Geografía del paladar

Parrilladas y turrones caldean las veraniegas cenas de Navidad en Uruguay

Las altas temperaturas del verano austral no inhiben el consumo de carnes a la brasa y de turrones españoles en las cenas de Navidad de Uruguay, país más carnívoro del mundo que celebra las fiestas fiel al fuego del asador y a las costumbres de sus ascendientes

Por: Marta Rodríguez Martínez - Foto: ElPaís.com
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«Tenemos muchas tradiciones de la cultura europea que no son adecuadas para la temperatura de Uruguay en Navidad», aseguró María Inés Magariños, que trabaja en una empresa de catering de Montevideo y que afirmó que lo que más se come en estas fechas es «parrilla de carnes y anchuras (intestinos y casquería)»

Así, en un país donde se consume una media de 101,2 kilos de carne por habitante y que se sitúa en el primer puesto en el ránking de países carnívoros, por encima de su vecina Argentina, los asados de lechón (cochinillo) y cordero presiden las mesas de Navidad.

«Comemos lo mismo que en los países que hace frío», aseguraron los responsables de la página web Uruguay Cocina, para quienes los pescados y mariscos se están incorporando «lentamente» a los menús navideños.

Los productos del mar no forman parte del «menú básico», coincidió Magariños, quien señaló que con motivo de las fiestas les demandan muchos servicios de carnes frías, bocaditos, ensaladas y tartas.

«El uruguayo es más que nada carnívoro», cercioró esta experta en gastronomía, puesto que la parrilla es siempre excusa para celebrar multitud de actos sociales y reuniones familiares.

Eso sí, la carne del pollo no es plato habitual en Nochevieja, especialmente entre los más supersticiosos, puesto que en Uruguay la tradición establece que la forma de caminar de este ave no augura una buena entrada al año nuevo, explicó el gestor cultural uruguayo Willy Martínez.

En estas comidas, «el fuego siempre tiene que estar presente», afirmó Martínez, para quien todas las tradiciones navideñas del país suramericano giran en torno a prender las llamas del asadero.

Martínez aseveró que «es una locura y una contradicción» con el verano, pero que se trata de todo «un ritual», protagonizado por los hombres de las familias que, armados con botellas de whisky, controlan durante horas la lenta cocción de la carne, lo que convierte a la parrilla en «un espacio patriarcal».

Es más, muchas familias del campo compran el cordero vivo, lo matan y despellejan, para luego cocinar todas sus partes a la brasa, añadió.

«Esta será mi séptima Navidad vegana y no extraño para nada la violencia en mi mesa», apuntó Virílica, una de las encargadas del negocio de catering vegetariano Libres y Hermosas.

Precisamente, esta empresa uruguaya propone menús navideños alternativos, desde los entrantes hasta los postres, exentos de productos de origen animal.

Platos con proteínas vegetales, sustitutivas de la carne, y rellenos a base de tofu, zanahorias, espinacas, nueces, morrones (pimientos) y ciruelas son algunas de sus especialidades, así como la ensalada rusa aliñada con mayonesa vegetal sin huevos, los dulces crudos y las magdalenas decoradas con motivos navideños.

Lo más demandado entre sus clientes son la variada oferta de sandwiches, atestiguó Virílica, porque sustituyen la convencional combinación de jamón y queso por innovadores gustos a base de vegetales.

Pese al auge de las recetas vegetarianas, otro año más la carne predominará en las comidas y cenas de Navidad en un país en el que su consumo está ligado a la tradición de los siglos XVIII y XIX, cuando los gauchos que habitaban la zona vivían de la ganadería y cazaban animales.

Turrones importados desde España, budínes y pan dulce (el tradicional panettone italiano) recuerdan las raíces inmigrantes de los uruguayos y ponen broche final a calóricos encuentros gastronómicos en días de verano.

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