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Dentro de La Francia hay de nuevo puras joyitas

El 2 de noviembre fue inaugurado el edificio de La Francia, diagonal a la Plaza Bolívar. Levantaron las láminas de zinc que la amurallaban y la abrieron para que fuese sede administrativa de la Asamblea Nacional Constituyente. Se hizo en pocos meses lo que no se consiguió en siete años, el tiempo que ha transcurrido desde que Hugo Chávez proclamara “¡Exprópiese!” y comenzara la asignación de dineros públicos para completar una obra que se prometió para otros usos

Fotografías: AVN
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Han pasado solo unos minutos después de las cinco de la tarde. No es nada. Vanessa Campins está parada en la esquina de Monjas desde la mañana. No está sola, la acompaña su hijo de siete años. No han desayunado, ni almorzado; pero la energía le vuelve al cuerpo en lo que avista a Adán Chávez. El docente y presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) sale del edificio de La Francia, ese que tuvo una tradición de más de 60 años en la venta de bisutería, que fue expropiado para ser una escuela de orfebrería y que, en cambio, estuvo abandonado por siete años.

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“¡Profe, Barinas contigo!”, le grita otra mujer. Al mismo tiempo Campins y su grupo lo abordan para hacer sus peticiones. El hermano del fallecido Hugo Chávez los deja con su asistente, que empieza a tomar notas, y atraviesa la verja del Palacio Federal Legislativo. Una caminata de no más de 50 pasos separa la entrada de La Francia del Capitolio. Quizás por eso, su ubicación estratégica, fue elegido para ser la sede administrativa de la ANC, en pleno casco histórico de Caracas.

Los visitantes se reagrupan. No entran al edificio sino que esperan. Varios militares se aseguran de que nadie sin permiso traspase la reja de entrada. De nuevo, Campins pega un brinco: “¡Allá va Ángelo (Rivas)!”, y se le acerca. Luego se queja porque no pudo alcanzar a Andrés Eloy Méndez. ¿Cómo los conoce a todos?, pues porque no se pierde las sesiones por televisión los martes y los jueves. “Soy revolucionaria de verdad”, asegura. El desfile de constituyentes es frecuente. Desde el 2 de noviembre La Francia es asiento de las 22 comisiones de la ANC.

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El listón lo quitó Delcy Rodríguez, presidenta de la constituyente, junto al ministro para la Vivienda y Hábitat, Manuel Quevedo. Fue un asunto de borrón y cuenta nueva. Ninguno de los dos se acordó del café, librerías, restaurantes, venta de artesanía y la escuela de orfebrería venezolana, que utilizaron como excusa cuando se decidió la toma forzosa del edificio en febrero de 2010. También olvidaron las palabras del presidente Nicolás Maduro, quien aseguró el 3 de noviembre de 2016 que La Francia sería la sede de la misión y del Estado Mayor para la Juventud y, de paso, aprobó 1.563 millones de bolívares “para que culmine sus obras de adecuación”. En teoría, el Presidente le entregaba “por cien años” las instalaciones del edificio a la “juventud de la patria”. No fue así.

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A ambos lados de la entrada principal del edificio hay una placa de plástico con la inscripción: “El presidente constitucional Nicolás Maduro Moros, comandante en Jefe de la FANB, hace entrega del edificio La Francia; obra rehabilitada por la Gran Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor, para el funcionamiento de la plenipotenciaria asamblea nacional constituyente, de donde emanarán las decisiones del poder originario, en aras de la construcción de una patria socialista y la Venezuela potencia”. Por ningún lado aluden a la participación de la Alcaldía de Libertador en todo este proceso, ni a la Jefatura de Gobierno de Distrito Capital, que en principio eran quienes tenían la restauración a su cargo.

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En tiempo récord

Se hizo en pocos meses lo que no se logró en siete años. En abril de 2017 nuevamente se dejaron ver los obreros pintando la fachada del edificio -la constituyente fue anunciada en mayo. “Este año se aceleró, de unos mesesitos para acá y, de repente, estuvo listo. Antes permanecía lleno de ratas”, asegura Josefina Rivera quien transita frecuentemente por el área.

En 2011, un año después de la confiscación, el edificio había sido desmantelado, en la planta baja se acumulaban los escombros, material de construcción, desechos, cables y tubos; al tiempo que la humedad carcomía los techos. Era un edificio sin servicio de agua o electricidad, con los bordes de aluminio de los escalones arrancados y las escaleras sin pasamanos. Nadie se habría imaginado que antes de que Hugo Chávez pronunciase su célebre “¡Exprópiese!” allí convivían casi 2.000 personas: 89 propietarios, 600 empleados y los proveedores de 95 joyerías.

La Francia figura en el catálogo de patrimonio del municipio Libertador. Fue construida en 1946, con base en un proyecto del ingeniero P. Rojas, hijo. Hannia Gómez, presidenta de la Fundación de la Memoria Urbana (Fundamemoria) y de Docomomo Venezuela, explica que se trata de un edificio “muy bonito, Art decó de los años cuarenta” que, sin embargo, es el “edificio menos flexible del mundo para oficinas modernas, por el tamaño de sus espacios y de la estructura, que es muy reducido”. Explica que el valor arquitectónico que tiene se halla en sus ornamentos: en la reja de entrada, las escaleras y los detalles de su baranda, y en la flor de lis heráldica que hay en lo alto de su fachada.

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“No importa que se vuelva a usar, siempre que se use con respeto. Se debió respetar los valores originales del edificio para meter un nuevo uso. Esa es la única manera de ocupar un edificio patrimonial. La pregunta que nos hacemos desde Docomomo y Fundamemoria es si la ANC respetó la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural”.

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Memorias de otra época

Gómez aún recuerda los tiempos en que la gente iba para allá a buscar las cadenitas de bautizo, los anillos de grado o los aros de boda. Cuando vendían granates y lo mejor de la joyería italiana. María Martínez también. Ella nunca trabajó en La Francia, pero sí en la estructura de al lado: “Ellos vendían al mayor y nosotros íbamos a comprarles para vender al detal”.

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José Manuel Bello también rememora esos años de esplendor. “Ese era el centro de comercio de Caracas. Todos los edificios de alrededor se movían gracias a este”, dice mientras todavía camina entre los tarjeteros que gritan incesantes “oro, oro, oro” a los transeúntes. Bello era mensajero, llevaba joyas y buscaba prendas para entre cinco y siete joyerías. “El edificio estaba en perfectas condiciones en ese momento. Ahora no he entrado ni voy a entrar”. Al consultarle su opinión, repregunta si puede ser honesto. Cuando obtiene una respuesta afirmativa se libera y dice: “La cagaron con la expropiación. Cagaron la cuadra por la política”. Bello atestiguó cómo la obra estuvo paralizada por años y luego en un período de pocos meses avanzó hasta la inauguración.

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Una compañera en el rubro de la joyería de Martínez tampoco está de acuerdo con el nuevo uso. Sus memorias no se dirigen al edificio sino a las personas de la tercera edad que regentaron un negocio durante cuarenta o cincuenta años, del que fueron apartados de golpe y porrazo: “Eran puros viejitos, hubo uno al que le dio un paro cardíaco. Lo que deben hacen es tenderle la mano a este sector y conservarlo”. Aprovecha y denuncia que funcionarios policiales del municipio Libertador les acosan, pese a ser un negocio formal. Por su lado, Freddy Hernández, vendedor de café, opina que el edificio debió ser un centro comercial y estar más abierto a la gente.

Campins sigue en la esquina. No puede entrar a La Francia. Aguarda porque alguien le ayude a completar el dinero del pasaje que necesita para regresar al estado Anzoátegui. Allá la esperan sus otros hijos, la mayor de 18 años tiene dos bebés de 3 y 1 año de edad, quien le pide que regrese pronto, pero que lo haga con comida. “En San Mateo no llega el Clap desde las elecciones de la constituyente”.

A su lado se para Rubén Pérez, es transportista, llegó a la nueva sede de la ANC de carambola, él también espera que alguien le ayude con un crédito para comprar los 24 cauchos de su gandola (el 15 de noviembre cada caucho le costaba 15.900.000 bolívares). La Francia hace mucho que dejó de ser un espacio para el lujo, ahora es zona de peregrinación.

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