Cine

El cine venezolano no termina de salir del clóset

El país sólo tiene nueve largometrajes de ficción de temática sexodiversa. A más de tres décadas del estreno de La máxima felicidad, los cambios son mínimos

Publicidad

El beso que se dieron Sócrates Serrano y Guillermo García en Azul y no tan rosa (Miguel Ferrari, 2012) tiene antecedentes en el cine venezolano. Treinta años atrás, Marcelo Romo y Luis Colmenares habían hecho lo mismo en La máxima felicidad (Mauricio Walerstein, 1982). Fue la primera vez que dos hombres salían del clóset, juntos, en un largometraje nacional.

azul-y-no-tan-rosa

Liz en septiembre (Fina Torres, 2014), ahora en cartelera, se suma a la lista de películas hechas en el país de temática LGBT (entiéndase: lesbianas, gay, bisexuales y/o transexuales). Según el libro Arcoíris tricolor. Producciones audiovisuales sexodiversas venezolanas*, de José Alirio Peña y Claritza Peña, hasta 2012 el sector cinematográfico local apenas tenía seis largos de ficción de género. A esos se podrían agregar Pelo Malo (Mariana Rondón, 2014) y El caso Sebas (José Gregorio Hernández), que se estrenará en 2015.

Pelicula-Liz

Mauricio Walerstein fue el cineasta que rompió los prejuicios en la pantalla grande. Primero hizo La máxima felicidad, la historia de un joven hippie que tiene una relación con un hombre mayor. Luego, Macho y hembra (1985), en la que Elba Escobar e Irene Arcila realizan juegos eróticos lésbicos en un trío dominado por Orlando Urdaneta. Bisexualidad temporal, la llaman.

Hay que ir hasta mediados de los 90 para hallar la próxima película LGBT. En Mecánicas celestes (1996), Fina Torres encontró en una suerte de poción mágica el componente que supedita la orientación sexual de la protagonista, una cantante de ópera que al principio del filme estaba a punto de casarse con su novio y que luego tiene una experiencia lésbica con su amiga psicóloga. Un recorrido similar al que hace el personaje de Eloísa Maturén en Liz en septiembre, aunque aquí el lesbianismo se aborda de manera central y no periférica.

Después está Cheila, una casa pa’ maita (Eduardo Barberena, 2010), que irrumpió en la escena criolla con una historia diferente a las demás (dejemos de lado la calidad del filme y algunos lugares comunes como el “primero ladrón, asesino, lo que sea, pero marico no”, que dice uno de los personajes).  En la película se muestra a una mujer que regresa al país para darle la noticia a su familia de que cumplirá su sueño de cambiarse de sexo, una mujer que intenta sacudirse de los prejuicios que la sociedad creó en torno a él.

cheilaunacasa

Las películas LGBT intentan alejarse de otras cintas nacionales en las que los personajes sexodiversos suelen aparecer caricaturizados. No todas lo logran, según el investigador José Alirio Peña: «En las producciones más recientes, intencionalmente o no, persiste el melodrama, el ambiente hostil, la pobreza, el sufrimiento y/o la muerte. Otras, como Íntimos relatos (José Gregorio Hernández, 2012), destacan los más viejos clichés en torno a la sexodiversidad. Lo mismo pasa con la segunda obra del director, El caso Sebas, que se inserta en estereotipos de los años 70 y 80 ya superados”.

Así, luego de más de tres décadas, las modificaciones en el cine sexodiverso que se hace en Venezuela son mínimas. Si uno se tira un maratón de todas las películas del tema no encontrará grandes diferencias entre una y otra, más allá de los aspectos técnicos. “Ha variado muy poco, salvo la incorporación de nuevos personajes. No obstante, el abordaje es similar. No por Azul y no tan rosa o Liz en septiembre se puede hablar de un cambio. Sólo hay cierta propensión a contar historias desde allí”, dijo el crítico Robert Gómez, que cree que en el cine nacional se eluden o apenas se asoman ciertos temas.

La omisión del sexo, por ejemplo, es una constante en las películas LGBT locales.  Hay elipsis, como si los personajes lo hicieran a escondidas. Qué lejos están los largometrajes franceses La vida de Adele (Abdellatif Kechiche, 2013) o El desconocido del lago (Alain Guiraudie, 2013). Peña cree que el cine nacional va a su propio ritmo. “No puedo negar que Azul y no tan rosa, Cheila, una casa pa´maíta, Pelo malo y  Liz en septiembre sean un aporte al cine sexodiverso en el país, pero no para el resto del mundo”.

   ***

*Una aclaratoria: José Alirio Peña, organizador del Festival Venezolano de Cine de la Diversidad, se basa en la hipótesis del español Alberto Mira, que expone en su libro Miradas Insumisas que una película es gay si su protagonista lo es o si el argumento central o hilo conductor gira en torno al tema.

***

Largometrajes de ficción LGBT en Venezuela:

La máxima felicidad (Mauricio Walerstein, 1982)

Macho y hembra (Mauricio Walerstein, 1985)

Película:

[sublimevideo autoplay settings=»youtube-id:wtF301vUgqY; autoresize:fit» width=»800″ height=»450″]

Mecánicas celestes (Fina Torres, 1996)

Trailer:

[sublimevideo autoplay settings=»youtube-id:Afl3PlKh_6s; autoresize:fit» width=»800″ height=»450″]

Cheila, una casa pa’ maíta (Eduardo Barberena, 2010)

Trailer:

[sublimevideo autoplay settings=»youtube-id:MjW-d_giBQo; autoresize:fit» width=»800″ height=»450″]

Íntimos relatos (José Gregorio Hernández, 2012)

Azul y no tan rosa (Miguel Ferrari, 2012)

Trailer:

[sublimevideo autoplay settings=»youtube-id:64bOdjs8VTM; autoresize:fit» width=»800″ height=»450″]

Pelo malo (Mariana Rondón, 2014)

Trailer:

[sublimevideo autoplay settings=»youtube-id:1O8nwYj30U8; autoresize:fit» width=»800″ height=»450″]

Liz en septiembre (Fina Torres, 2014)

Trailer:

[sublimevideo autoplay settings=»youtube-id:E1K7JF2JfdQ; autoresize:fit» width=»800″ height=»450″]

El caso Sebas (José Gregorio Hernández, 2015)

Trailer:

[sublimevideo autoplay settings=»youtube-id:JNqXwLFubxQ; autoresize:fit» width=»800″ height=»450″]

Publicidad
Publicidad