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Biopolímeros: la belleza paga con enfermedad

Aquí una crónica que retrata la obsesión de alguna mujeres por ser cada vez más bella. A veces el costo de ese afán sale muy caro: enfermedad, dolor e incluso la muerte. Los biopolímeros están desterrados de las prácticas médicas por provocar un sinnúmero de complicaciones en el cuerpo. No obstante, hay muchos falsos cirujanos que, sin piedad, los inyectan

Fotografía: Anastasia Camargo
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Es sábado en la tarde y la sala de espera del consultorio del cirujano plástico Daniel Slobodianik está repleta de mujeres. La consulta había comenzado a las 10:00 am y a esa hora ya varia pacientes del interior del país habían llegado a Caracas, especialmente para esta ocasión. En la sala conversan, cuentan chistes, leen revistas, chatean, en fin, aguardan con paciencia su turno. Unas son veinteañeras, otras superan los treinta y hay algunas que están en sus cuarenta. Algunas son rellenitas, otras muy esbeltas, hay bajitas y altas. Por su forma de vestir, de expresarse y, sobre todo, por las historias de vida contadas por ellas mismas proceden de estratos sociales diversos.

Participo en la conversación y una de ellas me pregunta: “¿Y tú donde te inyectaste?”. “En ningún lado”, respondo, después de darme cuenta de que soy la nota discordante en este universo en el que la característica común tiene un nombre sacado de la clase de química: biopolímeros.

Sandra está en la primera mitad de los treinta, tiene un rostro redondo y su contextura es gruesa. Cuando se divorció cayó en una depresión que decidió curar acudiendo a un cirujano plástico en Barquisimeto. No sabía exactamente qué parte del cuerpo quería corregir, pero en definitiva lo que buscaba era esa “pequeña ayuda” que a veces levanta la autoestima. La sugerencia del médico fue aumentar y reafirmar sus glúteos y Sandra, sin pensarlo dos veces, se sometió al procedimiento. Meses después comenzó a sentir molestias en su espalda y piernas, así que indagó sobre la sustancia que le habían inyectado. Fue en ese momento cuando comprendió que en su cuerpo llevaba un material llamado biopolímero, y que una paciente de su propio cirujano plástico había muerto luego de recibir el mismo tratamiento. Ahora acude a la consulta especializada y quizás deba enfrentar una intervención quirúrgica. Los dolores y las constantes reacciones de su cuerpo ante este cuerpo extraño le han cambiado su vida: no puede pasar mucho tiempo sentada, no puede realizar sus actividades cotidianas con normalidad y su ánimo está por el piso.

Cirujano en Twitter

Slobodianik tiene una clientela numerosa y es un médico de renombre. Conocido como uno de los cirujanos del Miss Venezuela. Es además un popular twittero que se ha tomado muy en serio la divulgación de información médica a través de las redes sociales. Buena parte de ese contenido está dedicado al uso de biopolímeros. No hay que complicarse con la terminología, lo importante es tener claro que son sustancias sintéticas inyectables, que no provienen de nuestro organismo y que durante años se han usado para “rellenar” arrugas en el rostro o aumentar el volumen de ciertas partes del cuerpo.

Su uso está prohibido en Venezuela desde el 22 de diciembre de 2011, según dictamen emitido por el del Servicio Autónomo de Contraloría Sanitaria del Ministerio del Poder Popular para la Salud. “Por cuanto representan un riesgo para la salud por sus efectos colaterales graves y potencialmente fatales asociados a su uso”, explica la sanción. Específicamente están vetados los polimetacrilatos y silicona líquida, así como sus mezclas, que vienen en presentaciones comerciales con marcas como Biofill, Bioskin, Metacol, Silomed y Bioderm, entre otras.

“Esta es la famosa PIP”, dice Slobodianik mientras pone entre mis manos una prótesis mamaria rellena de silicona. Por estos días, el mundo entero presenció la detención del fabricante de  los implantes, levantando una ola de angustia entre cientos de venezolanas que las llevaban puestas. “Las PIP se pueden extraer, los biopolímeros no. Imagínate que toda esa silicona que está dentro del saco estuviera regada en tus glúteos. Eso es un problema más grave, porque hay un cuerpo extraño dentro de ti que nunca desaparece”, afirma el cirujano.

Lo secunda César Oliveros, cirujano plástico y profesor de la Universidad del Zulia, quien constantemente viene a Caracas para ofrecer, junto a Slobodianik, una consulta exclusiva para pacientes afectados, como la que se está llevando a cabo con el grupo de mujeres que espera afuera. “Son numerosos los casos que hemos recibido en Maracaibo. Con toda la data recopilada estamos trabajando en una clasificación clínica de acuerdo con los síntomas y signos, entre otras variables. Pero la literatura médica sobre el tema no es tan abundante”, comenta. Y cuando comienza a enumerar los signos y síntomas más comunes, aparece una cartilla impronunciable de males e incomodidades, amén de los riesgos durante el momento de la aplicación. Por ejemplo: la muerte por embolia pulmonar.

Lo cierto es que pueden pasar cinco días o 25 años para que los síntomas se hagan visibles y van desde cambios de coloración en la piel o presencia de piel de naranja, hasta fuertes dolores, fibrosis, edemas y granulomas. Quien lleva biopolímeros en su cuerpo tiene una bomba de tiempo que solo la suerte puede dejar inactiva: no importa si están en las piernas, los glúteos o el rostro —los sitios más comunes para su aplicación—, tarde o temprano el cuerpo pasa factura.

Mariela tiene 45 años y luce regia. Es una mujer atractiva, con una figura menuda pero definida. Aunque se nota “algo” en su boca, a simple vista uno no logra identificar exactamente qué rasgo pone la nota discordante. Ella se adelanta: en 1998 acudió donde una cosmetóloga para aumentar el tamaño de sus labios y le inyectaron un biopolímero. Cartoce años después, presenta un endurecimiento en el labio que no ha conllevado más consecuencias que algunas molestias ocasionales, pero que la obliga a convivir con una apariencia antinatural que le desagrada. Por eso asiste a la consulta, quiere saber si puede reparar de alguna manera las secuelas de su decisión.

Abre los ojos

Desde los años 50, comenzaron a usarse este tipo de substancias, sobre todo en el rostro. Para fortuna de Mariela, la que le inocularon no se ha desplazado a otras áreas, mucho menos a lugares tan sensibles como el contorno de los ojos, pero no todas corren con la misma suerte. Algunas decidieron rellenar sus patas de gallo o “refrescar” su mirada y las consecuencias fueron tan graves como la ceguera.

Parece alarmista una referencia a la pérdida de la visión. Sin embargo, la oftalmóloga Noemí Lairet —mejor conocida como la Dra. Párpados— ha visto de primera mano estos casos. Cada semana y a veces cada día recibe en su consultorio pacientes que acuden para reparar el daño que otros hicieron. Pero no siempre el enfermo cuenta los antecedentes. “Por experiencia, uno puede sospechar con el tacto si esa bolsa bajo el ojo es un cuerpo extraño o si se trata de la propia grasa corporal. Hay pacientes que dicen no recordar haberse inyectado nada, pero ante mi insistencia y los exámenes médicos, reconocen que alguna vez lo hicieron”, asegura Lairet.

No se trata de suprimir cualquier tipo de procedimiento estético, ya que hay muchos casos en los que se puede mejorar la calidad de vida de un paciente, pero la Dra. Párpados es vehemente cuando afirma que deben hacerlo los médicos indicados.

Siendo oftalmóloga, especializada en medicina estética y cirugía láser, reconoce que no todos los casos están dentro de su amplia área de experticia y que hay momentos en los que deben intervenir cirujanos plásticos u otros especialistas. “Además está el tema de la información que los pacientes deben buscar para exigir calidad a sus médicos”, explica y muestra los empaques en los que se presenta una de las marcas de ácido hialurónico, sustancia permitida que se aplica en Venezuela. “Cada persona que se somete a un tratamiento debe ver qué sustancia se está usando, debe incluso revisar la etiqueta, identificar el empaque y solicitar un certificado”, afirma.

Y en esto coincide por completo la dermatóloga Susana Beluardo, quien agrega que hay que estar atentos con los costos, ya que muchas veces venden estos productos como ofertas engañosas y precios irreales. “Los productos de calidad tienen un costo elevado, por eso los procedimientos extremadamente baratos genera suspicacias”. Al igual que Lairet, Beluardo ha recibido numerosos casos con afecciones faciales. Recuerda asimismo, que la “moda” de los glúteos prominentes comenzó a popularizarse hace años entre la población transgénero y travesti. Mientras hacía sus pasantías en la Cruz Roja de Caracas, la dermatóloga fue testigo de un caso de emergencia: un travesti se había inyectado los glúteos con aceite de niños y presentaba daños graves y una condición de salud muy compleja. Aquel recuerdo permanece intacto hasta el día de hoy y lo que en ese momento era casi una extra-vagancia, hoy es para ella una rutina.

El señor Roberto escucha las anécdotas de todas las asistentes a la consulta. Cuando su consorte interviene para contar su experiencia, él se anima a complementar la historia con algunos apuntes masculinos, que le dan una perspectiva diferente al relato. Con picardía y el típico humor venezolano, este hombre cuarentón del interior del país dice que cuando su esposa llegó a la casa y se quitó la ropa él se sorprendió: “¡Coño, se le veía el culo redondito!”. Él no sabía que ella se había hecho el implantey tampoco pensaba que le hacía falta. Después de verla padecer los síntomas, está más convencido aún de que no quiere que ella cambie nada de su cuerpo: “No me gusta ver este tipo de cosas en mi esposa, pero las mujeres que andan en la calle, que se hagan de todo”.

 El valor de una nalga

Definitivamente, después del boom de los implantes mamario llegó el de los glúteos pronunciados. Para levantarlos y rellenar los existen, según los especialistas, dos caminos posibles: implantes similares a los que se insertan en las mamas o inyección de grasa corporal. En el primer caso, el postoperatorio es traumático y las posibilidades de infección son elevadas, ya que la cicatriz se encuentra muy cerca del ano. Además, las pacientes reportan que las prótesis les generan incomodidad al sentarse. En el caso de la lipoinyección, la desventaja fundamental frente a las prótesis es la reabsorción de la grasa en el cuerpo, por lo que los efectos no son permanetes.

Frente a esta realidad están los caminos verdes, la opción barata, el consuelo temporal de muchas mujeres que, sin necesitarlo, se dejan llevar por la recomendación de médicos y esteticistasinescrupulosos, por la experiencia de una amiga o por baja autoestima. Parece mentira, pero todo tipo de personas cae en la trampa del cambio milagroso. Internet da para todo y para todas.“¿Quieres lucir bella, espectacular, ‘tuning’ y explotada para las fiestas de fin de año? Visita al doctor Argenis Rodríguez,médico cirujano especializado en implantes para damas y caballeros”. Así dice el video promocional de un “especialista” en elestado Zulia. Tiene colgada en su página una entrevista, con fecha anterior al decreto de prohibición de uso de biopolímeros, en la que explica a una conductora de TV regional las “bondades” de su tratamiento.

“Esto no es cirugía plástica, esto es cosmética extrema”, afirma Rodríguez y procede a explicar la naturaleza del producto: “Es sintético, a base de silicón, que tarda 500 años en degradarse”,dice mientras muestra un frasco de plástico sin etiqueta visible,donde se ve un líquido transparente y viscoso. Entre risas yasombro, la periodista continúa el interrogatorio: “¿Usted es médico profesional, verdad?”. El entrevistado contesta: “Claro, yo soy médico cirujano y específicamente traumatólogo. Los glúteosson los que más practico, está de moda. Es como inflar un balón,o llevar un carro al taller. Como cachetico de niño quedan”. El video tiene más de 700 vistas en Youtube. Parece inverosímil que este tipo de declaraciones se den en los medios masivos, pero en Venezuela era el pan nuestro de cada día antes de la interdicción. Ahora se manejan con mucha máscautela. “En las revistas dominicales había avisos, en la páginaMercado Libre se ofrecía el producto y además cursos a domicilio. Y no era solo un tema de esteticistas o médicos charlatanes,cirujanos plásticos reconocidos en este país inyectaban biopolímeros hasta hace poco”, cuenta Adriana Blanco, mesoterapeuta,nutricionista y parte del equipo de Solobodianik.

A ella misma, después de operarse los senos con un médico muy conocido, le ofrecieron engrosarle un poco el labio superior para dejarla “perfecta”. Aceptó la recomendación de su médico y ahora tiene una bola de plástico en la boca. A simple vista no se nota, pero hay días en los que la inflamación es mayor. “Con las bebidas alcohólicas se me inflama, y mi boca no aguanta un beso apasionado”, dice con un toque de humor negro, para alegrar la espera del resto de las chicas.

Pero cuando los labios son los de la vagina, no hay chiste posible. Cuenta Blanco el caso de una joven de Maturín que, tras inyectarse biopolímeros para una supuesta “reconstrucción vaginal”, comenzó un viacrucis debido a la migración y diversas reacciones a la sustancia. Fue necesario hacerle un raspado vaginal. Ante la imposibilidad de tener hijos y mantener una vida íntima normal, la joven se suicidó. En el sitio web del Dr. Rodríguez no solo se ofrecen “vulvoplastias”, también faloplastias: engrosamiento del pene. Ambos procedimientos los vende como sencillos y están ampliamente documentados con fotografías del antes, el durante y el después. Las imágenes son fuertes y explícitas, están en Internet para quienes tienen estómagos resistentes.

Cuando busco en la página de Mercado Libre las palabras “aumento de glúteos” aparecen pocas entradas, una de ellas dice:

“Aumento de pantorrillas, glúteos, ultracavitación, botox, cursos”. Llamo al número indicado y una voz de mujer me relata una cartilla sin siquiera preguntarme nombre o edad. “Tienes que hacerte un perfil 20 con plaquetas. Dependiendo de los resultados yo te digo si te puedes hacer el implante. Se te inyectan unos 100 cc. en cada nalga, eso depende de lo flácida que las tengas. Yo te prescribo antibióticos y analgésicos para el preoperatorio y el postoperatorio”. Le pregunto qué sustancia me va a inyectar y le refiero los casos hasta de muertes reseñados en los medios. Me contesta que esto es seguro, que no es lo mismo, que se trata de ácido hialurónico y poliometil. Si una pequeña ampolla de ácido hialurónico cuesta BsF 1.500, es imposible que esté usando este producto y el poliometil no es otra cosa que un biopolímero. Cualquiera puede comprobar esta historia.

Sociedad Enferma

Dentro de un edificio ocupado por refugiados falleció Yuraima Presilla en Noviembre de 2011 por una embolia. La causa: mala praxis en la implantación de biopolímeros. Dejó a cuatro niños huérfanos, uno de ellos con apenas tres meses. En el edifico Pomarrosa funcionaba el Centro Estético Dani Light, atendido por la esteticista Mercedes Betancourt Paredes, quien fue acusada por la Fiscalía y privada de libertad. En manos de Betancourt ya habían fallecido otras dos víctimas: Albina Labrador y Jackmen Enrique Hidalgo, transexual que se sometía también al aumento de glúteos.

Esto ocurrió en Caracas, pero en Zulia han muerto al menos cuatro pacientes, y se han recibido denuncias desde otros lugares del país. Solo en 2011 se registraron tres decesos y se recibieron 866 denuncias de mala praxis. Ante lo alarmante de la situación, la Contraloría Sanitaria del Ministerio de Salud tomó acciones inmediatas, como la prohibición de la sustancia y la creación de una línea de atención para afectados y denuncias.

En este sentido, el Dr. Divis Antúnez, director general del Servicio Autónomo de Contraloría Sanitaria del MPPS, declaró recientemente: “Desde el mes de enero hasta el 15 de marzo de 2012 se han hecho más de 1.299 inspecciones en todo el país y se han cerrado 118 estéticas”. En Caracas se inspeccionaron 318 estéticas, de las cuales se cerraron 13 y se abrieron 13 procesos administrativos.

“A mí no me importa mostrar las fotos de mi cuerpo, yo lo que quiero es divulgar un mensaje a todas las mujeres de Venezuela”, dice con muchísima convicción Taylee Castellanos, una joven periodista del estado Aragua que decidió convertir el calvario que ha vivido desde 2010, en una motivación para que otras mujeres no sufran lo mismo. Mientras espera turno en la consulta de biopolímeros, se dedica a recabar los datos de todas las mujeres presentes, para sumarlas a un colectivo que está creciendo vertiginosamente y que integra la campaña “No a los biopolímeros”.

Taylee ha contado una y mil veces en medios públicos y privados, nacionales e internacionales, sus sucesivas hospitalizaciones, la pérdida del trabajo, la pesadez, el cansancio y el dolor con el que convive todos los días. Por BsF 4.000 una esteticista “súper recomendada” en Maracay, en pocas horas, la llevó al estado en el que está ahora y que le ha costado mucho más de BsF 25.000 en tratamientos.

Como vocera del grupo, ha logrado captar la atención mediática. Pero la labor no se limita a eso. Junto a otras afectadas ha visitado el Ministerio de Salud exigiendo mayores y más eficaces controles sanitarios. También ha acudido al Hospital Vargas, donde el infectólogo Jacobus De Waard ha atendido a numerosas pacientes y está haciendo una encuesta entre las afectadas para organizar la data y poder brindarles apoyo.

 La acción más reciente fue una visita a la Asamblea Nacional.

Solicitó la creación de una comisión especial para visitar los centros que ya muchas de ellas han denunciado. También pidieron un derecho a voz, apegándose al reglamento interior y de debates de la AN. Por último, propusieron la elaboración de una ley que sancione a personas naturales y jurídicas si incurren en el uso de biopolímeros. Por ahora, están a la espera de respuestas.

Al salir de la consulta, recibo una invitación en el chat de mi Blackberry para integrarme al grupo “No a los biopolímeros”. Luego de aceptarla, comienza una actividad frenética de nuevas usuarias sumándose. Semana a semana recibo actualizaciones, leo chats en los que unas afectadas aconsejan y dan soporte a otras. Me entero de cada una de las actividades que realizarán, del resultado de las intervenciones quirúrgicas de quienes han podido costeárselas, escucho quejas, llantos, alegrías y palabras de aliento. Antes de terminar de escribir este artículo, Taylee cuenta que la Defensoría del Pueblo la contactó para brindar apoyo en el caso y que el chat debe replicarse por regiones, porque su teléfono ya no funciona con tantos contactos. Ya no es momento para encontrar la cifra que protagonizará el texto, ni para ubicar nuevas fuentes, no hay tiempo para más investigación, pero el drama de miles de mujeres continúa. Decido que no abandonaré el grupo y pongo punto final al reportaje <

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