Esta dieta no solo se recomienda para prevenir el cáncer sino que puede ser adecuada para todo tipo de persona debido a que busca alcanzar el estado normal del hombre cavernícola, que estuvo sometido durante años previos a la agricultura, por lo que nuestros genes siguen adaptados de manera natural.
La dieta cetogénica es alta en grasa, baja en proteínas y muy baja en carbohidratos y consiste en que el cuerpo deje de emplear la glucosa como fuente principal de energía y metabolice grasa, debido a que las células tumorales necesitan metabolizar grandes cantidades de glucosa para vivir, mientras que con cuerpos cetónicos y ácidos grasos, no pueden funcionar ya que estos se comportan como tóxicos para ellas. De esta forma la dieta cetogénica priva de alimentos a las células tumorales imposibilitando su crecimiento a gran velocidad.
El control de proteínas se debe a que la glucosa no solo procede de hidratos de carbono consumidos, sino que también de las proteínas consumidas en exceso, mientras que los cuerpos cetónicos solo provienen de las grasas.
Para tener una idea más clara, una dieta usual provee entre 20% a 30% de grasa, 12% a 20 % de proteína y el resto de carbohidrato (más del 50%).
En la dieta cetogénica, las grasas pueden llegar a aportar hasta el 80% de la ingesta calórica total y los carbohidratos un 5- 10%.
Esto significa que en un menú cetogénico no hay presencia significativa de alimentos que proveen carbohidratos, solo vegetales. Un ejemplo de un día de menú cetogénico puede ser un omelette con vegetales y tocineta al levantarnos, luego en el almuerzo: pescado a la plancha con vegetales y aguacate y en la cena un wrap de linaza con pollo, aguacate y vegetales. Todo esto con cantidades considerables de aceite, preferiblemente de oliva o coco.
Durante el metabolismo de los ácidos grasos se producen cuerpos cetónicos que el organismo utiliza como “combustible” en un estado metabólico llamado cetosis. Este estado es ideal para vivir, puesto que en la época de los cavernícolas se solía cazar la comida en ayunas y en estado de cetosis; donde el cuerpo utilizaba sus reservas de grasa para sobrevivir y luego se alimentaban. A su vez, la población esquimal también tenía una dieta muy alta en grasa, por lo que la tasa de enfermedades cancerígenas y cardiovasculares eran mínimas.
Por esta razón es que nuestros especialistas en inmunonutrición recomiendan una dieta cetogénica debido a que limita los efectos bioquímicos del ayuno, sin necesidad de pasar hambre, además de inhibir el proceso metabólico que genera la multiplicación de estas células cancerígenas.