Cultura

Chuao y Choroní, donde El Sistema se fusiona con los cueros

En las costas de Aragua se instalaron los núcleos 441 y 442 del Sistema de Orquestas creado por José Antonio Abreu. De sus filas surgió el músico que fue aplaudido, por emblemático, en el Poliedro de Caracas el mismo fin de semana: el niño 1 millón. Con una comunidad alineada en lograr el objetivo se puso a andar el proyecto que se coronó con sendos conciertos en el patio de secado del cacao en Chuao y en el malecón de Choroní

Portada: Ramón Sayegh (Vector Dragonfly) | Fotos: Ramón Sayegh (Vector Dragonfly) y Víctor Amaya
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El sonido de las olas del mar ponía la clave. El canto matutino de las aves la melodía. El sonido propio de una mañana de domingo en Choroní el 8 de abril fue mutando. Desde temprano un centenar de muchachitos tomaron el malecón y lo fueron llenando de acordes. Eran los integrantes de la Orquesta Sinfónica Infantil de La Victoria, invitada al pueblo para el concierto inaugural del Núcleo 442 del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles de Venezuela.

Fue un fin de semana de música. El viernes en la noche se había hecho lo propio en Chuao, donde el patio de secado frente a la iglesia sirvió de anfiteatro para los músicos que acompañaron a los primeros integrantes de ese Núcleo 441: una coral infantil y un ensamble de tambores. Para lograrlo, se trasladaron más de 200 personas en peñeros desde Puerto Colombia hasta Chuao, incluyendo intérpretes, técnicos, coordinadores e invitados. “Fue algo muy emocionante para los muchachos de la orquesta. Verlos a ellos montándose en las lanchas, algunos nunca lo habían hecho, y también cómo se veían los instrumentos sobre el mar, fue increíble”, dice Jenny Noguera, gerente estadal del Sistema en el estado Aragua.

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El domingo, la costa aragüeña volvió a llenarse de sonidos desde temprano. Por grupos, los chamos ensayaban, afinaban, se divertían. Sonaron acordes de “Llorarás”, “Apágame la vela”, “El día de mi suerte” y hasta pasajes del tema que identifica a la saga Star Wars. También extractos de melodías académicas, claro. Pero esas quedaron en segundo plano bajo el sol caliente de Choroní.

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En otro punto del malecón, con el muelle de Puerto Colombia como escenografía de fondo, los niños de la coral recién formada afinaban su acto. “No pierdan el ritmo, memoricen a quién tienen al lado para cuando nos toque pararnos con la orquesta”, puntualizaba al profesor Daniel Quintero, director invitado de la coral. Los pequeños volteaban a un lado y otro, había complicidades, el canto como un juego.

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Cuando el reloj marcó las 11 de la mañana comenzó la primera parte del concierto, con la Cantoría Infantil de Choroní y Chuao bajo la batuta invisible de Daniel Quintero y el local Henny Liendo. Seis piezas formaron parte de ese repertorio que destacó el valor de la negritud. Al grupo de casi 183 chamos se sumó Anderson José Itriago Liendo, de 10 años, quien llegaba de la capital luego de representar a las costas de Aragua en el Poliedro de Caracas convirtiéndose en “el niño un millón” entre los integrantes del Sistema creado por al maestro José Antonio Abreu.

“Cuando me dijeron que iría a Caracas me sentí muy alegre y orgulloso. Mis compañeros me pidieron que fuera en nombre de todos”, dijo en el malecón de Choroní donde más temprano recibió una ovación de los presentes, incluyendo la de su madre, orgullosa pero siempre estricta. “Cantar aquí se siente muy bien porque yo no pude estar en Chuao la noche del viernes por ese viaje, pero para este sí”, añadió sonriente quien tiene entre sus planea aprender a tocar cuatro, el tercero de los pilares iniciales de los nuevos núcleos.

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A la Cantoría Infantil le siguió la orquesta invitada, quienes llegaron desde La Victoria y le hacían guiños al mar para darse un chapuzón. Dirigidos por Alfredo Ascanio, interpretaron dos piezas –la Obertura de Guillermo Tell, de Gioachino Rossini, y la suite Aires de Venezuela, de José Terencio– para luego fundirse con la coral con tres movimientos más: dos piezas de Henny Liendo con arreglos orquestales, y un popurrí de parranda a partir de canciones de Francisco Pacheco.

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Por primera vez aquel fin de semana, Liendo escuchó sus composiciones con arreglos de orquesta sinfónica. Canciones que creó en solitario y en su pueblo, quizá con un cuatro. “Yo siempre decía que era a músicos viejos o fallecidos a quienes les arreglan piezas. Pero me llegó pronto con estas dos, y apenas tengo 34 años”, dijo orgulloso quien asume la dirección del núcleo Chuao de El Sistema. Su repertorio nació pensando en los tambores, y así fue trabajado: una fusión de orquesta con cueros. “Así se va a hacer aquí, para no perder nuestras raíces. Enseñaremos lo académico pero siempre metiéndole nuestros tambores para los niños aprendan aquello sin dejar a un lado lo de aquí”, agregó.

“Estos dos núcleos abren con un coro, un ensamble de percusión y otro de cuatro. Tenemos ya unos 400 niños inscritos y vamos a seguir sumando porque se abrirán de nuevo audiciones para integrar a más niños de toda esta costa”, detalló Jenny Noguera. Afirmó además que han contado con el respaldo de toda la comunidad en la procura de los espacios, así como en toda la organización logística “donde también hemos tenido acuerdos entre los posaderos, los entes gubernamentales y Fundamusical Simón Bolívar para concretar este proyecto”.

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Fue un trabajo de meses, rápido, intenso, que involucró muchas voluntades e ingenio. “Por el acceso, aquí no podían venir profesores a dar las clases. Pero Fundamusical ahora tiene un programa para formar a músicos de la comunidad, empíricos así como lo soy yo, sin formación académica en lo musical. Ellos aprovechan lo que ya sabemos, nos enseñan lo que nos falta y así nos preparan para que nosotros formemos a los muchachos”, explicó Liendo.

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“En Chuao ya en diciembre había ensamblado un primer grupo. Aquí en Choroní fue más reciente, en poco más de un mes se montó todo para la inauguración de los núcleos”, detalló la gerente del Sistema en Aragua sobre la labor en la que tuvo mucho que ver Felipe Bosques, coordinador en El Sistema del eje costero. “Este es un homenaje, porque estamos agradecidos con nuestro querido y eterno maestro Abreu, que comenzó con 11 músicos y ya hoy somos un millón”, completó la también contrabajista y directora musical.

La creación de estos núcleos permitirá a los niños insertarse a una educación que busca formar músicos y ciudadanos, “con valores y disciplina”, apuntó Daniel Quintero. Y también le servirá, por ejemplo, a Valeria Navas, nacida en Choroní y quien empezó a tocar flauta a los 4 años, cuando debió viajar a Maracay para recibir formación. A los 8 años pasó al violín y aunque toca en la Sinfónica Infantil de La Victoria podrá continuar su preparación en la costa a la que pudo por primera vez mostrarle lo aprendido.

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Entre las sonrisas que dibujaron el malecón el domingo 8 de abril, estaba la de Abel Blanco, propietario de Cacaoni Lodge y uno de los impulsores del proyecto musical en la localidad. “Todo lo que tenga que ver con la prosperidad del destino es algo que nos incumbe a posaderos, comerciantes, comunidad, todo el pueblo. Además de ser un atractivo, permite a los jóvenes tener futuro. La música permite progresar. Esto no es una obligación sino un compromiso de todos para ayudar a las futuras generaciones para que este destino sea cada vez mejor”, dijo el también representante de la Fundación Cacaoni que no perdió oportunidad para preguntarle a los integrantes de Fundamusical qué más podía aportar. “Hemos ayudado en la parte de logística, transporte, alimentación, lo necesario para iniciar y estabilizar la creación del núcleo. Luego nos queremos lograr alianzas fuertes con otras fundaciones, como la Fundación Santa Teresa, para avanzar con lo que tiene que ver con instrumentos. Queremos que la segunda fase sea sostenible en el tiempo”.

En Chuao y Choroní se vivió un fin de semana distinto, que dejó buen sabor a la comunidad. “Esto hacía falta aquí para los muchachos”, soltó Zaida Flores, una madre que acompañaba a sus hijos a ver el espectáculo. Los pequeños, encaramados en una mata del malecón, vieron el show en primera fila. “Ya los vas a ver queriendo meterse”, reía la mujer. Otra agradecía que las partituras guiaran los sonidos de aquella mañana: “me gusta mucho porque hay que educar el oído, no todo puede ser reguetón y esas cosas”.

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