Deporte

Del acoso a los prejuicios, sexismo en el periodismo deportivo

Aunque la cobertura periodística del deporte no tiene género, aún hay quienes priorizan el sexo. La historia de las mujeres que se dedican a la fuente incluye insinuaciones, propuestas indecentes y prejuicios dentro y fuera de los campos de juego. En un mundo donde la testosterona parece dominar, ellas se defienden

Texto: Lizandro Samuel y Pierina Sora | Composición fotográfica: Andrea Tosta
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Cuando una periodista que cubre deportes entrevista a un atleta, quizá la conversación pierda el tono profesional y se produzca una insinuación. Deportistas, colegas y directivos, pueden hacer del piropo una forma de comunicación que raya en el acoso.

Desde 1970, las primeras mujeres empezaron a cubrir la fuente de deportes en Venezuela. Peggy Quintero, María Cristina Valenciano, Andrea Herrera, Isa Dobles, Mari Montes, fueron pioneras. El recelo de los deportistas se mostraba como provocación, y como insulto: si las féminas entraban a los vestuarios en busca de una entrevista, los peloteros solían desnudarse. Aunque luego de más de 40 años estás cosas ya no suceden, los smartphones de algunas periodistas sí pueden llenarse de mensajes con propuestas demasiado explícitas.

Y no solo ocurre en el campo de juego, sino también en los pasillos del medio, con todo y vocabulario deportivo. Una reportera que prefiere permanecer anónima relata: “En estos días, un compañero, al enterarse de que estoy soltera, me dijo: ‘Ah, pero yo te puedo fichar’. O sea, ¿qué es eso? De paso se pelean por ti, que si yo apuesto a que la voy a conquistar, yo voy a salir con ella, o ella se va a ir conmigo. ¿Qué les pasa? Ni que yo no pudiera decidir. No entiendo cómo pueden ser tan desesperados”.

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Acoso hacia las profesionales

Alina Moine es una famosa comunicadora argentina. En noviembre de 2014, en el programa web Arroban, contó una anécdota que se hizo viral: trabajaba para Canal 5 y estaba cubriendo un entrenamiento cuando “el Patón Bauza –DT en ese entonces de Rosario Central– se acercó muy amablemente y me dijo: ‘Si no te molesta, ¿te podés ir y volver cuando termine la práctica, que estás distrayendo a los jugadores?’ ¡Me puse roja y no quería volver! Hasta el día de hoy veo al Patón y me acuerdo (…) Recién empezaba, estaba estudiando e iba con todo el miedo del mundo y con vergüenza (…) Iba en jeans y zapatillas a las prácticas, no iba producida. No hay que provocar; y si no, bancátela”.

En 2014, la periodista belga Hilde Van Malderen publicó un libro, Speelgoed, en el que narra anécdotas de acoso que ha padecido al ejercer su carrera. Según la comunicadora, diversos futbolistas, entrenadores y árbitros, le han enviado mensajes como: “¿Sabes que me gusta beber champán? Me encantaría derramarlo sobre tu cuerpo y lamerlo todo”, “El martes, nosotros dos solos en los baños del aeropuerto de Zaventem… a ver si te atreves”, “Espero que podamos vernos fuera del ámbito del fútbol. ¿No tienes ganas de conocer al hombre que hay detrás del jugador?”

El libro desató polémicas en Europa. A raíz del mismo, la periodista francesa Marion Aydalot denunció el hostigamiento telefónico al que, aseguró, la habían sometido jugadores del Paris Saint Germain. Declaró: “No es en sí el hecho de que tonteen, sino que a veces es violento. Cuando tú dices que no, sientes que tu reputación va a la baja”. En contraposición, su coterránea y colega Margot Dumont afirmó: “Yo tengo menos problemas que otras chicas: soy seria y también futbolista. Ellos saben que yo no soy una mujer florero. Hay que saber poner barreras desde el principio. Y eso no es muy difícil porque la mayoría son chicos inteligentes”.

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En Venezuela, no pocas periodistas aseguran que al menos una vez han recibido insinuaciones explícitas de atletas, entrenadores o colegas. Una voz anónima confiesa: “Al principio era muy difícil, me escribían: ‘Puedes pasar por mi cuarto’. ¡Hay propuestas tan indecentes! Pero yo los entiendo a ellos, me imagino que tienen tantas mujeres alrededor… porque tú llegas a una convocatoria o a un partido de la Vinotinto y en el lobby del hotel hay 350 mil mujeres brindándoles cualquier cantidad de cosas. Supongo que ellos dicen ‘sabes qué, si estas mujeres quieren esto conmigo, puedo con todas’. Ahí es cuando, como mujer, como profesional, tienes que darte a respetar”.

María Alexandra Bastidas, ancla de Meridiano TV y de Tele Aragua, explica: “Yo siempre tuve una frase muy clara: el hombre propone y la mujer dispone, eso es un clásico. Obviamente siempre habrá uno que diga ‘¡Vamos a ver si cae la jeva!’, pero eso ya depende de ti”.

El caso de la argentina Moine sirve para resumir la experiencia de la mayoría de las chicas cuando entran a la fuente. Si les toca cubrir un equipo masculino, pueden volverse el centro de atención. Cuenta Astrid Peña Brito, quien trabajó durante seis años en el diario Líder: “Evidentemente, eres mujer. Son hombres, conviven mucho tiempo juntos y por supuesto que es un poquito complicado. Si te soy sincera, al principio me costó muchísimo. Siendo una persona penosa, que tengas las miradas encima es lo peor, es como una fobia. Estás comenzando y no sabes cómo actuar. Pero ya después, cuando te empiezan a ver en los entrenamientos, en el estadio, ya eres una cara conocida, común, y eso se pierde un poquito. Aparte también una se siente más segura, empiezas a conversar con ellos, te conocen y ya hay otro tipo de relación. Es un poco más sencillo. Y sí, siempre hay uno que otro que o no entiende muy bien, o se pasa un poquito de la raya, pero son pocos casos”.

El prejuicio de no saber

Un estudio realizado en 2012 en Estados Unidos indicó que el 90,4% de los editores deportivos de diarios y páginas web eran hombres, que el 88,3% de los reporteros deportivos de TV y radio eran hombres, y que seis de las únicas 11 mujeres que se registraron como editoras deportivas trabajaron para ESPN.

En Venezuela no hay un estudio similar, pero Alexandra Cuevas Alliegro, de Meridiano TV y Tele Aragua, considera que “yo siempre se lo he explicado a mis amigos. Imaginen que en El Universal o El Nacional se encuentran en la búsqueda de periodistas. Van a llegar diez currículos, y siempre van a mirar primero el de los hombres, nunca va a estar por encima el de la mujer”.

Por otra parte, el 28 de abril de 2016, The New York Times publicó un artículo de Juliet Macur (Social Media, Where Sports Fans Congregate and Misogyny Runs Amok) que incluye un video en el cual varios hombres se sientan frente a periodistas y leen los mensajes que estas reciben en redes sociales. Destacan algunos como: “Tendrían que darte con un palo de hockey en la cabeza hasta matarte” u “Ojalá que esta trola de DiCaro sea la próxima víctima de Bill Cosby”.

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El sexismo existe. Y todo empeora si algunas reporteras no actúan con el profesionalismo requerido. Asegura Astrid Peña: “Hay más mujeres figurando en el medio, se ha vuelto como un boom. Hay muchachas que las ven y las admiran. Algunas piensan: ‘Yo quiero eso, yo quiero estar ahí, yo quiero estar rodeada de jugadores’, y eso no está bien, porque al final puedes quedarte un rato y tener tus diez minutos de fama, pero eso no trasciende”.

Uno de los pináculos de discriminación que se han registrado en Venezuela fue la creación, en 2014, de un taller de periodismo deportivo para mujeres, dictado por Vito Martínez y Nelson Muñoz. Al respecto, Tiffany Cornejo, de Globovisión, recuerda: “Me indigné de que dijera periodismo deportivo para mujeres. Me parecía indignante de que fuera ‘para mujeres’; o sea, las mujeres no necesitan un conocimiento diferente al del hombre para aprender de periodismo deportivo”. No hubo segunda edición.

Mujeres florero o de adorno

Quizá el problema nazca en la percepción que se tiene de la mujer. Lo primero que suele resaltársele a una chica es su belleza y, luego, las capacidades que tiene para el desarrollo de su trabajo. En el libro Ni tan chéveres, ni tan iguales, Gisela Kozak Rovero escribe: “Las mujeres venezolanas, dicen las encuestas, son más afectas a la cirugía plástica y los implantes que a comer frutas y verduras o practicar algún ejercicio. No es de extrañar que seamos el país de esa fábrica de belleza por docenas que ha sido el Miss Venezuela. La belleza abre puertas y eso lo saben las niñas (y los niños desde la más tierna edad). Es posible que tales puertas se cierren al primer golpe de celulitis pero todo dependerá de la hermosa en cuestión”.

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El 6 de mayo de 2015, Foro Vinotinto publicó un artículo en el que Stephany Molero, quien daba sus primero pasos en la fuente, alega: “Condeno la terrible idea de que para ser periodista deportivo tienes que prepararte en un gimnasio. No importa si confundes al jugador, o confundes el nombre de los directores técnicos, si estás ‘buena’ se te perdona y punto. Esta idea es ridícula (…) Solo puedo asegurarles que el periodismo deportivo es más que una cara bonita y un buen trasero”.

En ese mismo año, el Centro de Estudiantes de la Universidad Católica Andrés Bello y Foro Vinotinto realizaron un foro sobre censura y medios alternativos en el fútbol venezolano, que contó con la participación de Ignacio Benedetti y Jován Pulgarín. Este último, en un momento dado, opinó que son las propias féminas las que deben darse su lugar e imponerse con sus conocimientos: “Yo, cuando estaba en la redacción de Líder, sumé a las mujeres. Siempre hay prejuicios. A los medios les cuesta incluir a las periodistas: tiene que estar buena, lucir las piernas. A mí no me interesaba eso, me importaba el conocimiento de ellas”.

El concepto de las “mujeres florero” ha sido muy abordado en España. Se refiere a chicas que aparecen en los programas de deportes como moderadoras o acaso para hacer breves entrevistas, las visten con trajes ajustados que dejan a la vista bastantes porciones de piel, y queda claro que además de leer deben pasar varias horas en el gimnasio. María Alexandra Bastidas comenta que “en televisión tienes que arreglarte, porque sí, porque eso es lo que vende, pues. Tú tienes que comercializar tu imagen, para eso estás ahí, y tienes que sacarle provecho a las cosas que tú piensas que tienes de ventaja físicamente. Aparte de que tienes una herramienta que te ayuda, que te impulsa, que es el físico, tienes que también equilibrar el conocimiento, la fluidez, la seguridad en pantalla”. ¿Y qué la ha hecho ella mantenerse dónde está? “Si fuese por el físico hubiese estado en televisión desde los 16 años. Empecé en radio, creo que la escalera la he subido poco a poco. No fue que empecé en televisión y bajé”.

Bastidas hace una jerarquización de las plataformas en la que asegura que la más importante es la televisión, seguida de los medios escritos y que por último está la radio. Respecto a las críticas que pueda recibir por su forma de desenvolverse, espeta: “Aunque sea están hablando. Que hablen, bien o mal, pero que hablen. Si hablan es porque estoy haciendo bien el trabajo; si no, no hablan. Créeme, si tú no importas, nadie se va a dar cuenta que existes. Si la gente habla de ti, sea bien o sea mal, es porque estás haciendo las cosas bien; si no, no te ven, eres gris, no existes”.

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