Crónica

Fui acusado de terrorista por el Sebin

El último recuerdo antes de la partida final, de la emigración, no fue la fotografía sobre el Cruz-Diez de Maiquetía. Tampoco el abrazo con la familia. Fue la amenaza del Sebin de “joderte” si comprobaban que un periodista era uno de los solicitados por supuestamente atentar contra Nicolás Maduro

TEXTO: Héctor Manuel Torres
Publicidad

Del país me fui y la dictadura me dejó un lindo suvenir antes de partir.

Sábado11 de agosto de 2018, 2:00 PM, Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía. Esperando en la fila de la línea aérea Copa, cuatro horas antes del vuelo, según lo acordado para cumplir con el itinerario.

La Cromointerferencia de color aditivo de Carlos Cruz-Diez me acompañó junto a mis padres en lo que sería una jornada de excepción. Recuerdos, cuentos, historias, quizá un poco de impaciencia pero con el alma plena porque finalmente había llegado el día de emigrar. El counter de la aerolínea se tomó su tiempo para iniciar el chequeo de equipaje, afortunadamente estaba en una buena posición en la fila y pasaría con prontitud.

Todo iba de lujo hasta que, en el transcurso de la cola, la patria se encargó de recordar por qué mi decisión de irme había sido la correcta –para mí–.

Un oficial de la Guardia Nacional Bolivariana de apellido Aguilar estaba “supervisando” el buen desempeño de la fila y quizá hasta “resguardando” a los ciudadanos que ahí estábamos. Este uniformado, que solo revisaba su celular, decidió apartarme de la fila con la intención de inspeccionar mi equipaje en una mesa dispuesta para ello, donde aguardaba otro efectivo de la GNB. Previa solicitud de mi pasaporte y mientras respondía una serie de preguntas frecuentes a la hora de viajar, Aguilar revisaba con desespero su dispositivo móvil y emitió un comentario que despertó todas mis alarmas: “Coño, chamo, te pareces igualito a una persona que está solicitada”. Mi sorpresa fue evidente, por lo que mi expresión fue acorde a la situación y fue acompañada de la pregunta: “¿en serio?”.

SEBIN 4

Según el guardia, yo podría ser una de las personas involucradas en el atentado a Nicolás Maduro del sábado 4 de agosto, en Caracas. Específicamente, Alberto José Bracho “alias porto”.

Revisaron todos mis papeles –cédula, carnet del Colegio Nacional de Periodistas seccional Aragua, licencia de conducir e incluso mi carnet de docente universitario, además del pasaporte–, pero nada convencía a los funcionarios pues, según Aguilar, “aquí es fácil falsificar cualquier documento”. Entonces decidieron retenerme, sin razón alguna, argumentando que agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) se harían cargo de efectuar un “interrogatorio de rutina”.

Luego de 40 minutos de espera, llegó un señor no identificado pero uniformado de Sebin, diciéndome: “chamo, me están diciendo que tú te pareces mucho a un tipo que está solicitado por el atentado al presidente y yo creo que eres tú. No perdamos el tiempo, para que agarres tu vuelo y cuadremos: ¿Eres tú el que atacó al presidente?”. Desde luego, mi negativa fue inmediata. Respondí con firmeza que eso no era posible, ya que no existía parecido alguno entre esa persona y yo.

Con equipaje en mano, el uniformado me llevó a otro sitio en el aeropuerto, justo al lado del baño de caballeros, donde funcionan las oficinas del Sebin e Interpol, no sin antes hacer una seria amenaza. “Si allá abajo descubrimos que tienes una solicitud o algo mínimo, o si finalmente descubrimos que fuiste tú quien atacó al presidente, la vas a pasar muy mal, te lo estoy diciendo”.

SEBIN 3

Respondí que quien no la debe, no la teme y que solo quería que esto se solventara en buenos términos. Luego de esa grave acusación, me hicieron parar firme frente a la oficina de la Interpol, donde el oficial se tomó un tiempo para hablar con una muchacha que labora ahí, quien le contestaba con ademanes de negativas. Asumo que ella estaba clara que no era yo al que buscaban.

Entonces, salió el efectivo, con actitud desafiante, a decirme “déjame ver qué puedo hacer por ti para que salgas de esta, porque yo creo que tú hoy no viajas. Yo creo que te vamos a investigar y la vas a pasar muy mal si descubrimos que fuiste tú. Ya vengo, no te muevas de aquí. ¡Te quedas ahí!”.

Luego de diez minutos de espera, la oficial me invitó a entrar, a lo que respondí que el funcionario me dijo que no me moviera. Ella, amablemente, me dijo que pasara, que ella asumiría eso. Una vez dentro de la oficina de la Interpol, la dama y otro muchacho me preguntaron quién era yo, por qué viajaba, que hacía en mis rutinas, entre otras cuestiones. La que más llamó mi atención fue: “¿tú eres opositor?”.

foto aeropuerto comparativa

Respondí que sí, que soy opositor tanto del gobierno como de la oposición. Al final, terminé ofreciendo una pequeña cátedra de comunicación social a la que atendieron encantados. Luego llegó el oficial del Sebin que ahora ya tenía nombre. Joder, finalmente hubo un nombre gracias a la chica de la Interpol que dijo: “Manuel, no tenemos razones para seguir reteniendo al muchacho, este joven está limpio”.

Pero Manuel no parecía convencido. Ante su negativa, sugerí mostrar mi carta de antecedentes penales, con su debida apostilla, pero el uniformado se negó a recibirla. Al parecer, me dejarían continuar con mi proceso de viaje, por lo que tomé mi equipaje y caminé junto al Sebin de nombre Manuel de regreso al counter de Copa. Al llegar allí, y con mucho enojo, me volvió a amenazar: “¡Si yo descubro que te saliste con la tuya y me pasaste el güevo por la nariz, te juro que te voy a joder!».

En ese momento, mis padres, profundamente preocupados por la situación, se acercan y preguntan si todo estaba bien, que les parecía extraño todo y que tenían miedo, pero querían demostrar que yo no andaba solo. Entonces Manuel puso su mejor cara de tabla y afirmó: “tranquilo, señores, aquí se le trató bien al muchacho, nunca se le amenazó o algo”. Y yo solté: “sí, oficial, todo bien, no pasó nada”, aún con la amenaza fresca en mi oído.

SEBIN 2

Todo indicaba que retomaría el itinerario de vuelo, así que busqué terminar el chequeo en la aerolínea. Pero de nuevo no pude. Fui abordado por otros dos efectivos del Sebin por la misma razón. Nuevamente me acusaron de terrorista, nuevamente me retiraron de la fila con la intención de saber si era yo el fulano tipo que atentó contra el dictador. Otra vez mis documentos fueron retenidos, otra vez fui interrogado, otra vez todo, solo que esta vez en pleno pasillo, en plena Cromointerferencia, a la luz pública me estaban diciendo que yo era un magnicida.

Mi indignación era total, mi capacidad de asombro había sido sobrepasada. Entendí, sin embargo, que era una batalla de inteligencia y sapiencia versus brutalidad y dictadura. Los del Sebin le tomaron fotografías a todos mis documentos, no sé por qué ni para qué. Esta vez sí aceptaron ver mi carta de antecedentes penales mientras les decía “oficial, yo estoy limpio, ya se hizo esto mismo en las oficinas de la Interpol y no encontraron absolutamente nada. Ya están por cerrar el vuelo y ustedes me tienen acá perdiendo el tiempo”.

Finalmente, se dieron cuenta que no era yo el fulano tipo. Finalmente me dejaron en paz y pude continuar mi proceso de viaje. Finalmente la dictadura se encargó de validar todos mis argumentos para decidir mi salida del país. En esta oportunidad me tocó a mí y afortunadamente no ocurrió mayor cosa, pero esto le puede tocar a otro. Ojalá nadie corra con la misma “suerte” que termine arruinándole la vida.

SEBIN 1

Publicidad
Publicidad