De exportación

La nata venezolana llegó a Buenos Aires

Una pareja de venezolanos inició un emprendimiento gastronómico para mantener las tradiciones culinarias criollas y educar el paladar porteño con tan solo la cremosidad de una nata artesanal

Texto y fotos: Oswaldo Avendaño (@os0790)
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En Venezuela la nata siempre ha sido un complemento. Tradicionalmente los restaurantes especializados en carnes y brasas o la cocina centrooccidental preparan los paladares de los comensales con una entrada compuesta de arepas con nata. Asimismo, durante los últimos diez años, la venta industrializada de esta crema se hizo más evidente en cadenas de supermercados del país, un producto que funge como el perfecto maridaje de otros. La función de la nata siempre ha sido como la de un guardaespaldas: acompañar, porque nunca ha sido el plato principal en una mesa; mucho menos ha sido un alimento de primera necesidad.
De la nata podría decirse que es un alimento opcional. Pero no. Esa es una premisa que se fundamenta en una suposición. Para quienes viven en Venezuela, la nata -cuando se consigue en los anaqueles de los supermercados- es un producto complementario. Pero para quienes vivimos más allá de las fronteras de nuestra tierra amada es en un producto que diluye la distancia que nos separa.
Inicialmente cuando enumeramos la comida, productos y sabores que extrañamos de Venezuela no es muy común que en una primera instancia incluyamos a la nata en esa lista. Solo cuando nos sentamos a detallar lo diverso y sabroso de nuestra gastronomía nos cae la locha de la nata. Sí, tenemos que repasar mentalmente qué sabores nos definen como venezolanos para recordar a esa crema para untar que usamos en las arepas, algunos panes, en los bollitos de masa, las galletas de soda y que escogemos para embadurnar a las señoritas.
Imaginen a la comunidad de venezolanos de Argentina, un país donde la carne es la principal proteína que se consume según la data que arroja el Ministerio de Alimentación de esa nación, y vayan a preparar sus papilas gustativas para engullir algún corte como bife de chorizo, vacío o bola de lomo con alguna entrada sin nata. Sí, sentimos que algo falta mientras estamos esperando al plato que acapara la atención.
La ausencia de la nata es como la analogía inicial del guardaespaldas. Te acostumbras tanto a su presencia que cuando sabes que está, no lo notas; pero cuando falta, se siente el vacío. Así fue el ejercicio de Maryanne Cohen y Aron Cova, una pareja que impulsa en Buenos Aires a Nati Rica, la marca de nata artesanal con sello venezolano.
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“En diciembre de 2017 nos preguntamos: ¿qué extrañábamos de los sabores de Venezuela?, entre tantos que nombramos salió la nata. Un día sorpresivamente yo llegando del trabajo, él estaba preparando nata. Me dice: En Venezuela, en mi casa, nosotros somos fanáticos de la nata. En mi casa siempre había La Preferida. Cuando él me da a probar los distintos tipos de nata le digo: este es el más cercano al sabor de La Preferida”, comenta Mariam Cohen quien comenta entre risas que su pareja es conocido como El maestro natero.
La pareja es oriunda de los altos mirandinos, específicamente de San Antonio de los Altos y Los Teques. No se conocían en Venezuela, su relación –de trabajo y sentimental– inició en suelo porteño. La experiencia de ambos contribuyó a crear a Nati Rica, su cremosa hija argentina que conoció el mercado gastronómico de Buenos Aires a comienzos de febrero de 2018.
Aron Cova tiene más de 10 años de experiencia en cocinas, oficio que complementa con sus conocimientos de e-commerce. Por su parte, Mariam Cohen es licenciada en Mercadeo e hizo carrera en Venezuela en Empresas Polar en el área de comercialización y compras.
Cohen y Cova llegaron a La París de América entre 2016 y 2017, con un año de diferencia cada uno. Ambos forman parte de los 38.373 venezolanos que ingresaron a Argentina en los últimos dos años, según cifras de la Dirección Nacional de Migraciones de esa nación. Pese la diferencia en la fecha de llegada de los dos, los motivos para migrar eran los mismos: búsqueda de mejores condiciones de seguridad y de empleo.
La especialista en marketing y creadora de toda la estructura del modelo de negocio de Nati Rica confiesa que en Venezuela nunca había pensado en emprender un proyecto gastronómico como el que lleva adelante actualmente a más de 7 mil kilómetros de distancia de su país de origen. Además, este es su segundo emprendimiento en Argentina.

El primogénito, Panita Pan
Cova y Cohen comenzaron en noviembre de 2017 un modelo de negocio de venta de harina marca PAN con entrega a domicilio bajo el nombre de Panita Pan. Esta idea surgió como respuesta para complementar sus ingresos y registrar algún tipo de rentabilidad en alguna actividad comercial.
“Uno tiene que pasarse el chip. Pensar que uno hace aquí cualquier profesión u oficio. Comienza Panita Pan, el primer servicio delivery de harina PAN. Fuimos los que creamos ese concepto. Él (Aron) comenzó con una bicicleta y yo con un changuito (carrito de compras) vendiendo harina PAN a domicilio. Creamos una página en Facebook, así comenzamos. Luego introdujimos el queso llanero, la malta Guinand también hecha por venezolanos y luego chicha venezolana”, explica Maryanne.
Con la llegada durante los dos últimos años de más de 83 mil venezolanos a suelo porteño, la demanda de harina de maíz ha incrementado considerablemente. Ante este escenario, la cantidad de harina marca PAN que comercializaba Panita Pan disminuyó. No les era rentable mantener ese negocio  por la interrupción en la importación de ese producto. Así fue como ambos dieron con otro que sí se convertiría en una opción.
“Nuestro negocio era la harina, nuestro producto estrella, pero con las fallas en la intermitencia de llegada de harina, justo la necesidad de buscar un producto que tuviera buena salida, pienso en la nata. Duramos un mes y medio pensando cómo hacerla”, rememora el maestro natero.

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Nati Rica es un producto totalmente artesanal que se produce en las cocinas del hogar de la pareja de venezolanos con ingredientes que pueden conseguir fácilmente en cualquier súper mercado. Sin embargo, Cova guarda celosamente su receta porque han identificado a unos competidores que quieren incursionar en el mercado gastronómico argentino con el mismo producto.
“A principios de febrero iniciamos a vender. Hasta ahorita en abril llevamos 1.500 vendidas. Nuestro primer cliente fue el restaurante Guaica. Vendemos nata al mayor y detal, y una presentación gastronómica para restaurantes”, comparte Cohen.
La nata artesanal de esta pareja de venezolanos se comercializa en una presentación de 150 gramos. Según Cohen, ese envase es el que se vende mejor por tener un precio más asequible. El envase de 150 gramos se comercializa entre 60 y 80 pesos argentinos, lo que equivale en promedio a unos 4 dólares.
“También tengo una presentación de 250 gramos y le sigue la gastronómica que es el envase de 500 y se vende un mínimo de kilo y medio a los restaurantes. Los envases los compramos al mayor, queríamos un envase diferente pero el tema del traslado nos hizo buscar uno más hermético. Se vienen otros envases, vendrán otros productos del paladar venezolano y del paladar argentino”, adelanta Cohen.
Actualmente este modelo de negocio se mantiene con una mano de obra compuesta por dos personas: la pareja Cohen y Cova. Entre ambos reparten las tareas de hacer la nata, tomar los pedidos, distribuir el producto y armar las rutas de ventas.

Nati Rica no tiene ni tres meses de haber iniciado y vemos un porcentaje de rentabilidad importante. La idea es continuar creciendo. Queremos convertir esto de pequeña empresa a grande; queremos expandir en toda Argentina, no solo Capital Federal, queremos llegar a provincia, a Córdoba. Estamos estudiando cómo hacerlo”, mencionó la publicista quien adelanta que se encuentra en trámites para cumplir con el marco jurídico para conformar una empresa en tierra porteña.
Como todo emprendimiento, las metas  son el motor que mantiene el funcionamiento de este modelo de negocios venezolano. Cova y Cohen confiesan que la suya es comercializar Nati Rica en las cadenas de súper mercados argentinos.
”Hay argentinos que ya han probado la nata y les ha gustado, entonces ¿por qué no incurrir (sic) en el mercado argentino? Un proyecto que digas que es ambicioso, pero si se pueda. Lo ideal es estar en supermercados como Coto, Carrefur, Día”, asevera Maryanne.
Este equipo emprendedor confía en que la cremosidad de la nata seducirá al paladar de los argentinos, quienes son muy tradicionalista al momento de probar nuevos sabores. Aseguran que los comercios porteños se han dado cuenta que los productos criollos tienen una demanda alta, por lo que resultan rentables comercializarlos.
“La experiencia que tuve con los argentinos que trabajaron conmigo es que les explicaba que la nata es como un dip. Le dije: imagínate un dip que lo usas con un palito de trigo, señorita para nosotros, o con una galleta de soda, la untas y la comes. La nata es un acompañante para sándwiches de miga. Aquí el paladar argentino no está acostumbrado a que de repente se derritan las cosas, porque aquí la manteca es muy sólida, el queso también. Los productos son más compactos”, afirma Cohen quien recomienda engullir la nata artesanal con pan de miga, una tostada o de repente con una medialuna en el desayuno con un café.
La nata en Venezuela es un producto asociado con la comida del llano que se ha industrializado para que llegue a todos los rincones del país. Los guaros tradicionalmente se atribuyen como suya la nata, una bandera gastronómica del estado Lara. Lo mismo ocurre con los estados llaneros como Portuguesa o Guárico. Sin importar el lugar de dónde nació este producto hay una certeza actual: la nata, así sea artesanal, es un sabor que no conoce fronteras y nos une desde el paladar con Venezuela.]]>

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