Investigación

Cédulas, la identidad como misión imposible

Hay venezolanos sin cédula de identidad en el bolsillo. Muchos. Ese papel plastificado dejó de ser un documento sencillo y rápido de tramitar. La Misión Identidad, creada cuando al chavismo le interesaba que hubiese muchos votos, murió. Ahora se imponen las demoras, las fallas en el sistema y la ineficiencia. Como una película que regresó a los años 90, sacarse una cédula es una carrera de resistencia. Y el gobierno ahora quiere cobrarlas. Clímax presenta la serie Venezuela, país sin identidad

COMPOSICIÓN GRÁFICA: GABRIELA POLICARPIO
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A Elena González la robaron un viernes en una noche de octubre cuando llegaba a su casa en Catia. Un malandro la abordó de frente, sin muchos preámbulos, y le pidió que entregara su celular. “No tengo teléfono, ¿qué me vas a quitar?”, le soltó envalentonada al no ver rastros de armas. La cartera que guindaba en sus hombros se convirtió en el nuevo blanco del deseo criminal. Ambos forcejearon, el bolso cedió y el ladrón salió corriendo. No tenía objetos de valor, tan solo algunas tarjetas bancarias, pero entre sus pertenencias más preciadas estaba la cédula de identidad.

La veinteañera dejó pasar el fin de semana y el lunes se levantó a primera hora de la mañana para ir al Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) de Pérez Bonalde, cerca de la estación del Metro de Caracas, en busca de respuestas. Las noticias no fueron esperanzadoras.

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Los funcionarios le notificaron que no podía tramitar un nuevo documento porque en el sistema “seguía abierto” el proceso para la obtención del pasaporte por primera vez, gestión que hizo desde noviembre de 2016 y que dos años después no culmina. “Pasaporte por imprimir”, todavía le muestra el portal web como un tormento.

Al quedarse sin muchas opciones, consideró cancelar la diligencia. Le recomendaron dos alternativas: que “lo dejara así” porque el organismo habilitaría una jornada de liberacion de pasaportes que habían quedado congelados en las bóvedas o que sacara la cédula de identidad en un operativo.

—¿Dónde hay operativos?
—Ahorita no, a partir de la última semana de noviembre. Tienes que estar pendiente de la página.

Nada. No ha encontrado operativos en Caracas. Elena está sin documentos que la identifiquen como venezolana. No tiene ni una cédula vieja, aunque sea vencida, porque la extravió hace tiempo. No ha podido bloquear sus cuentas y sacar nuevamente sus tarjetas porque los bancos le piden la laminada. Tampoco ha conseguido transferir dinero a cuentas de allegados porque el ladrón también se llevó con él la clave de coordenadas que le solicita el Banco de Venezuela para registrar un contacto nuevo. Sustituirla solo es posible cédula en mano. Sin cédula, sin pasaporte, sin tarjetas. Está de manos atadas. “Es un desgaste innecesario. La cédula es un documento esencial, no veo por qué no me la pueden sacar porque tengo otro trámite. ¿Me quedo sin cédula por siempre? ¿Y si no vinieran las elecciones y no hacen operativos?”, se pregunta. Sin respuestas.

La cédula de Andrés Martínez se venció en abril de 2018. En su visita al Saime de San Bernandino se topó con el primer inconveniente: lo rebotaron por no haber llevado consigo una copia de la partida de nacimiento, al parecer indispensable, porque la copia de su cédula no fue suficiente. Fue hasta su casa ubicada en Bello Monte y regresó ese mismo día con el documento. La segunda vez que lo atendieron la traba fue más grande y más complicada: “Tú no te puedes sacar la cédula porque tienes el trámite del pasaporte abierto”. Sin derecho a réplica. Cancelar el proceso de renovación del libro azul ni siquiera cruzó por su cabeza. Se fue con la autoestima destruida. Cedulascita-3 Andrés recuerda la primera vez que se sacó la cédula, 10 años atrás, luego de haber hecho una cola “larguísima” en un operativo en el Colegio San Ignacio, del que salió con su documento apenas horas después. Las cosas han cambiado. “Que yo no tenga cédula es una vaina que me da en la madre. Es mi derecho, es un documento que debería tener todo el mundo. Si yo no tengo mi cédula debería ser por mi propia negligencia, no porque el Estado me entorpezca todo de esta manera. No hay material, se tardan años, siempre es un problema”. Quienes logran hacer el trámite tampoco salen el mismo día del Saime con el premio de la identidad. A Moisés Tovar lo atracaron a principios de año en la estación Teatros del Metro de Caracas. No quiso perder el tiempo y al día siguiente se lanzó a la calle para reponer su cédula. En el Saime de La Hoyada y El Paraíso la respuesta fue la misma: “No hay material”. De ahí se acercó hasta la sede ubicada en Plaza Caracas, en el centro de la ciudad, y el alto volumen de personas con las mismas intenciones que él lo obligó a hacer cinco horas de cola, desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la tarde. Al entrar a las oficinas, tomaron nuevamente sus datos, registraron sus huellas dactilares en un aparato y estampó su firma en una máquina electrónica. Lo mandaron a su casa con la promesa de que tendría su cédula en 15 días. Eso no ocurrió. No hubo comprobantes o ningún otro papel provisional que le sirviera de documentación.

En el Saime le vieron la cara tres veces más y en todas le dijeron lo mismo: “Están procesando las huellas aún”. Tres meses más tarde, la suerte tocó a su puerta. Frente a su vivienda, en un colegio de San Martín, habilitaron un operativo de cedulación. Le entregaron su documento ahí mismo. “Mi otra cédula debe estar en ese Saime. No sé si ya está lista o aun verificando huellas”. Todo es posible.

Javier Suárez* quiso prevenir antes que lamentar. Mejor tener dos cédulas por si el hampa le arrebata una. Junto a su padre acudió a la oficina del Saime en La Trinidad. En 2017 le habían dicho que “no había sistema” pero ahora la habían informado que todo marchaba mejor. Fueron llenos de escepticismo, pero salieron recompensados.

Llegaron a las 9 de la mañana de un martes y solo había cinco personas delante de ellos haciendo la cola para tramitar la cédula de identidad. Los pasaron al instante, no les pidieron nada, no les preguntaron nada. El joven explica que el proceso fue rápido. “No tardé ni cinco minutos ahí”. Le manifestaron que su documento estaría listo en 20 días hábiles. “Al salir nos encontramos a varias personas que estaban reclamando que tenían más de un mes que se habían sacado la cédula y no se la habían entregado”, asegura. “Ya hicimos la gestión, algún día llegará”, se dijo a sí mismo en aquella oportunidad. Sorpresa: ya tiene documento. “Creemos que lo que tuvimos fue suerte, parece algo aleatorio. ¿Cómo te explicas que hay personas que tramitaron el proceso hace seis meses y no lo tienen listo?”.

Hace años no ocurría lo mismo, recuerda Javier. La segunda renovación de su cédula la hizo en Los Ruices y le entregaban el documento en la misma jornada. Y los cambios, a su parecer, van más allá: el material de la cédula no es igual. “Es más endeble, parece una copia que cualquier persona pudiese sacar en cualquier sitio de fotocopias. El plástico de antes tenía el sello, le daba como más estatus. Sencillamente es un plastificado bonito, porque es nuevo, pero endeble”. Las comparaciones, odiosas pero necesarias, saltan. “Yo he visto el carnet de la patria y no solo lo dan al momento como hacían con la cédula, sino que es mejor material. Ese es un plástico duro”.

 

¿Avances?

La primera cédula venezolana fue emitida el 3 de noviembre de 1942. El papel llevaba escrito el número 0001 y el nombre de Isaías Medina Angarita. El entonces Presidente de la República descartó el registro parroquial que se realizaba en los templos y creó el Servicio Nacional de Identificación. La Ley Orgánica de Identificación establece que la cédula, “documento principal de identificación”, debe ser tramitada por los venezolanos mayores de nueve años, vence cada 10 años y es emitida por el Saime, ente dependiente del Ministerio de Relaciones, Interiores Justicia y Paz. La retórica oficial durante muchos años condenó que el derecho constitucional a la identidad no era garantizado. Que la burocracia podía más. Que la exclusión era la guinda. Fue parte del discurso que impulsó la creación de la Misión Identidad en abril de 2004.Cedulascita-2 El objetivo del programa era otorgar de forma “inmediata, expedita, eficiente y eficaz” el documento con el cual se puede, también, votar. Faltaban cuatro meses para al referéndum revocatorio que definiría la continuidad o no del gobierno de Hugo Chávez. Y cada voto cuenta. Fueron habilitados módulos en todo el territorio nacional, equipados con cámaras digitales e impresoras portátiles. Según cifras oficiales, del 18 de octubre de 2003 hasta el 16 de diciembre de 2004, fueron cedulados 8.710.804 venezolanos. Para la segunda etapa, del 31 de enero de 2005 hasta el 31 de julio de 2006 –cuatro meses antes de la reelección de Chávez–, se tramitaron más de 10 millones de cédulas. Cuando existía la Misión Identidad se promocionaba con videos como este, fechado en el año 2012, meses antes de la última elección de Hugo Chávez:

Entonces el chavismo era mayoría. Todas las elecciones quedaban favorables a “la revolución” que concentraba al menos el 60% de los sufragios. Una realidad electoral que cambió en 2015 cuando la oposición se impuso en las elecciones parlamentarias por más de 15 puntos porcentuales. En 2018 el asunto es peor, pues la minoría electoral es la que gobierna, según encuestas. Un estudio de Ratio UCAB, fechado en octubre de este año, ubicaba a los simpatizantes del chavismo en apenas 32,5% del país.

Todo cambió para que nada cambiara

Las demoras en las entregas, las fallas en el sistema y la inexistencia de operativos hacen espinoso el camino que deben recorrer los venezolanos si quieren obtener la cédula. En septiembre de este año, el Saime informó a través de un comunicado en sus diferentes oficinas que no entregaría cédulas de identidad “hasta nuevo aviso” a los ciudadanos que hicieran el proceso por primera vez, debido a problemas en el sistema, específicamente con la aprobación de las huellas. Incluso, en una nota reseñada por El Pitazo, los venezolanos deben llevar su propio plástico si quieren una cédula de identidad. Atrás quedaron las promesas de tener el documento de forma inmediata, como acostumbró la Misión Identidad, como si de un viaje al remoto pasado se tratara.

Agustín Valderrama llegó a las 7:30 de la mañana al Saime de Los Ruices para renovar su documento de identidad. En el sitio nadie sabía nada. “No sabemos el tiempo que se tardan para que nos entreguen la cédula”, dijo el pensionado. Le mandaron a hacer la cola, de unas 30 personas, y tener a la mano una copia de la vencida. Fue atendido casi a las 10:30 de la mañana. De las seis máquinas que había en el lugar, solo funcionaban dos y a pasos de tortuga. Pero le tomaron los datos, la foto, la firma, las huellas y le prometieron resultados en dos semanas. “Antes también había que hacer colas, siempre, pero te la entregaban el mismo día. Cuando me fui a sacar el carnet de la patria esperé tan solo 20 minutos y me le dieron ahí mismito. Para la cédula no debería tardar tanto, te toman una foto y ya. Ese es el único documento que nos identifica como venezolanos”, se quejó.

La cola en el Saime de Plaza Caracas para quienes van a retirar la cédula de identidad ya procesada sobrepasa las 20 personas. En ella estaba Mireya Granados*. Perdió la cuenta del número de veces que fue allí a pedir respuestas sobre el documento de su chamo. Lo que sí sabe sin titubear son los meses que llevan esperando por la cédula: cuatro. “Solo me dicen que no está, que venga una próxima vez. Tuvimos que exigirles un comprobante porque mi hijo no puede estar por ahí sin identificación. No quisieron entregarla, solo lo hicieron cuando vine con mi camisa de trabajador público”.

Y la historia se repite. En el Saime de Catia, el empleado que es el primero en atender a los usuarios solo logra soltar: “No sabría decir en cuánto tiempo esté lista, depende del sistema”. En la oficina de Santa Mónica no se andan con cuentos: “Te la entregamos en un mes porque no tenemos impresora”. En San Bernandino aseguran que todo depende “de la captación de huellas”. Cedulascita-1Oportunidad para el guiso Las mafias no solo florecen para los pasaportes. A Beatriz Ortega* se le venció la cédula en 2015. Cada vez que iba al Saime de Puerto Ordaz, estado Bolívar, le notificaban que las dificultades con el material imposibilitaban la obtención de su documento. Nunca pudo. Luego pidió el pasaporte y ambos procesos no conviven. A mediados de 2018, luego de que le fuese entregado el librito, pidió la cédula. Ahora la excusa fue otra: solo había para quienes la pedían por primera vez. Sin opciones legales, se fue por un camino verde. Vía Whatsapp charló con una amiga que le cobraba 30 dólares en efectivo o la cantidad equivalente en bolívares soberanos al cambio del día por emitir la cédula de identidad. “Se tarda dos o tres días en llegar a Guayana”, finalizó el mensaje. “Le quería decir de todo, que era una mafiosa, pero me contuve. No vale la pena”. A Beatriz le han dicho que en Bolívar, simplemente, nunca podrá tener la cédula. Viajar a Caracas para intentarlo no está en sus planes, además tampoco tiene cómo costearlo. Entonces espera algún operativo de cedulación que le permita no ser indocumentada luego de tres años. El Estado quiere incluir una dificultad más. El director del Saime, Gustavo Vizcaíno, declaró este 27 de noviembre en Venezolana de Televisión que se tiene previsto que las renovaciones de la cédula sean pagas. Según el más reciente informe de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2017, 87% de los hogares venezolanos está en situación de pobreza. ¿Comer o tener tu documento de identidad? En la entrevista, Vizcaíno también afirmó que «en los próximos días tendremos jornadas de cedulación en la Plaza Caracas». Para las próximas votaciones, las elecciones de los concejos municipales, faltan tan solo 11 días. Conseguir voyvo, así sean pocos. 

Ignacio Alvarado* tiene cédula y pasaporte. Privilegiado es. Pero sus hijos transitan otro desierto. Desde junio espera por los carnet de identidad de los vástagos y nada que los entregan. Sin ellos, por ser menores de edad, no pueden pedir pasaportes. El juego está trancado.

El Estado viola el artículo 22 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Lopnna) en el caso de esos morochos: el derecho a obtener los documentos públicos que comprueben su identidad. Sus padres, al menos, tienen los papeles sellados que garantizan que los pequeños existen ante el Estado. Pero tantos otros no llegan ni a eso, pues el dolor de cabeza comienza con el registro al nacer: a los niños venezolanos tampoco se les garantiza el derecho a la partida de nacimiento.

*Los nombres fueron cambiados a petición de las fuentes 

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