Íconos

Andrea Lacoste revive los triunfos de Jacqueline Kennedy

Las noches del 30 y 31 de agosto alumbraron, en la Plaza de La Castellana, el escenario de los premios Unión Rock Show ⎯en tributo a los artistas venezolanos más destacados del momento. La gala hizo mención a una de nuestras Faranduleras: Andrea Lacoste. Fue nominada en cuatro categorías. Se llevó el galardón por “Artista con mejor imagen"

Texto: Víctor Pastore | fotografía: David González
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En una rueda de prensa, a finales de mayo de 1961, el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy tuvo que identificarse delante de un nutrido grupo de periodistas:

“Soy el tipo que ha venido a París acompañando a Jacqueline Kennedy”.

La visita de Jackie a la capital francesa había causado un revuelo increíble. Esta no era una primera dama como las anteriores, esas señoras hiper conservadoras, aburridísimas y nada agradables a la vista –sí, Mamie Eisenhower, es contigo. Jacqueline Bouvier fue criada como toda una princesa: lecciones de equitación, educación en La Sorbona y veranos recorriendo Europa. Toda una princesa de la costa este norteamericana. Era de esperarse entonces que, llegado el momento, 1953 para ser exactos, desposaría un Kennedy, lo más parecido a la realeza disponible en Estados Unidos.

En su labor como primera dama enseñó al público norteamericano de la posguerra el significado del buen gusto. Tan bueno era éste que más de un lío estallaron por las generosas facturas de Givenchy y Dior que llegaban a la Casa Blanca. Incluso después del asesinato de JFK, que enfrentó dignísima, en su maculado Chanel rosa, Jackie continuaba con las lecciones de francofilia a un público que soñaba con parecerse un poco a ella. Si no en lo rica, al menos en lo famosa –o en los sombreros.

Con la misma elegancia de una Jacqueline Bouvier debutante y esa seductora mirada de Bambi, la cantante venezolana Andrea Lacoste estuvo dispuesta a llenar los vestidos de Oleg Cassini que convirtieron a la primera dama en un icono de la moda. Replicando a la perfección el elegantísimo bouffant que la señora de Kennedy popularizó en la década de 1960, Andrea logró reflejar esa elusiva belleza luminosa que sólo saben tener las mujeres verdaderamente inteligentes.


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