Sexo

Findom: tu dolor es mi placer, tu dinero mi felicidad

Un documental le dio la idea a Jesús Beltrán de convertirse en un “amo” dispuesto a presenciar aberraciones sexuales, insultar y burlarse de terceros, a cambio de dólares. Por Twitter se convirtió en un “dominador financiero”, una práctica que en el resto del mundo produce cifras millonarias y en Venezuela le permitió al veinteañero acumular lo suficiente para emigrar

TEXTO: FANNY MORA | COMPOSICIÓN FOTOGRÁFICA: GABY POLICARPIO
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“¿Dónde está el futuro?” Una canción de Desorden Público se hacía esa pregunta hace 20 años, cuando fue lanzada en 1998. Dos décadas más tarde, la respuesta es masiva: en el extranjero. Una encuesta de Consultores 21 realizada entre el 17 de noviembre y el 4 de diciembre de 2017 dio como resultado que cuatro de cada 10 venezolanos considera a la emigración como la mejor fórmula ante las adversidades socioeconómicas, citada por 63% de los consultados como el principal motor para irse demasiado. Una cifra que duplica el dato, con respecto a dos años antes.

El deseo de emigrar se arraiga, además, en 51% de las personas entre 18 y 24 años de edad, y en 39% de los que están en edades comprendidas entre 25 y 44 años. Ser joven en Venezuela es querer irse. Así lo sentía Jesús Beltrán, un estudiante universitario de quinto semestre de Comunicación Social que detuvo la formación para buscar trabajar. Necesitaba ingresos y no egresos. En su casa, había comenzado a ayunar por la falta de alimentos.

La idea para cambiar la situación le llegó de un documental que vio por Internet, que explicaba una parafilia para él desconocida hasta el momento: la dominación financiera. Se trataba de un trabajo de Vice llamado Cash Slaves: Inside the Dystopian Fetish of Financial Domination donde los testimonios hablan de recaudaciones de hasta 50 mil dólares. El asunto lo vio en otras pantallas también, como en el programa MTV’s Real Life y vía YouTube.

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Así, a sus 23 años, se dedicó a explorar los alcances de la práctica, sus características, sus alcances y los fetiches que involucra. Allí encontró una oportunidad: hay quienes pagan a otros para ser dominados, degradados e insultados. Los esclavos ponen el dinero, los amos su cuenta bancaria. “Hay personas que buscan ser maltratadas verbalmente o físicamente. Lo hacen, quiero pensar, con sus parejas; pero en este caso los esclavos buscan una euforia similar a esa pero desde su casa y poniendo dinero, que yo quería obtenerlo”, cuenta Jesús.

Mantener la cara seria

Su aventura como “dominador” comenzó al abrir una cuenta en Twitter distinta a la que hasta ese momento usaba. Con ella, entraría en la escena del Findom, término con el que se conoce a este fetiche en la red y que se traduce como “dominación financiera”.

El tercer día comenzó a interactuar con esclavos con quienes pactaba el negocio: ellos, los pay-pigs, rendirían “tributos” en dólares a través de transferencias electrónicas, y él debía hacerlos sentir inferiores a través de mensajes de texto o videollamadas. Nunca habría contacto físico ni encuentros “reales”.

Ante él comenzaron a producirse distintas escenas. Por ejemplo, un hombre le pagó 20 dólares por verlo bailar en ropa interior femenina y luego fornicar con un peluche, mientras Jesús debía insultarlo y burlarse con frases en inglés como “You’re so stupid, you got a tiny dick” (eres muy estúpido, tienes un pene pequeño). “Para estos personajes sumisos, la risa es algo indispensable para sentirse inferiores”, afirma. Es apenas una de las tantas situaciones embarazosas de las que fue testigo a cambio de divisas.

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Beltrán buscaba sacar el mayor provecho del asunto, y eso pasaba por estudiar aún mejor las prácticas. Entabló conversaciones con otros “amos” que, explica, notó participaban del Findom para dejar salir “complejos de superioridad”; personas que “realmente consideraban que deberían ser venerados”.

La suya era una razón más mundana: “Yo realmente lo hacía porque necesitaba salir de mi país y, una vez ya metido en ese rollo, consideraba que estaba interpretando un personaje, que estaba actuando, haciendo un show y que estos tributos que yo recibía eran donaciones a alguien que necesitaba esa ayuda”, relata. A pesar de haber sido testigo de aberraciones, cada dólar que le llegaba lo recibía con gusto para sacarle “todo el provecho posible, con el favor de Dios”.

Los ingresos eran pequeños, por goteo. 10 dólares, luego 20. Poco a poco fue construyendo un “pote” que le servía para planificar su emigración y, también, para cambiar y mejorar el abastecimiento de comida en su hogar. A cambio, pasaba muchas horas frente a la computadora o atento a los mensajes que recibía por su celular, las alertas de que algún sumiso lo buscara.

Así se fue haciendo experto en la práctica. “Hay que internalizar conceptos y estudiar todo lo que significa el sadomasoquismo y qué es lo que lleva a una persona a actuar de esa manera. Uno tiene que comprender completamente cómo funciona la mente de una persona que busca estar en esas situaciones, para ver qué puedes hacer con ello”. Su experiencia lo hizo entender que los esclavos tienen una necesidad de quedar totalmente indefensos, y la entrega de dinero es una forma de hacerlo. “Hacer una transferencia electrónica implica rendir un tributo a la persona que los domina”.

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Con olor a Wall Street

El Findom es una práctica de escala global, donde los intercambios pueden llegar a ser de cientos de billetes verdes por sesión. Tiene particular fuerza entre quienes han acumulado grandes capitales. “La gente que se valora a sí misma en función del dinero que gana tiene mucha ansiedad en torno a su autoestima. Hay mucho sentimiento de culpa por ganar tanto dinero, particularmente en el mundo de las finanzas en el que, a menudo, el éxito no proviene de hacer algo extraordinario, sino simplemente de hacer dinero”, apunta George Collins, autor del libro Breaking the cycle: free yourself from sex addiction, porn obsession and shame y director de una clínica sexológica en Walnut Creek, California, en un artículo para The Observer.

Con culpa o no, los dominados por Beltrán le abultaban las cuentas. “Estas personas no buscan una razón para darte el dinero, sino dártelo y ya. Buscan tener esta satisfacción de saber que alguien está gastando, mucho más allá de saber para qué lo estas usando”. En su caso, logró acumular 500 dólares “que para algunas personas no es mucho, pero en una situación económica como la de Venezuela me sirvió para salir de allí”.

cita-2-findom La de Jesús fue una experiencia amateur, nacida en Twitter, sin cifras de cuatro o cinco dígitos. Pero se inscribe en una tendencia global y profesionalizada donde, incluso, se han creado portales que garantizan la privacidad y seguridad de ambos actores, como promete Findomme.org, mientras ofrece una plataforma virtual para los encuentros y un sistema de pago encriptado, como lo hace también el sitio NiteFlirt. El asunto, en otras fronteras, llega a extremos, como el caso de Theodora, una dominatrix financiera activa desde hace ocho años que vive en París y acepta criptomonedas. La mujer, reporta RT, dispone de una “granja de criptoesclavos” donde “minan” divisas virtuales para ella.

También el de la bielorrusa Yevgeniya Ivanyutenko, de 28 años y residente en Canadá, que incluso se permitió abrir una suerte de “escuela” para futuras dominatrix, en lo que ella denomina “sex work strategy consulting”, según afirmó a Rolling Stone, donde Meghan Murphy, editora y fundadora del portal feminista Feminist Current la acusa de darle glamour a la prostitución.

De dominador a buhonero

Jesús Beltrán se fue a Colombia. Antes de partir, dio por culminada su experiencia como dominador financiero y cerró la cuenta de Twitter que utilizaba para conocer a posibles sumisos. No obstante, reconoce que todavía tiene algunos contactos que le envían dinero o incluso un regalo de cumpleaños.

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Tales ingresos “extra” los aprovecha mientras trabaja vendiendo caramelos en los autobuses de Bogotá. “Mi día a día como emigrante acá, se basa en trabajar como un loco e intentar ayudar a mi familia de la manera que sea posible”. En donde se incluye haber incursionado en un mundo de perversiones, lo cual admite sin empacho. “Por mi familia yo hago lo que sea, así que realmente no me importa. Yo no solo salí de mi país para buscar un mejor futuro, sino que también salí del país para buscar un mejor futuro para ellos. Entonces, realmente no me importa”.

Además, considera haber aprendido del asunto pues “la experiencia me dejó la habilidad para ingeniármelas en una situación muy difícil, como para solucionar cualquier problema que pueda enfrentarme en el futuro”. Y es lo que ha tratado de contestar a quienes le escriben por la red social del pajarito preguntándoles cómo iniciarse en la dominación financiera y así hacer “dinero fácil”. Para él, no lo es.

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