Política

Benigno Alarcón: El gobierno va a escalar el conflicto en 2020

Venezuela llegó a ser una democracia referencial en todo el continente, pero un día llegó la barbarie. Ahora somos un problema planetario y una amenaza para la región. Juan Guaidó se asomó como esperanza pero los rojos han sabido mover las fichas, y hasta parecen repuntar

Alarcón
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La crisis política venezolana es realmente peliaguda. Un complejo enrevesamiento de vectores de todo tipo, que van a dar a una espiral de violencia sin parangón. La diáspora para los pelos de punta, y –según Inés Quintero– nada en nuestra historia se le puede parar al lado. Es decir, un país tradicionalmente dictatorial cruzó el oasis de la IV República como si tal cosa, en un santiamén, y acá estamos de nuevo bajo la garra de un caudillo. La situación venezolana está en constante análisis y Benigno Alarcón es uno de sus estudiosos, desde el quehacer político.

La irrupción de Juan Guaidó en la escena política nacional e internacional fue recibida como una bocanada de aire fresco por una población hastiada de lastres de todo tipo. El racionamiento del agua, la falta de Internet, la inflación galopante, el hampa desbordada, y pare usted de contar. Ese largo rosario de males que llevaron el algún momento a su popularidad al cielo del 60%.

«Hay tres sectores en la población: un primer grupo que busca readaptarse; un segundo grupo que quiere emigrar y un tercer grupo que habla de armarse para la lucha»

Benigno Alarcón es el director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). Su perfil es el de un apasionado voraz del análisis político, y en todo momento está trabajando en el asunto, salga sapo o salga rana. En estos momentos, dirige un diplomado sobre transiciones políticas, en el cual tiene a varios profesores de lujo como invitados.

Tres fases

“Venezuela atraviesa por una crisis política, y las mismas tienen tres fases: escalada, desescalada y estancamiento. Nuestra crisis está, en estos momentos, en una fase de estancamiento. Y la gente suele pensar que un estado de estancamiento debe resolverse rápido, pero esto no es así necesariamente”, comienza por limpiar de polvo y paja la confusión que reina en la opinión pública nacional.

Benigno Alarcón

Y pone un par de ejemplos para exorcizar toda duda: el primero de ellos, es el incordio diplomático entre Venezuela y Guyana por el Esequibo. Es un conflicto que tiene muchos años en la fase de estancamiento, y no se sale del mismo porque ninguna de las dos partes se decide a escalarlo. Venezuela dispone de poderío bélico para hacerlo por la vía de la fuerza, pero no lo hace porque ello le traería la enemistad de todos los países del Caribe, y de algunos otros. Entretanto, Guyana se beneficia del status quo, y apuesta por mantener el asunto en la inacción.

Pero también pasa en el conflicto entre Venezuela y Colombia, por el Golfo, de modo inverso. Acá es Venezuela quien se beneficia del status quo, y ninguna de las dos partes se decide a escalar el conflicto por la vía de la fuerza, porque podría resultar peor. “Es verdad que Colombia lo intentó en un momento con el buque Caldas, pero eso no pasó de ahí”, refiere el entrevistado.

De modo que lo primero que hay que decir es que el gobierno paralelo de Juan Guaidó, podría prolongarse por años, lo mismo que las tensiones con Estados Unidos, y, claro, el régimen opresor que nos ocupa.

Nicolás Maduro tratará de montar unas parlamentarias lo suficientemente creíbles como para que la comunidad internacional no chiste

En 2020 habrá desenlaces

Pero no. “El gobierno va a escalar el conflicto el año que viene, a través de las elecciones parlamentarias”, dispara duro el portavoz, si bien aclara que los politólogos no tienen bolas de cristal, ni varitas mágicas. Esa es, en todo caso, su apuesta como analista.

Benigno Alarcón dice que el régimen de Nicolás Maduro tratará de montar unas parlamentarias lo suficientemente creíbles como para que la comunidad internacional no chiste, pero a la vez generando la bruma que impida a los electores de la oposición concurrir a las urnas.

¿Cómo es esto? Bueno, unas elecciones que vayan a fin de año, que den tiempo de que todos los contendores hagan campaña, en todos los medios, etcétera. Pero evitando las presidenciales, por lo cual, muchos adeptos de Juan Guaidó, no votarán porque no se ha producido el “cese de la usurpación”, verbigracia. El célebre mantra.

Pero, ¿qué hará la oposición si esto pasa? “Bueno, como he dicho, hacer predicciones es difícil, pero lo primero que uno ve es que la oposición puede participar o no participar”, adelanta Benigno Alarcón. Visto de otro modo, la jugada de la oposición podría pasar por exigir las presidenciales como requisito sine qua non para ir acudir a unas parlamentarias, en las cuales podría perder la presidencia del Parlamento, y por lo tanto, ver a Guaidó rodar como una piedra.

Benigno Alarcón

Ahora bien, ¿cómo definir el estancamiento en el cual estamos? ¿Cuáles son los rasgos que lo caracterizan? Uno de ellos, dice la fuente, es que el gobierno podría escalar el conflicto con la fuerza, por ejemplo encarcelando a Juan Guaidó, pero no lo hace porque eso podría traerle más problemas que otra cosa. Otro rasgo es que el status quo beneficia a ambos bandos, y por eso ninguno de los dos se decide a escalar el estancamiento.

Lo cierto es que la soga cada vez aprieta más duro el cuello de los venezolanos, y más allá de eso que llaman “calma chicha”, o sea un prolongado estado de indefinición en lo político, Benigno Alarcón estima que en 2020 tendrán que producirse algunos desenlaces, como ya se dijo más arriba. El experto cree que es bastante improbable que Estados Unidos se decida por una incursión militar, ni en el corto, ni en el mediano plazo, si bien no se atreve a cerrar esa rendija del todo en el análisis. “Luego del fracaso de la invasión a Irak, no creo que Estados Unidos use la fuerza militar en Venezuela. Esto le pondría en contra a América Latina y a toda Europa. Hizo falta el ataque a las Torres Gemelas, no obstante, para que Estados Unidos invadiera Irak”, recuerda el portavoz.

“El gobierno va a escalar el conflicto el año que viene, a través de las elecciones parlamentarias”

Como se dijo, Benigno Alarcón es un trabajador incansable y la politología es su gran pasión. Es un hombre de estatura mediana, bien trajeado, piel cetrina y mirada aristocrática, que siempre resulta desmentida por una sencilla calidez, que envuelve cada uno de sus certeros dardos como analista. Un hombre que hace trabajo de hormiga. Por ello, en el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB a veces la orden es soltar los libros e irse a hacer trabajo de campo.

Crece el descontento

“Recién estamos comenzando una segunda fase de los trabajos de campo, pero tenemos resultados que datan de mayo de este año, y allí vemos que la inconformidad está creciendo. Hay tres sectores que identificamos en la población: un primer grupo que busca readaptarse porque entendió que esto no va a cambiar pronto; un segundo grupo que quiere emigrar, y quizás no todos lo hagan, pero al menos tienen el deseo; y un tercer grupo, que habla de armarse para la lucha, es decir, tomar el camino de la lucha armada”.

Sobre la diáspora, dice que seguirá en ascenso. O sea, sus datos coinciden con los del experto Tomás Páez, y –en efecto- pese a las consideraciones de depauperación de los migrantes, la xenofobia, y todo eso, la gente se seguirá yendo del país. No hay burbuja caraqueña que valga.

En torno a ese grupo que dice estar decidido a tomar las armas, pues confirma que si bien hasta ahora solo uno de los bandos ha estado en poder del acero, eso no quiere decir que el otro no pueda comenzar a armarse, y –eventualmente- producirse un escenario de enfrentamiento de guerrillas urbanas, cosa que puede prolongarse en el tiempo y ser incluso más devastador que una invasión yanqui.

Un caso inédito

Dígase lo que se diga, el apoyo en torno a Juan Guaidó por parte de la comunidad internacional ha sido algo realmente inédito, dice Alarcón. “No se había visto antes nada similar, tal vez en el caso del cese del comunismo en Rusia, y algún otro caso en la OTAN”, calibra el politólogo.

Aún así la cosa pinta color de hormiga, y Nicolás Maduro viene escalando en la región, pese a las arremetidas de Guaidó y su tinglado. Alarcón, más allá de todo fatalismo, aclara que ese bloque de 60 países que se aglutinaron alrededor del interinato podría comenzar a ver mellado su filo, con casos como el de Argentina donde el peronismo volvió a la presidencia, o como consecuencia de los focos de caos que se han verificado en Chile y Ecuador, por ejemplo.

Nuestra crisis está, en estos momentos, en una fase de estancamiento

Puertas adentro, las maquinarias de los partidos lucen debilitadas para el especialista de la UCAB, si bien el PSUV dispone de más dinero para desplegar una red clientelar. “En el caso de la oposición el centro de gravedad sigue siendo Guaidó. Y todo el que se ponga en contra, o hable mal de él, corre un riesgo político alto, porque viene a ser algo así como el aguafiestas”.

Es verdad, expone Benigno Alarcón, que quizás el sistema de los CLAP está debilitado, pero la gradería rojita puede seguir ejerciendo influencia en las bases a través de los mecanismos de control como las Unidades de Batalla Hugo Chávez (UBCh), entre otros.

El politólogo conviene en admitir que la oposición, a lo largo de todos estos años le ha buscado siempre la vuelta a la cosa, y se ha sabido reinventar en cada escenario; la resistencia de la prensa ha sido tenaz, también la de la sociedad civil. Y no ha bastado.

Poder de fuego

Consultamos a Benigno Alarcón sobre su lectura de los sucesos de calle del 30 de abril de este año. Considera que atando cabos se puede entender lo que pasó: había una especie de bruma en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), si bien un bando de militares ofreció apoyo a Juan Guaidó.

Y como había esa bruma, se hizo una apuesta, pero se perdió. Es claro, dice, que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, tuvo un rol crucial en esa hora, tal como se desprende de su posterior pronunciamiento junto al alto mando militar.

Benigno Alarcón

Cree que la FANB se mantiene en sus trece porque en cualquier país la división de la milicia implica fuego, guerra, pugnas con poder de disparar, y si bien puede haber divisiones al interior de los cuarteles, los militares han apostado por mantener la normalidad, y conservar –además- una cantidad ingente de beneficios que les han sido conferidos por el régimen de Maduro.

Como se ve, la situación en Venezuela dista mucho de ser sencilla. La economía no deja de asfixiar, y Caracas figura en los rankings más serios entre las cinco ciudades más peligrosas del orbe. Hay quien dice que se trata del crimen organizado en el poder, como sostiene María Corina Machado o Alejandro Rebolledo. Pero más allá del Informe Bachelet, ese que retrató a un gobierno violador de derechos humanos, allí está Venezuela con una silla en el Consejo de DDHH de la ONU. ¿En esta película ganan los malos? Eso se sabrá en su debido momento, porque como decía el gran Héctor Lavoe, “todo tiene su final”. Es así.

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