Ciencia

Fábrica de genios

Aunque parezca un cuento de ciencia ficción, hubo un hombre que quiso formar una sociedad de ensueño: brillante, sana, inteligente. En una palabra: perfecta. No se trata de Hitler y su raza aria. Sino de un estadounidense que fundó un banco de esperma de humanos geniales

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En este mundo moderno donde todo se compra, donde todo puede ser hecho a la medida, donde se escoge cuantos CC de silicón se quieren para rellenar un escote, ¿por qué no escoger un buen cerebro?

Aunque suene o parezca una idea bastante descabellada y fantasiosa, lo que podría ser con facilidad un éxito de taquilla en salas de cine, sí se puede. Un excéntrico millonario utilizó sus riquezas para formar nada más y nada menos que un banco de esperma digno de unos cuantos Premios Nobel.

Robert Klart Graham, director y fundador del proyecto, fue un empresario estadounidense que vio crecer su fortuna al desarrollar gafas con lentes plásticos a prueba de roturas. En 1980, decide fundar el Repositorio de Elección Germinal con una única finalidad: mejorar el acervo genético humano.

«Mientras mejor sea el acervo genético humano, mejor saldrán los humanos”, dijo Graham. “Y mientras más pobre sea el acervo genético humano, humanos más inútiles y perjudiciales saldrán…”

En un principio, la idea era ubicar a hombres excepcionales: reclutarlos en campus universitarios para que donaran sus preciados genes y así procrear una sociedad más inteligente, brillante, saludable y productiva. Como única condición, los candidatos electos debían tener cuando menos un premio Nobel. En el peor de los casos, habían de ser genios matemáticos, deportistas olímpicos, y poseer cualquier otra cualidad que resaltara su intelecto.

Era de esperarse que, luego de etiquetar su afamado proyecto como “el banco de esperma de los Premios Nobel”, llamara la atención de forma negativa. Entre el revuelo y la controversia, fue acusado de racista y pro nazi al exigir que sus donadores fueran únicamente blancos.

“Aquellas mujeres, deseosas de llevar en su vientre al próximo Einstein, debían pagar una cuota de inscripción de 50 dólares y una cuota de 10 dólares al mes por costos de almacenamiento y envío”, según un artículo de 1984 de The New York Times. Además del pago, debían ser casadas y ser evaluadas genéticamente para evitar “desperfectos”.

Aunque la mayoría de los donadores son anónimos, Graham reconoció que todos eran blancos, de acuerdo con David Plotz, autor del libro The Genius Factory: The Curious History of the Nobel Prize Sperm Bank. Pero Graham negó fuertemente que fuera racista o nazi.

«No pensamos en una superraza”, dijo Graham en una conferencia de prensa de 1980, según el manuscrito de Plotz. “Pensamos en términos de algunas personas más creativas e inteligentes que de otra forma no nacerían”. El banco de esperma produjo aproximadamente 215 niños. Sin embargo, muchos llevan vidas bastante ordinarias hoy en día.

A pesar de ser zaherido por su criterio de elección, Graham trazó el camino que seguirían los bancos de esperma actuales para determinar sus posibles donadores. Hoy en día, la fertilidad es un tema latente. Millones hombres y mujeres alrededor del mundo recurren a este tipo de centros médicos como posible opción para contraer un hijo artificialmente.

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