Gente del oficio

¿Quién diseña las etiquetas de vino argentinas?

Fotos cortesía: Arena Bahamonde
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Arena Bahamonde. El portal negrowhite lo presenta como: Mendocino, sabio del vino y cultor de la amistad. Único. Publicista y graduado en Marketing. Poeta de tardes y cocinero de momentos inolvidables. Amante del flamenco pero fiel a Lola & Mora. Sus fotos son arte y sus palabras versos. mimundodivino.com Amablemente, Bahamonde brindó a Bienmesabe una refrescante entrevista donde cuenta sobre su vida, su trabajo y su familia: Bienmesabe: Naciste en Mendoza. Eso debe influir de una manera u otra en relación al vino. En tus propias palabras, ¿cómo influyó en ti? José Bahamonde: Soy nacido y criado en Mendoza, disfruto desde pequeño el paisaje manso de la cordillera y he bebido regularmente su agua de deshielo. Tuve la fortuna de ser hijo de un caballero español amante de la buena mesa, de la buena charla y de los vinos compartidos, así que en las fotografías grabadas en mi mente siempre aparecen vinos de todo el mundo. Luego, casi sin darme cuenta recorrí medio mundo de restaurante en restaurante y de copa en copa lo que me hizo mirar mi lugar con un gran contexto. BMS: ¿Cómo llegas a convertirte en el creador de tantas etiquetas maravillosas para estas bodegas? J.B. Siempre he sido muy curioso, inconscientemente creativo y muy emprendedor. En parte de mi camino de búsqueda viví 6 años en Chile donde me formé profesionalmente en Marketing y creatividad publicitaria e hice mi maestría en Marketing. Estuve muchos meses entre Madrid y Barcelona haciendo cursos y aprendiendo el arte de vivir. Cuando regresé a Mendoza exploté en algo inesperado, sin más experiencia que haber disfrutado de miles de restaurantes del mundo, cree LaSal, un restaurante cultural que fue reducto de bodegueros, hacedores, poetas y gente sensible. Y como decía Steve Jobs, los puntos se juntan adelante y se reunieron en un taller creativo en el que trabajamos casi exclusivamente con el vino. BMS: ¿Cómo es el proceso creativo en la elaboración de una etiqueta de vino?, ¿quiénes participan?, ¿qué cosas se toman en consideración?, ¿cuánto puede tardar en hacerse un diseño de etiqueta? J.B. El proceso creativo empieza por un análisis profundo del mercado en el que el vino se desenvolverá, luego en la personalidad del vino y la impronta que la bodega tiene como identidad. Desde ahí sucede que la respuesta creativa depende del mundo que uno haya desarrollado en su interior y que logra unir elementos que están flotando por la vida. Se toma en cuenta el mercado, el precio, el perfil del vino, la imagen de la bodega y de sus hacedores, la cantidad de etiquetas a imprimir, el método de impresión, y muchos factores que van surgiendo en cada problema creativo. Para desarrollar un concepto en una línea de etiquetas podemos tardarnos desde 15 días a 2 meses. La parte creativa tiene un rol fundamental pero toda la parte de tecnología gráfica, insumos y legales son importantísimos. Es por esto que nuestro trabajo es muy especializado. BMS: ¿Qué te inspira, cómo te inspiras? J.B. Me inspira vivir. Del hecho más pequeño puede surgir una gran idea. Un creativo es un gran enlazador de momentos, de elementos, de imágenes que se resignifican en un nuevo concepto. Pero debo reconocer que el cine, el arte plástico y las conversaciones largas con mis hijas son grandes fuentes de inspiración. BMS: Diseñas, tomas fotografías, haces radio y tele. De todas ¿hay alguna actividad que sea la que más te guste? J.B. No puedo elegir una sobre otra. Soy una persona que se conecta mucho con el presente y el disfrute, en el momento que esas expresiones suceden son todo para mi. Siempre echo de menos poder leer más de lo que leo y poder andar viajando con mi cámara y mi música pero debo reconocer que he diseñado mi vida para ser feliz con lo que hago. BMS: ¿Cómo es la vida de alguien que vive en Mendoza rodeado de la cultura del vino? J.B. Es maravillosa porque el vino une a la gente. Jamás escuché una discusión en una buena mesa con el vino preciso, todo lo contrario, veo salir las musas, revelar secretos, estrechar abrazos que estaban negados. La vida aquí es muy bella, casi todos los días me junto con mis amigos (la mayoría del mundo del vino) y disfrutamos de la buena charla y las risas. Mendoza en mi vida es el lugar donde di mi primer beso, el que me escondió en mis juegos, el que le da alas a mis hijas. BMS: ¿Tus hijas se sienten atraídas por este mundo? J.B. Sí. Mis hijas han sido estimuladas desde la sensibilidad, Lola (10, es una buena violinista) me dio una gran sorpresa hace unos días con una app que sirve para montar fotos.  Creó una etiqueta de vino con una foto mía y me la regaló, eso me dio mucho orgullo porque además es preciosa. Mora disfruta mucho del arte también (7, es bailarina clásica) y opina sobre los trabajos que hago. Yo como papá vivo muy feliz de que ellas estén conectadas con la sensibilidad, el arte y el disfrute. BMS: ¿Cuál era la propuesta gastronómica que tenía tu restaurante LaSal?, ¿cuánto tiempo duró?, ¿quién cocinaba?, ¿por qué cerraste? J.B. LaSal fue una etapa hermosa de mi vida. Bajo su techo hice amistad con la gente imprescindible del vino, con artistas que son mis amigos. Fue un buen reducto de grandes corazones, un poco avanzado y un gran referente que quedó en la memoria de mucha gente. La propuesta era una cocina que resumía mi visión del mundo mirado desde el fuego de nuestras madres y nuestras abuelas. Era una gran fusión de culturas, de sabores, se pensaba todo en un plato. Hicimos muchísimas cosas innovadoras que no comunicamos más allá de las mesas de LaSal porque así soñamos ese mundo, nuestro, como un secreto para la gente que compartía cada plato. Un día vino un crítico y le preparamos una degustación de panes con sus sales y aceites de oliva. Hicimos sales de aceitunas arauco, sales de miel, de trufas… El tipo que venía por platos se fue enloquecido. Creamos mucho con Emilio Cadini, además de un gran chef, un gran buscador de la vida, hoy cocina en Londres. LaSal duró 7 años, por mística siempre trabajamos con 7 entradas 7 principales y 7 postres y casualmente a los 7 años decidí que la vida me indicaba otros caminos y como un acto poético lo vendí sin el nombre y sin los vinos (1.500 botellas). BMS: ¿Cuál es tu vino preferido? J.B. Uf, que pregunta jajajajajajaja con alguien quedaré mal si digo una marca. La verdad es que no tengo vino preferido, tengo vinos que acompañan perfectamente las situaciones, las palabras, los recuerdos, los sueños. Tengo algunas manías como por ejemplo: entre amigos, un vino fácil que pase bien, con una mujer, un vino amable que invite al despojo, con mi madre, un vino fuerte. BMS: ¿Te gustaría elaborar un vino en algún momento? J.B. Sí. En algún momento haré mi vino. Siempre surge la pregunta y me es difícil pensar con qué enólogo (tengo muchos amigos). Pero sé qué vino quisiera, muchas botellas para beber fácil y una pocas para celebrar los momentos grandes de la vida. BMS: ¿Si tuvieras tu propio vino, cómo sería esa etiqueta? J.B. Que difícil, siempre me ha costado mucho crear cosas para mi, rindo para para los otros jajajajaja, soy un pésimo cliente mío. Pero sin dudas sería algo con alguna historia bella, camuflada en la simpleza y que cuando el vino me sobreviva tenga un mensaje que descubrir. Bahamonde concluye con un regalo para Venezuela: «Añoro pisar tu tierra de lágrimas y de sueños, yo soy un hombre sureño amante de tu caribe que con sangre y vino escribe algún verso de banquina. Alma estoica de tu gente con balas que son palabras, sólo pido que me abras tu boca para besarte en ron y cocuy brindarte mi alma que es tuya y mía. Venezuela Patria amada llévame a tu cielo, el que miran mis amigos» [gallery ids="5177,5176,5178,5179,5180,5181,5182,5183,5187,5186,5185,5184,5188,5189,5190,5191,5195,5194,5193,5192"]]]>

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