Degustación

Terra candela: colores, arte, ajíes y literatura en un menú para agitar el paladar

El restaurante El Asador propone una experiencia donde elementos que corresponden a un arte compuesto, se fusionan para brindar un festín de colores, temperaturas y texturas al paladar venezolano

FOTOS: SARA RADA
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Del mismo modo que Picasso comprendió instintivamente el drama asociado con su interpretación de la anatomía femenina, el chef Daniel Torrealba (@danieltorrealbachef) en compañía de dos maestros, cada uno en su especialidad (ajíes y literatura), supo cómo hacer que la comida adoptara un valor más significativo.
La experiencia gráfica titulada Terra Candela tiene el objeto de celebrar los tres años que tiene Terra gráfica (otro proyecto) haciendo y difundiendo el grabado. En esta oportunidad, se reunieron trece participantes que conjugaron los sabores de la degustación de ajiceros.
Los colores y sensaciones se mezclan con las palabras de Lena Yau (@lenayau68), quién ofreció una selección de seis micro ficciones de su autoría, que fueron leídas por los artistas participantes. Así, de estas texturas,  se desprenden imágenes a las que hacen referencia los artistas que conformaron la muestra gráfica.
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Una vez listas las gráficas, el chef Daniel Torrealba del Restaurante El Asador, se unió a esta experiencia y elaboró un menú especial a partir de las ficciones y los ajiceros, que invita a los comensales a degustar con el paladar y los ojos, la terra de ají.
Se trata de un brillante ofrecimiento de menús coloridos que simbolizan el arte de la presentación y que busca mezclar las maneras de comunicar a través de la letra (lectura), la imagen (grabado) y el sabor (ajíes). Así, con los ajiceros de Juan Montemayor (@maestroajicero), surgieron los cuatro colores con los que se trabajaron:  Nro. 2 ají amarillo, Nro. 3 ají verde, Nro. 4 ají rojo y Nro 5 ají morado. Todo esto acompañado de un ají Suero Maestro Edición Especial color crema. Sus sabores no solo despertaron sensaciones que sirvieron de inspiración, sino que sus colores determinaron la paleta con la que se trabajó en esta oportunidad.
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Una maravilla visual colorida y placentera
Si se quiere probar el menú amarillo, se encontrará con una entrada hermosamente presentada de ceviche de curvina con leche de tigre de ají amarillo, cúrcuma, mango fresco, crujientes de apio y maíz ahumado.

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Además de un plato fuerte con Talkarí de cordero sumamente tierno acompañado con fetuccinis en crema de auyama ahumada y pecorino.
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El menú verde, por su parte, ofrece un hervido de costilla de res mágicamente servido con caldo de carne con extracto de cilantro, sofrito verde ahumado y verduras.
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Unas costillas crujientes de cerdo a la brasa con mojito verde, yuca frita y migas de chorizo, forman parte del plato fuerte.
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Un menú compuesto por ajíes rojos hace entrada con un reluciente y colorido gazpacho de tomate con pimentones asados y un atún curado que da paso a un plato fuerte con un Pargo a la plancha perfectamente cocido con risotto de ají dulce, tomate, pimentón asado y salsa de sofrito rojo.
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El color morado corona la tanda con un sandwich de pan morado, pernil sumamente crujiente con hoisin de remolacha, ensalada de cebolla morada y berenjenas encurtidas.
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Lo acompaña un arroz al wok con 10 vegetales y pulpo crujiente con agridulce de remolacha.
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¿El postre? Cuatro Bienmesabes en compañía de coquitos dulces brillantemente presentados y sorbetes que hacen alusión a cada color respectivamente.


Así pues, una vez la comida se hace cromática al degustar, se rompen las barreras, lo que permite que cada quien tenga la oportunidad de hacer su lectura de los grabados y platos. Cada quien será capaz de saborear, escuchar y sentir en su piel cada sabor que produce en una poesía que habita en el paladar y que se transforma en un momento de intimidad estremecedor. Una experiencia colectiva y, al mismo tiempo, íntima y personal, como lo es el arte.]]>

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