Cultura

A falta de teatro… stand up comedy

Más de la mitad de 32 montajes en las tablas es de monólogos, stand up comedy o propuestas con elencos que no superan los cinco actores. Por supuesto, el humor es fundamental: desde vaginas y anos que hablan hasta la rentable infidelidad

Texto: Ángel Ricardo Gómez |Fotografía: Nicola Rocco
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El director del Grupo Actoral 80, Héctor Manrique, escribió el pasado 15 de octubre en su Facebook una opinión personal que hizo sentir aludido a más de uno en su gremio. “Leo la cartelera teatral y abundan espectáculos idiotas. No digo que estén mal hechos, no los he visto y a todos nos puede salir mal algo de lo que hacemos, pero sus títulos son un canto a la estupidez”. Más allá de entrar en los dimes y diretes, la polémica debería empujar una reflexionar sobre lo que está ofreciendo la cartelera caraqueña y cómo refleja la situación y los valores actuales del venezolano.

Domingo 8 de noviembre. La misión era estudiar una muestra de lo que había en los principales portales de venta de boletos electrónicos —Ticketmundo, Tuticket y Soloticket— y la cartelera de una página entera del diario El Nacional. De allí se desprendió una muestra de 32 espectáculos para adultos, la mayoría: comedias, 21, clasificados así por los mencionados portales.

En este 65,6% de la muestra resaltan títulos como Monólogos de la vagina de Eve Ensler, dirigida precisamente por Manrique; El crédito de Jordi Galcerán; y La curva de la felicidad, de Eduardo Galán y Pedro Gómez. Y para aquellos que cuestionan que no se montan suficientes textos de escritores venezolanos, entre las comedias dominan obras vernáculas como Bichas, diabólicas y perversas, de José Gabriel Núñez; y Crónicas desquiciadas y Primero muerta que bañada en sangre, de Indira Páez.

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Si la vagina habla el ano también, y no dejan de llamar la atención títulos como Ano… ahora hablo yo, o El Ano Club. La primera promete una “reflexión indudable”: “que el ser humano tiene que aprender a conocer a su cuerpo, sus limitaciones, y que debe arriesgarse a experimentar cosas nuevas pero sobre todo, a ser feliz y conseguir a plenitud mucha satisfacción, en cuanto al tema sexual se refiere”. Se trata de una academia de streappers donde chicas y chicos bien dotados cuentan y muestran…

Por su parte, una pareja de travestis, La Dessiré, dueña del local “El Ano Club”, y su joven e inquieta empleada de confianza, La Culoprendío, revelan en su última noche en el night club sus historias más íntimas, “a través de un show humorístico, lleno de anécdotas inteligentes y divertidas, e historias raras pero reales, que nos permitirán comprender e intimar con el humano y no con la caricatura que está más allá de una inclinación sexual”, como promete la sinopsis.

Reinas arrastradas y Gemas de la noche también exploran el submundo nocturno: la primera, a través de las historias de cuatro drag queens que se pasean por las distintas etapas que puede vivir un homosexual en la sociedad, así como por los patrones sociales que persiguen tanto homosexuales como heterosexuales. Gemas de la noche, a su vez, llega con una “explosión de erotismo y un profundo mensaje (…) una comedia que dejará en evidencia la cruda realidad que atraviesan las mujeres de vida nocturna”.

El stand up comedy cada vez cobra mayor fuerza. Ese domingo apenas figura Briceño y el fin del mundo, con José Rafael Briceño, pero en la oferta teatral de otros días de la semana abundan. El tema de la infidelidad parece dejar buenos dividendos en el teatro, y de allí un título como Yo sí monto cachos.cita5

En la categoría de drama hay once títulos, entre los que resaltan el musical Casi Normal de Brian Yorkey y Tom Kitt —hay muy poco teatro musical en la cartelera caraqueña—, el clásico Esperando a Godot de Beckett, Los justos de Albert Camus, Las noches celestiales de la Srta. Rasch de Franz Xaver Kroetz y sendas versiones del Decamerón de Bocaccio y Máscaras, monólogo de Timochenco Wehbi.

¿Quiere el espectador acaso evadir el entorno caótico que le rodea? ¿No tiene el venezolano otro filtro que el humor para entender su devenir? ¿El caraqueño promedio está negado a pensar y solo quiere reír?

William López, uno de los fundadores de Rajatabla, ha quedado al frente de la herencia de Carlos Giménez. Ese domingo presenta la última función de La ópera de los tres centavos de Bertolt Brecht en la sala Anna Julia Rojas de la Universidad de las Artes —otrora Ateneo de Caracas. Opina de la cartelera: “Hay muy poco teatro de arte. La mayoría es teatro de vodevil o comedias relacionadas con lo sexual, con cosas de doble sentido y figuras de la televisión. Los únicos que intentamos hacer teatro de arte somos Héctor Manrique, Orlando Arocha, Diana Volpe, y dos o tres grupos más como el TET”. Considera que quizás la crisis del país ha provocado una tendencia a la evasión, “por eso muchos prefieren ir a reírse y ver a las chicas desnudas, y a las actrices de televisión”.

Daniela Román, más joven que López, productora de El Ano Club, coincide con su colega: “Ahorita estamos en un país que está atravesando por una situación política y social muy difícil, queremos ir al teatro a relajarnos, no a estresarnos más. Ya es suficiente con las colas, la inseguridad…”. Si bien reconoce que prevalece la comedia, Román considera que la oferta es diversa, para todos los gustos.

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En el mundo de cada uno de estos productores hay más diferencias que semejanzas. Montar una obra como el clásico de Brecht, según López, cuesta Bs. 600.000, y eso porque —aclara el productor— se reciclan vestuarios, escenografías y otros elementos de las más de 120 producciones que ha hecho la compañía en sus casi 45 años de existencia. Además, los honorarios de los artistas son “solidarios” y hay apoyo económico de tres instituciones del Estado: Corpoelec, Banco Central de Venezuela y Petróleos de Venezuela. Presentar en una universidad estatal permite también que la entrada pueda establecerse en Bs. 100.

Por el contrario, El Club del Ano, que estrenó en el ciclo de Micro Teatro —iniciativa netamente privada— cuesta unos Bs. 120.000, según cálculos de Daniela. Mientras en La ópera de los tres centavos hay más de 40 artistas en escena, en esta comedia hay dos actores. La entrada para escuchar las historias de dos travestis en un bar, escrita y dirigida por Alexander Rivera, puede costar entre Bs. 500 y 1000.

En su temporada de estreno, la comedia presentó cinco funciones por día, cinco días a la semana, por cinco semanas. Tomando en cuenta que se presentaba para 40 espectadores en cada función, podría decirse que fue vista por unas 5.000 personas. Este fin de semana de noviembre estrenaba su formato largo y según la productora ha sido un éxito total. La ópera de Brecht en ocho funciones, con una media de 250 personas por día, pudo ser vista por 2.000 espectadores.

Ese impulso económico ha soportado la aparición de nuevos espacios. En 2009 se crea Teatrex El Hatillo y a los cuatro años inaugura Teatrex El Bosque; en 2012 se activa Urban Cuplé y el Centro Sambil se abre también al sector teatral desde 2014; existe también un proyecto que constituirá una nueva sede para Trasnocho Cultural. Claro está, las nuevas opciones no surgen precisamente para impulsar el teatro de autor, experimental o clásico; sino que tienden a sacar partido de recetas que permitan principalmente rentabilidad.

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Por otro lado, la cartelera teatral del diario El Nacional, si bien no refleja toda la oferta existente en Caracas, viene aumentando en su centimetraje desde 2010 cuando fue retomada por Queiroz Publicidad. Además aumenta la presencia de publicidad de obras a través de diversas plataformas, incluyendo la proliferación de pendones por toda la ciudad.

En entrevista para Clímax, el director Héctor Manrique retoma las ideas de su Facebook y aclara que nunca hizo mención a ningún montaje en específico cuando se refirió a los “espectáculos idiotas”, aunque podría nombrarlos. Mas su intención es que se sepa que él no es cómplice de lo que ocurre con la oferta teatral, “que sepan que frente a mí están desnudos”, asesta.

“Hay mucho espectáculo banal en la cartelera y yo no vivo en un submarino, hablo con gente en cuyo criterio confío. Y yo creo que si lo has visto, debes decirlo, no te hagas cómplice”. El director del Grupo Actoral 80 cree que la cartelera en efecto, “es un reflejo de un venezolano evasivo, que corre y no enfrenta, banal. Hasta los títulos son burdos, engañosos, no importa quien escribió la obra, ni quienes actúan, importa el cuerpo… Mucha gente me ha dicho que es falta de solidaridad hacer este tipo de cuestionamientos; yo creo lo contrario, ¿si entre nosotros no nos cuidamos, quién lo va a hacer?”, opina Manrique, quien pide, principalmente, rigor y calidad en las obras elegidas y las puestas en escena.

De lo privado a lo público

En la muestra de 32 obras del domingo 8 de noviembre prevalecen montajes de 1 a 5 actores. 62,5% de la muestra son monólogos, stand up comedy o piezas que no superan el quinteto de histriones. Se trata principalmente de profesionales de la actuación que ganaron notoriedad gracias al formato televisivo y que ahora explotan con mayor énfasis el teatro de sala, tras la merma en la producción de telenovelas y miniseries, así como de espacios humorísticos en la televisión.

El precio de las entradas para la mayor parte de la muestra oscila entre los Bs. 500 y 1000, en salas con capacidad entre 50 a 100 (11) y entre 100 y 300 butacas (15). Apenas el 9,3% de la muestra lo constituye obras presentadas en salas de carácter público: Teatro Chacao, Celarg y la Fundación Rajatabla. Por ello, fue necesario revisar el circuito teatral de Fundarte, ente cultural de la Alcaldía de Libertador.

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El domingo 8 de noviembre finalizaba el II Festival de Teatro Penitenciario en homenaje a César Rengifo, por lo que se presentaban sus obras Manuelote, en el Teatro San Martín; Solo el viento brama, basada en La torre y el viento, en el Teatro Nacional; Apacuana y Cuaricurián, en el Municipal; y Esa espiga sembrada en Carabobo, en la Sala Aquiles Nazoa. Así mismo, Baño de damas de Rodolfo Santana, en el Teatro Catia. Todas con entrada libre.

Mientras que la mayor parte del sector privado cuenta con exposición de sus producciones en los portales administradores de boletería y presencia en la cartelera de un diario de circulación nacional; esta parte del sector público no cuenta con buenos medios de promoción, por lo que se hace poco visible y accesible la oferta.

¿Teatro idiota? ¿Teatro comercial? ¿Teatro rentable? Independientemente de las etiquetas, el teatro de una ciudad refleja lo que sus pobladores son y consumen. ¿Es necesario brindar propuestas de alto vuelo intelectual que trasciendan el populismo de ‘lo que quiere el pueblo’? La respuesta es positiva, hasta urgente, y más en nuestro país. Pero todo parece indicar que es el Estado el llamado a consolidar esta misión y no solamente produciendo teatro, sino apoyando a pequeños grupos y pequeñas salas, fomentando la investigación y experimentación, abriendo brechas para la libertad creativa… pero esto parece no funcionar así en la Venezuela de hoy. No obstante, ese tema formaría parte de otro reportaje.

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