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El pasticho

Un nombre único para un plato del que abundan las versiones en las más diversas geografías. Y un aluvión de ingredientes que le confieren el gusto típico del venezolano, que le va poniendo o quitando según la región donde lo consume (y el grado de carácter aventurero que se ostente). El pasticho es, sin duda, la primera comida que viene a la mente de quien tiene que cocinar y refrigerar para comer muchas veces

Foto: Diana Baldera
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El pasticho venezolano es llamado “lasaña” en Garfield y en todas las demás comiquitas y cocinas del mundo. Sólo acá se conoce así al plato italiano que debe su nombre a una pasta plana en forma de lámina delgada y rectangular, que se llama lasagna (lasaña) y que, por extensión, le confiere su nombre al pastel horneado.
Pasticcio, en Italia, es una preparación similar a la lasaña, pero con pastas de otro tipo, como macarrones o cappelletti.
Explica Armando Scannone en su página web El placer de comer, que “en la forma más antigua de pasta de que se tenga noticia en Italia, desde fines del siglo XIII aparece el nombre lasagna en una poesía de Jacopone di Todi».
Otra versión del origen de la palabra lasaña es menos poética y, por lo tanto, menos apetitosa. Dice que proviene del griego «lasanon» y del latín «lasanum«, que nombran al cazo en el que se cocina el plato.
La versión original -manoseada sin pudor en todas las cocinas del mundo- lleva capas de pasta, rellenas con salsa boloñesa y bechamel. En el tope, queso parmesano para gratinar.
Entre lámina y lámina de pasta cabe lo que la imaginación sea capaz de colocar. Hay pastichos de vegetales, otros con tofu, algunos con mariscos y, de compañía, bien lleva salsa de tomate o bechamel.
En México tienen la lasaña mexicana, para la que en lugar de usar capas de pasta, usan capas de tortillas de maíz y la salsa boloñesa es sustituida por chile con carne.
En Grecia, la mousaka, es el pariente más cercano a la lasaña y a nuestro tan consumido localmente “Pastiche de berenjena”, la opción menos culposa que sustituye las capas de pasta por el morado y versátil vegetal.
La macarronada, el pariente mollejúo
En el Zulia, donde, dicen algunos, el puente sobre el lago llegó muy tarde, era natural que se inventaran sus propias versiones adulteradas –adúlteras, a veces- de los platos más célebres. A saber: la macarronada maracucha, de la que basta con leer la abultada receta para que los comentarios sobren.
Lo básico son macarrones, salsa boloñesa –a la que se le pone ketchup y mostaza-, salchichas, huevos batidos y también sancochados, jamón, papas y queso de año.
Este primo del pasticho es un bocadillo que se acostumbra llevar a los paseos, a los picnic y a la playa.
En el blog azucarcanelaymiel.blogspot.com explican el procedimiento para dar con ella: “En un molde enmantequillado, colocas una capa de macarrones previamente abiertos, viertes la carne, un poco de queso de año y huevo batido; coloca otra capa de macarrones, le pones la salchicha en rueditas, el queso mozzarela en ruedas, el jamón picadito y huevo batido; otra capa de macarrones y le agregas la papa, el huevo en ruedas y salsa bechamel y, una última capa de macarrones, con huevo batido, salsa de tomates y el queso de año rallado. Horneas por 30 minutos o hasta que la preparación dore”. Qué molleja.

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