismos, como las plantas.

El champiñón se alimenta de desechos orgánicos, de lino, de paja y de cáñamo que va descomponiendo con sus largos y finos tentáculos fúngicos. Lo hace dentro de un molde de madera, de plástico, de arcilla o de yeso con unas condiciones específicas de limpieza, temperatura y humedad.

«Así se crea una red interconectada de hilos que funciona como un pegamento superfuerte», explica el diseñador. «Un pegamento natural que une las distintas partículas de los sustratos orgánicos».

Si los factores medioambientales son favorables, esta tela vegetal se extiende sin parar, cubriendo todo a su paso. Para que el champiñón deje de crecer se sube la temperatura.

– Una silla en 20 días –
«Una temperatura de unos 70 grados permite desactivar el cultivo del champiñón», detalla Montalti. «Resulta de ello un material completamente inerte, pero que sigue siendo natural y biodegradable».

Como unos vasos de color arena que han crecido en diez días, la mitad del tiempo que tardó en formarse una silla granulosa.

Unos objetos únicos y diferentes según el tipo de desecho orgánico, la especie de champiñón o las condiciones. Dependiendo de todo ello serán rígidos o elásticos, porosos, quebradizos o resistentes al calor, precisa la universidad de Utrecht.

El objetivo es «producir cultivando, y no explotando los recursos agotables como ahora» -afirma Maurizio Montalti- porque «hay que cambiar» nuestra forma de consumir y velar por la responsabilidad ecológica.

En Amsterdam, su taller de «diseño trandisciplinario» busca un textil orgánico tan flexible y resistente como la tela.

También desarrolla prototipos para sustituir el caucho y el cuero para grandes firmas de zapatos interesadas en el respeto del medio ambiente y de los animales.

Algas, células bacterianas, fúngicas o de mamíferos son algunas sustancias poco utilizadas por la industria y que podrían servir de alternativa.

«En los próximos diez o veinte años, estos materiales modificarán considerablemente nuestro modo de vida», desde la decoración hasta la industria automovilística, comenta el diseñador italiano con una sonrisa.

Una vida donde los objetos orgánicos crecen como champiñones.

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