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Las cocinas del mundo se cuelan en las fiambreras de los "dabbawalas"

El almuerzo entregado en la oficina por los famosos "dabbawalas" de Bombay ya no es competencia exclusiva de las amas de casa que cocinan para sus maridos pues en esta metrópoli india proliferan los servicios de comidas preparadas en internet

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Texto: por Peter Hutchison | Foto: Joe Zachs
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Los 5.000 repartidores de comida de Bombay, reconocibles por su uniforme de algodón y su gorra blanca a lo Gandhi, siguen pedaleando cada día en las calles congestionadas, pero en sus cajas metálicas (tiffins) los platos caseros se mezclan con las recetas tailandesas y mexicanas preparadas por los servicios de catering.
«El número de tiffins confiados por las empresas de restauración ha aumentado vertiginosamente en los últimos años», constata Raghunath Medage, presidente del sindicato de dabbawalas de Bombay. «La proporción de platos preparados a domicilio pasó del 100% a un 60% y prevemos que siga cayendo».
Los dabbawalas, literalmente «quien transporta una caja», recorren las arterias de la capital económica india desde hace más de un siglo y que fueron retratados en la exitosa comedia romántica «The Lunchbox» (2013).
En el filme, una ama de casa prepara con esmero un sabroso almuerzo para su marido, que un repartidor entrega por error en la oficina de otro hombre.
Pero los tiempos cambian. Actualmente, los ejecutivos pueden encargar en internet sus platos, que los repartidores montados en bicicletas llevarán hasta sus oficinas en cajas metálicas.
Yummy Tiffins, que se presenta como «el primer servicio personalizado de tiffin en internet», propone así 40 platos cada día de la semana, que se pueden encargar hasta con un mes de antelación.

– Una infinita selección de menús –

«Queríamos llenar el vacío existente entre el servicio de tiffin, que se apoya en la cocina tradicional, y el restaurante, donde ustedes piden lo que quieren, ofreciendo una amplia selección y guardando el sabor casero», dice su fundador, Pratik Jain.
«Hay mucha variedad en nuestros menús, comida india, internacional y muchas opciones para quienes se preocupan por la línea», explica este exestudiante de gestión de empresas de 29 años.
Su página web, que recibe 300 visitas diarias y crece un 70% cada año, tiene como aliado a un nutricionista que concibe menús bajos en calorías.
«Es un mercado competitivo con muchos actores. La llegada de empresas emergentes avanzadas tecnológicamente ha profesionalizado mucho más el mercado. Los clientes pasan con frecuencia de un servicio a otro», señala Jain.
Tina Parikh, una trabajadora en el sur de la ciudad, explica que encarga su almuerzo a la compañía SoulCare para ganar tiempo.
«Es únicamente una cuestión de comodidad. Preparar su comida la mañana temprano antes de ir al trabajo es un poco pesado», asegura mientras recupera su fiambrera de metal de una carreta.
Su amigo Vinayak Azada almuerza platos preparados en su casa, pero dice en broma que podría recorrer a uno de estos servicios «online» para recuperar la línea.
El servicio Yummy Tiffins recurre a los dabbawalas, quienes entregan cada día 200.000 almuerzos gracias a un complejo sistema de códigos de color alfanuméricos, admirado en todo el mundo.
La universidad estadounidense de Harvard alabó su modelo de negocio, que considera casi infalible.

– Competencia para los dabbawalas –

Pero algunas empresas de restauración han renunciado a los dabbawalas. Maqsood Patel, cofundador del sitio web de reparto de comida Foodzim, explica que su compañía recurre cada vez más a un servicio de mensajería para satisfacer a su clientela más exquisita.
«Ellos entregan la comida de los clientes en su oficina, mientras que los dabbawalas se contentan a menudo con dejarla en la entrada principal, donde hay que ir a recuperarla», dice Patel.
El empresario destaca, además, que los alimentos de Foodzim son más frescos que los transportados por los repartidores tradicionales, que viajan por tren.
Y la compañía ofrece una aplicación móvil que permite seguir el trayecto del almuerzo.
A pesar de esta nueva competencia, el presidente del sindicato de dabbawalas, Medage, no parece preocupado.
«Seguimos contratando en los pueblos, donde no existen muchas más oportunidades. Trabajando duro, los dabbawalas pueden ganar al menos 10.000 rupias mensuales (135 euros, 150 dólares)», asegura.
Suresh Pawar, quien realiza este trabajo desde hace 12 años, tampoco está inquieto. «El número de nuestras entregas fluctúa. Cuando uno de nosotros se detiene aquí, otro recoge el testigo en otro lugar».

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