Investigación

Fin del boom petrolero

Si en los abastos se vendiera no habría colas para comprarlo. El mercado se encuentra inundado por una gran oferta de crudo, posible gracias a que los 10 años de la mayor bonanza petrolera de la historia permitieron el desarrollo de nuevas tecnologías de extracción. Paradójicamente, son esas innovaciones las que marcaron el fin de la energía costosa

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“Acostúmbrense a los precios bajos”, advirtió en octubre del año pasado un alto funcionario de Arabia Saudita. Quienes no quisieron creerle entonces, ahora no tienen alternativa. En ese momento, la cesta venezolana promediaba en 78 dólares. Hoy día tiene dificultades para mantenerse por encima de los 40 dólares, acumulando seis meses de caída en la que ha perdido más de la mitad de su valor.

¿A qué se debe? Los analistas definen tres principales causas estructurales para la caída: la primera es un aumento en la oferta debido a la expansión de productores no tradicionales —Estados Unidos, Canadá— que eran principalmente importadores.

Esto se debe fundamentalmente al auge de la extracción del petróleo de “lutita” —roca sedimentaria que puede contener petróleo— a través de un método denominado “fracking” o fractura hidráulica muy difamado por el gobierno venezolano. Lo curioso es que el desarrollo de esta y otras tecnologías no habría sido posible sin los más de 10 años previos de altos precios del petróleo.

“Particularmente, creció la producción en países como Canadá y Estados Unidos —solo estos dos países suman a la producción global: casi 5 millones de barriles diarios adicionales desde 2010—, y también en otros como Brasil o Colombia”, detalló la analista de ODH Grupo Consultor, Bárbara Lira.

Se habla de que existe una “sobreabundancia” de alrededor de 2 millones de barriles de petróleo diarios. De hecho, hay tanto inventario que los principales operadores han tenido que contratar supercargueros para almacenarlo en altamar, según reportó Reuters la semana del 5 de enero 2015.

La segunda causa de la baja de los precios es que el consumo energético global no está aumentando al mismo ritmo que la producción. Hasta la propia Organización de Países Exportadores de Petróleo ha recortado en 70.000 barriles por día sus estimaciones de la demanda global debido a la desaceleración en el crecimiento de los grandes consumidores, especialmente China.

Por último, la creación e introducción de fuentes alternativas de energía y el desarrollo de un consumo más eficiente también ha generado una menor demanda en el mundo.

¿A quiénes les convienen los precios bajos?

A los importadores. El último reporte del Banco Mundial señala que los bajos precios contribuirán al crecimiento de los países importadores. Ergo, se reducirán las presiones fiscales, inflacionarias y externas. Ayhan Kose, director de Perspectivas de Desarrollo del Banco Mundial, afirmó que para estas naciones es la oportunidad de llevar a cabo reformas estructurales y financiar programas sociales.

Al contrario, los grandes perdedores son los países exportadores. Es por eso que Venezuela ha emprendido desde noviembre de 2014 una fuerte campaña de “defensa de los precios”. Ha buscado que la OPEP recorte su producción para que haya menos crudo en el mercado y así revertir la tendencia bajista. No obstante, esta propuesta se encontró con el rechazo de los grandes productores, como Arabia Saudita, que apuestan a continuar impulsando la caída de la cotización. Cada vez que puede, el país reitera su negativa a reducir el bombeo, generando expectativas negativas en los mercados internacionales. Ha llegado a ofrecer su único bien y producto a descuento a sus principales clientes.

¿Por qué lo hace? Para sacar a la competencia del mercado. El Banco Mundial denotó que los bajos precios son una amenaza especial para algunos países que concentran su inversión en fuentes no convencionales como petróleo de esquisto, arenas bituminosas y explotación de crudo costa afuera.

Estos proyectos son muy costosos. Algunos no se sostienen por debajo de los $60 el barril. Aunque a ningún productor le conviene que el crudo se cotice a niveles tan bajos de forma sostenida, algunos pueden amortiguar la situación mejor que otros.

De acuerdo con datos recabados por el economista Luis Oliveros, hasta septiembre de 2014 Arabia Saudita, principal promotor de la estrategia, acumulaba reservas internacionales por más de $745.000 millones, unas 33 veces las reservas venezolanas. Países como Argelia y Libia también ahorraron un poco y acumulan fondos en moneda extranjera que superan los $100.000 millones. Incluso Irán, golpeada por sanciones económicas, tenía en sus cuentas alrededor de $69.000 millones acumulados.

De cualquier modo, el sacrificio ha empezado a rendir frutos. Varias empresas petroleras, especialmente estadounidenses, ya han anunciado planes para recortar las inversiones e incluso la suspensión de nuevas perforaciones. “La firma Goldman Sachs prevé que se requieren otros seis meses con precios alrededor de los $40 para que la producción en Estados Unidos empiece a decaer y los precios lleguen a una suerte de estabilización”, reseñó El Economista de España.

Los bajos precios llegaron para quedarse

Ningún analista se atreve a jurar lo contrario. Según Goldman Sachs, el precio del barril de WTI en 2015 podría cerrar en un promedio de $65; para la Agencia de Información de Energía de los Estados Unidos en 2015 se ubicaría en $62,75; para Morgan Stanley entre $53 y $70; Credit Suisse alrededor de $75, o Bank of America $77.

“Esto implicaría que el crudo criollo podría ubicarse en un amplio rango entre $45 y $69. Vale decir que, según se avienen varios analistas, de darse una recuperación del precio sería en el segundo semestre del año”, señaló Lira.

Aunque esas fluctuaciones en subibaja han demostrado ser muy volátiles y no se puede afirmar con certeza absoluta que seguirán cayendo, existen dos momentos históricos que sirven de comparación: el primero es la caída de 2008. “En esa oportunidad, luego de perder 75% de su valor en cinco meses, la cesta empezó a recuperarse en 2009. Esta caída fue la consecuencia de un importante recorte de demanda de combustibles, tras el retroceso sufrido por la actividad económica mundial que causó la crisis financiera. Luego de recuperarse el crecimiento global, se reanimó la demanda petrolera y por consiguiente las tarifas”, explicó Lira.

El otro fue el descenso experimentado entre octubre de 1985 y julio de 1986. La experta apunta que en esa oportunidad el crudo cayó por nueves meses consecutivos y perdió 62% de su valor. “La caída fue consecuencia de la incorporación de nueva oferta”. Aunque la OPEP redujo en esa oportunidad su producción para defender los precios, la cantidad en el marché siguió creciendo por la incorporación de los crudos del Mar del Norte y Rusia, y el precio se mantuvo bajo, añadió.

A pesar de que la contracción actual se parece más a la de 1985 que a la de 2008, hay muchos factores en juego a la hora de calcular su duración. “¿Podrán seguir operándose los campos más costosos en aguas profundas o de crudos de esquisto? ¿Se mantendrá la estabilidad de la producción en el Medio Oriente pese los conflictos”, cuestionó Lira.

“De cualquier modo, Venezuela sabe que estas cosas pueden pasar y por eso se ha planteado la necesidad de ahorrar en los momentos de bonanza y diversificar las fuentes de ingresos”, destacó la analista. A pesar de las lecciones, la baja sorprendió al país con los bolsillos vacíos y pocas alternativas, lo que obligará al gobierno a replantearse su política económica.

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