Entrevista

María Fernanda Di Giacobbe, bate que bate chocolate

Sin pretensiones, esta investigadora y seductora del arte culinario, ha llevado por más de 15 años el estandarte del cacao venezolano por todo el mundo. Ardua labor que hoy día ve exitosamente reflejada en su taller de bombones 100% artesanales llamado “Kakao”: una vidriera gastronómica-cultural la cual es punto de referencia en la capital caraqueña

Maria Fernanda Di Giacobbe
Por: Carlos Manuel Ruiz Suárez
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De ustedes nos interesa el cacao pero no el país”… Fue la frase que nunca olvidará la summa cum laude del chocolate venezolano, María Fernanda DiGiacobbe: prodigiosa mujer que no solo ha sabido difundir con una creatividad insuperable las virtudes del demandado producto, sino que además, ha defendido bajo todo pronóstico, un país que hoy día se encuentra golpeado económicamente.
Esta emprendedora, cual guerrera de la Edad Media, se propuso hace unos años llevar a cabo una “cruzada” chocolatera por casi toda Europa y Japón. Fue así como difundió por esos lados del mundo las bondades inigualables de tan codiciada semilla. Hecho que muy bien supo materializar en su negocio Kakao, única tienda especializada en el estudio, creación y comercialización de bombones elaborados con frutas tropicales.
Di Giacobbe heredó de su madre y su abuela la pasión por la gastronomía. Fueron ellas las que le enseñaron, desde muy pequeña, este difícil arte que, desde su punto de vista, “siempre ha estado liderado por mujeres”. Comentó que específicamente la historia de la bombonería en la ciudad de Caracas, data desde el año de1812 y que actualmente en Venezuela hay más de 1200 trabajadoras del cacao que sostienen a sus familias con el beneficio de éstos dulces.
Bromeó al comparar al pueblo cacaotero de Chuao, ubicado en la costa venezolana, famoso por sus sembradíos cuatricentenarios, con un régimen comunista, ya que todo el proceso de producción es realizado por mujeres desde que se inicia la recolección de las semillas hasta su fermentación y posterior secado al sol.
En su afán por seguir dando a conocer este producto dentro y fuera del país, la singular experta en chocolates, ha creado el primer Diplomado en Gerencia del Cacao en la capitalina Universidad Simón Bolívar :y compartió:
“Me llevé a todas las mujeres que pude a clases para que aprendieran todo el tema de higiene, permisos, planes de negocio y costos. Explicó Di Giacobbe, haciendo énfasis en lo gratificante que es poder observar los grandes cambios ocurridos en las comunidades.
Gran Cacao
Pocas personas saben que el cacao venezolano es mundialmente reconocido por su auténtico aroma, sabor y tonalidad.
Lamentablemente, países europeos como Francia, Holanda, Suiza e Italia, valoran más los nombres de pueblos nativos como “Chuao” y “Río Caribe” o semillas como “Criollo”, que han calado muy bien en el mercado internacional por su denominación de origen natural.
Evidentemente, el tipo de clima en Venezuela ha sido un factor determinante en la conservación del grano. A diferencia de otros países latinoamericanos, las condiciones atmosféricas donde no existen cambios bruscos de estaciones, han permitido que algunos cacaos ancestrales persistan y se preserven en el tiempo, hecho que notablemente incide en su comercialización.
Según Juan Carlos Motamayor, científico venezolano que más se ha acercado al estudio de los orígenes de esta materia prima comparte: “están registradas alrededor de 12 tipos de semillas blancas que nacieron cerca de la Cuenca del Lago de Maracaibo, las cuales fueron esparciéndose durante años por toda la Cordillera Andina y parte de Centro América”.
Los datos aportados por el catedrático fueron complementados por la chocolatier Di Giacobbe, -como le conocen no pocos en el medio- al señalar que “en Venezuela hay catalogados aproximadamente 30 tipos de cacaos “criollo” y más de 100 del híbrido “trinitario”, así como un gran número que aún se encuentran sin registrar”. Añadió, que el cacao venezolano tiene una diversidad genética muy interesante porque “el venezolano es muy tranquilo y antes de cortar un cultivo, piensa que lo ha heredado de sus antepasados“.
Es de hacer notar, que el precio de una semilla de cacao, por ejemplo, de Chuao, no está signada por ningún mercado nacional o internacional. Sin embargo, según contó Di Giacobbe, el actual gobierno de Venezuela ha establecido durante 16 años controles de cambio monetario, burocráticos permisos para la exportación y, como si fuera poco, ha “nacionalizado” plantaciones que estaban en manos de la empresa privada, al parecer para protegerlo.
“Los productores de cacao de calidad comenzaron a tener graves problemas. Sus centrales de beneficios comunitarios conocidas en todo el mundo fueron cerradas. Haciendas modelos como “La Concepción”, San Joaquín y El Tesoro que dieron nombres a famosas tabletas como El Rey, fueron nacionalizadas y posteriormente abandonadas. Venezuela pasó de ser un país moderno y vanguardista líder en producción a un territorio aislado sin presencia en el mapa”, manifestó DiGiacobbe.
Además, recordó la experta que, para colmo de males, el Estado Bolivariano, hace tres años, igualó el precio para todo el cacao con la excusa de “favorecer al productor”. “Se colocó un precio unitario sin tomar en cuenta si el cacao había sido secado al sol o en máquina, que no es lo mismo. Entonces, los productores de calidad decidieron simplemente no venderlo”.
Al abundar en la problemática, saltó la pregunta ¿Hacia dónde realmente va el negocio cacaotero en Venezuela? La entrevistada sutilmente respondió: El productor venezolano habla de su plantación como si fuese su familia. Es una sociedad muy distinta a diferencia de las sociedades que he conocido en Colombia, Perú o Ecuador. No está centrado en el dinero, prefiere venderle el producto a un amigo que a alguien que le pague más”.
El tema es fascinante y complejo. El cacao de Venezuela sigue siendo visto en muchas partes del planeta como el mejor del mundo, tanto para los entendidos y expertos chocolateros como para las industrias. Un buen catador es capaz de reconocerlo por la infinidad de tonos al degustarlo, sus nobles sabores, sus delicados aromas y, sobre todo, la larga duración de estas bondades en su boca.
Sin embargo, para nadie es sorpresa que actualmente los empresarios chocolateros, grandes exportadores de productos finos, prefieren un cacao de calidad original de “menor denominación” pero que ha sido perfectamente manipulado, almacenado y transportado en modernos contenedores que garantizan su oportuna entrega.
“Eso siempre será una condición para el mejor cacao del mundo hoy deteriorado por la ignorancia y falta de amor que tienen los gobernantes”, concluyó Di Giacobbe.]]>

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