Gente del oficio

Los "huertos solidarios" crecen en las cárceles portuguesas

En el vasto terreno rodeado de alambradas en la prisión portuguesa de Leiria (centro), cuatro presos acaban de plantar remolachas, que junto a las lechugas y coles plantadas un poco más lejos servirán para alimentar a los más necesitados

HUERTOS SOLIDARIOS PORTUGAL
Por Olivier DEVOS|fOTOS: PATRICIA DE MELO MOREIRA
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El sol, todavía tímido en esta mañana de primavera, baña los huertos regados por un pequeño río próximo, mientras Luis Coimbra, de 24 años, cava agujeros a intervalos regulares.

«Aquí vamos a plantar berenjenas», explica el joven, que luce en la cabeza una gorra roja puesta del revés.

Luis Coimbra forma parte de las decenas de presos de seis prisiones portuguesas que cada año voluntariamente cultivan y cosechan más de 100 toneladas de verduras, que se destinarán a los bancos de alimentos.

Aunque prefiere no explicar el motivo de su encarcelamiento, sí se muestra «feliz de poder ayudar a la gente que lo necesita». «Es agradable también no estar todo el tiempo encerrado», agrega.

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La prisión de Leiria, reservada a jóvenes de 16 a 25 años, destina más de 4 hectáreas a los «huertos solidarios», una iniciativa surgida en 2009 de la colaboración de los servicios penitenciarios con la federación portuguesa de bancos de alimentos.

En total, 120.000 personas se benefician de estas verduras en Portugal.

«Simbólicamente, es una manera para los detenidos de resarcirse de los errores que cometieron, ayudando a las personas procedentes de familias modestas, como son a menudo las suyas», resume José Nunes, el director de la prisión.

– Aprender a cultivar –

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A lo lejos, otros tres prisioneros instalan un toldo con la ayuda de un tractor. Vitor Camas, uno de los guardias, les echa una mano. «Esto les crea un hábito de trabajo del que carecen, el respeto a las reglas. Así, hacen alguna cosa útil por la sociedad», estima.

Al volante del tractor, Helio Correia, de 25 años, explica su recorrido. «Robos, tráficos,… Me condenaron a 10 años y cuatro meses de prisión. Ya he cumplido 9», relata.

«Aquí aprendemos a cultivar. ¡Es mucho mejor que jugar a la Playstation!», explica el detenido, con una enorme sonrisa que le ilumina el rostro.

Antes de empezar a trabajar en los huertos y en la viña, que produce un vino vendido localmente, han seguido en la prisión una formación agrícola teórica. También plantan maíz para los ganaderos de la región.

Algunos esperan poder continuar en el sector tras salir de prisión. Bruno Muconda, de 21 años, espera incluso poder trabajar en las plantaciones de caña de azúcar de su familia en el archipiélago de Santo Tomé y Príncipe, antigua colonia portuguesa frente a las costas de África del oeste.

«Cuando he dicho a mi familia lo que hacía, les pareció divertido al principio, porque yo nací en Lisboa, soy de la ciudad», explica el joven, quien ha aprendido «a amar el contacto con la tierra».

– 63 céntimos por hora –
A finales de la mañana, es la hora de recoger las coles, y a principios de la tarde, las lechugas. A continuación, una camioneta blanca del banco de alimentos viene a buscar la carga.

«Coles, calabacines, calabazas… hay todo lo que hace falta para preparar una sopa. Y nosotros intentamos optimizar los cultivos para producir a lo largo de todo el año, para que el banco de alimentos reciba verduras regularmente», explica el ingeniero agrónomo del establecimiento penitenciario, Estanislau Ramos Dias.

La asociación participa en los gastos por un monto de 2.400 euros anuales por establecimiento. Esto permite pagar el combustible de las máquinas agrícolas y 63 céntimos de euro por hora a cada detenido.

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Para el banco de alimentos, estas verduras se han vuelto indispensables. «Con la crisis, las donaciones bajaron y las necesidades aumentaron», explica Adelino Simoes, responsable de la asociación. «Nuestros métodos tradicionales para recabar alimentos en los supermercados ya no son suficientes».

El número de prisiones que disponen de un huerto solidario debería aumentar próximamente a diez y la asociación espera poder extender este proyecto al conjunto de los 50 establecimientos del país.

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