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Economía “madurista”

Los especialistas conjeturan, sacan cuentas y luego advierten. Muchos se avienen con la idea de que la economía en tiempos de Nicolás Maduro está por derrumbarse. Sin embargo, conozca las razones que hacen posible lo contrario

TEXTO: Boris Ackerman | Ilustraciones: Jefferson Quintana
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En las últimas semanas, los medios de comunicación despliegan sesudas disertaciones económicas. Los analistas, muchos de ellos de la MUD, describen el colapso que padece la economía venezolana. Hacen mención al callejón sin salida financiero que llevará a un supuesto colapso político del gobierno. Señalan que el régimen, pese a las negociaciones con China, se encuentra al borde de un precipicio. También dizque están decidiendo entre inflación y desabastecimiento. Hablan, asimismo, del descontento en la población.

Si bien esas críticas tienen argumentos de razón, es posible que el gobierno de Maduro apueste por los males. Quizá poco le importe detener la crisis causada por sus propias políticas. Cabe pensar que el desabastecimiento y sus controles sean mecanismos de sustentación del sistema y hasta de aumento en la popularidad. ¿Por qué?

Popularidad y sustento
La masiva escasez podría hacernos creer que los niveles de respaldo al gobierno se desploman. Sin embargo, hay sectores de la población que se estarían beneficiando del desabastecimiento. En las principales ciudades del país, se observan grandes colas de personas adquiriendo mercancías a precios regulados —significativamente más bajos que los importes pagados en mercados informales. La compra diaria de un kilogramo de leche en polvo, y su respectiva reventa, alcanza los niveles de ingresos que provee el salario mínimo. En un país en donde las cifras muestran niveles de empleo informal superiores al 50% y de desempleo 10%, la intermediación se convierte en oportunidad para muchos. Negocio de la reventa, por ejemplo.

Nuevas líneas defensivas
Quienes encabezan las redes de distribución informal tienen capacidad logística y recursos —que se incrementan en forma acelerada debido a sus grandes ganancias. Además, tienen poder de ejercer coacción para el logro de sus objetivos crematísticos. Sin duda, esos grupos apoyarán al régimen ante cualquier situación de desestabilización. Son los que más perderían si el modelo de desabastecimiento desaparece.

Los que viven de un salario
Las personas asalariadas tienen, en los tiempos de desabastecimiento, una gran desventaja respecto a quienes se dedican a la economía informal. Deben permanecer durante largas horas en sus lugares de trabajo, situación que en la mayoría de los casos les impide acceder a los productos bajo regulación. La situación los obliga a cancelar sobreprecios. Adicionalmente, el poder adquisitivo del salario ha quedado absolutamente mercado debido a los desajustes que sufre la economía. Esa situación, los sume en la impotencia, frustración y desesperanza. También los limita en su posibilidad de acción.

Destrucción en cámara lenta

La Ley de precios justos, y todas las regulaciones que el estado inflige a la empresa privada, lejos de proteger al consumidor está diseñada para someter a los negocios a un modelo de quiebra

La viabilidad se ve severamente amenazada. Por ejemplo, si una empresa tiene sus activos depreciados total o parcialmente, no será factible reponerlos una vez dejen de funcionar. No contar con la depreciación en su estructura de costos, impedirá ahorrar para invertir en nuevos activos. Con las empresas en franca decadencia, el empleo formal irá mermando y con él la existencia de personas no dependientes de ayudas o de salarios provistos por el estado. Situación que hará mucho más dependientes a las personas del gobierno, dándole así mucha más fuerza.

Un supuesto enemigo económico
La crisis económica, si se quiere la más grave de la historia contemporánea, actúa en desmedro de las condiciones de la población, lo cual no necesariamente atentará contra el gobierno. El régimen endilgará culpa de todos los padecimientos a los empresarios, oposición, “el imperio”, la banca internacional, etc. Quizás resumidos en la figura de un gran enemigo económico conspirando en contra del país. En conclusión, no es un hecho comprobable que la terrible situación afecte la gobernabilidad. Lo más seguro es que el gobierno buscará mantener una política que le reste fuerza a factores potencialmente opositores y vigorice algunos núcleos de poder oficialistas.

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