Crónica

Gasolineros sin propinas dan la cara del aumento

El peso del aumento del combustible recae sobre los trabajadores de las estaciones de servicio. Son los responsables de dar la noticia a los conductores despistados y deben hacerse cargo de los pagos en caso de que el cliente llene el tanque y luego se de cuenta que no tiene con qué pagar. Temen que no haya más propinas y reclaman por su seguridad laboral

Fotografías: Cristian J. Hernández
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 Un cliente se palpa los bolsillos. Revisa primero el que está en la parte delantera de su camisa y al constatar que no hay nada se dirige a los del pantalón. Nada tampoco. Acaba de llenar el tanque de gasolina de su camioneta. No esperó que el trabajador de la estación de servicio le dijera cuánto fue el consumo, bajó el vidrio y por la rendija sacó un billete de 10 bolívares: “Quédate con el vuelto”.

Pero no hubo vuelto; por el contrario: faltaba dinero.

“Son 128 bolívares”, respondió Gilberto Sierra, empleado de la bomba ubicada en la avenida Coromoto de Bello Campo. Con la sorpresa por la nueva tarifa comenzó la auscultación, no solo en los bolsillos, también en la guantera y en los posa vasos, hasta que no hubo más remedio que sacar la billetera. “Ahora sí te voy a pagar exacto”, agregó el conductor.

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Nada es tan barato como el litro de gasolina en Venezuela —con la excepción de un viaje en Metro, en caso de que el punto de comparación sea la gasolina de 95 octanos, que con el aumento quedó en 6 bolívares por litro y un traslado en el subterráneo vale 4 bolívares. “Hay menos propinas”, dice Sierra sobre las consecuencias de las nuevas tarifas.

Los isleros ganan al mes salario mínimo; pero en un buen día de trabajo pueden redondearse hasta mil bolívares. Temen que eso se acabe con el ajuste de los precios del combustible.

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El viernes todas las estaciones de servicio estaban cobrando la nueva tarifa. Además de romper el tabú de que en Venezuela el aumento de la gasolina se asocia a estallidos sociales, se acabó con la práctica generalizada de pagar el combustible con el “sencillo” y dejar el vuelto a los surtidores de gasolina. El ajuste se llevó la propina de Yeckson Barreto, islero desde hace 22 años. “Más de uno se ha ido sin pagar completo”, dice. La diferencia entre lo que marca la máquina y el efectivo recolectado corre por cuenta de los empleados a cargo de la bomba.

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Un motorizado saca un billete de 10 bolívares, unos cuantos de dos y otro de cinco; mientras algunas monedas ruedan por el suelo. “Pana, esto es lo que tengo”. Lo que tenía no alcanzaba para pagar los 50 bolívares que indicaba el medidor. “Antes pagaba un bolívar, ahora son 50, es demasiado caro; aunque todavía tenemos la gasolina más barata”, se defendió el motorizado.

En Venezuela la gasolina sí es regalada. Una parte corre por cuenta de Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la otra la paga el islero.  “La gasolina tenía 20 años sin aumentar, no pueden hacer eso así de golpe. Además entre la de 91 y 95 hay mucha diferencia de precios”, opina Sierra. El combustible de 91 octanos quedó en 1 bolívar por litro.

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Efectivo en los bolsillos

En un turno de ocho horas cada islero puede despachar hasta 6.000 litros de gasolina, de los 30.000 litros que en promedio vende al día una estación de servicio. Cada vez que hacen una transacción se les ve meter una mano en su bolsillo y sacar un fajo de billetes, los estiran, incorporan el nuevo papel de acuerdo con su denominación y lo regresan a su sitio.

Desde que se hizo el anuncio del ajuste esta costumbre ha puesto en alerta a las redes sociales. ‏@remasyrubi escribió: “El bombero de gasolina será la víctima número uno de robos por efectivo en mano”.‏@kmuflag dijo en su Twitter: “Luego de cuatro carros, el bombero cargado de efectivo en el país donde galopa la inseguridad”.

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Los empleados de las bombas de servicio aseguran tener eso resuelto, pero se mantienen alerta. “Cada vez que tenemos cierta cantidad de dinero lo guardamos en el buzón que tenemos en la tienda; aunque sí nos preocupa el hampa. Aquí llegan motorizados de repente. A nosotros no nos han atracado porque qué se van a llevar. Antes del ajuste en un día se vendían 600 bolívares. Ahora en dos o tres carros eso es lo que haremos. Los que tienen el turno de la tarde se las verán más apretadas”, afirma Rafael Vargas, islero en la estación de servicio El Conde, ubicada en Parque Central.

Venezuela sigue siendo el país con la gasolina más barata del mundo pese al aumento de los precios de 1.330% en la gasolina de 91 octanos y 6.085% en la de 95 octanos. Un reporte de Telesur señala que “el precio promedio de la gasolina en todo el mundo es de 0,96 dólares por litro. En moneda extranjera, Venezuela comanda la lista de países con el precio de combustible más bajo al fijarse en 0,03 dólares con el nuevo sistema de precios anunciado el miércoles”.

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Aunque sea la más barata, ya el sencillo no alcanza. Quizás por eso 90,9% de los nuevos billetes que ingresaron al mercado monetario venezolano en enero de 2016 fueron los de 100 bolívares —se emitieron 14 millones de estas piezas. Llenar un tanque de 40 litros con gasolina de 95 octanos requiere dos billetes de 100 bolívares y un poco más.

Poca congestión

En febrero de 1989, un aumento de 83% en el valor de la gasolina —junto a otras medidas como la eliminación de controles de precio y de cambio que se mantuvieron durante seis años, la liberación de tasas de interés y el ajuste de 30% en las tarifas del transporte— detonaron el estallido social conocido como el “Caracazo”. Desde entonces el precio del combustible en Venezuela se maneja con guante blanco; eso no evitó que en el segundo mandato de Rafael Caldera, en 1996, se realizara un nuevo ajuste: De 14 bolívares de los viejos, el combustible pasó a costar 97 bolívares por litro, un incremento de casi 600%, que no causó ningún conflicto pese a que la inflación de ese año fue de 106%. Esa tarifa se mantuvo durante 20 años, hasta el 18 de febrero, cuando el presidente Nicolás Maduro anunció el incremento.

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Barreto ya trabajaba como islero cuando ocurrió el Caracazo. Así que en principio, cuando comenzó a hablarse de un ajuste en el precio del combustible, temió algo similar. “Después se me pasó, porque gracias a Dios la gente está clara en que había que aumentar”, justifica. En las estaciones de servicio de Chacao, Altamira y Los Dos Caminos la afluencia de vehículos se mantuvo normal los días posteriores al anuncio presidencial. La situación fue distinta al oeste de Caracas. En la estación de servicio La Estrella, en Candelaria, incluso se apostó un trío de militares para garantizar la seguridad de la gasolinera.

Raúl Flores surte combustible en esa estación. “Las horas de mayor demanda son de 6:00 am a 9:00 am y luego en la tarde entre las 5:00 pm y las 6:00 pm. El volumen de usuarios que hay ahora es el mismo de todos los días en las mañanas”, señala. Opina que ese aumento en el combustible debió aplicarse hace 10 años.

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El motorizado Jesús Faría dice que en la bomba sí había más usuarios de los habituales, pero no para pagar la gasolina a precio viejo, sino porque era la única gasolinera abierta en el área. Recorrió cuatro estaciones de servicio antes de llegar a la de La Estrella. “Lo que quedó fue el repele porque el jueves acabaron con todo. La gente se desesperó anoche y cargó el tanque como si no tuviera que volver a llenarlo en menos de una semana. Vivo al lado de una bomba en El Llanito y no pude cargar”, dijo el taxista Willmar Gallegos. Otro trabajador del volante, José Manuel Blanco, vio estaciones de servicio con colas en Sarría y Chuao.

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Un islero de una gasolinera ubicada en Los Dos Caminos señala que, más allá de las propinas, habría que preocuparse por su seguridad. “Dónde están las botas con punta de hierro que debería darnos PDVSA, nos pisa un carro y vamos derechito al hospital; el bono para comprar los útiles de mi hijo es de 30 bolívares y ahora debo 700 bolívares porque dos conductores echaron gasolina esta mañana y no tenían los 350 bolívares que costó llenar el tanque. Todavía los estoy esperando”.

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Por eso, cuando le piden gasolina de 95 advierte del nuevo valor y algunos clientes prefieren cambiarse a la de 91.Ante la pregunta de si hay diferencia entre una y otra, el islero responde: “No. Ninguna”. Aunque un boletín del Ministerio de Petróleo y Minería emitido por la eliminación de la gasolina con plomo en Venezuela, en el año 2005, explica que es importante utilizar el octanaje adecuado para garantizar el buen funcionamiento del motor, potencia y rendimiento del combustible y, a continuación, lista las marcas, modelos y años para las que se recomiendan los 95 octanos.

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Mientras tanto, para cuidarse en salud y evitar pagar deudas que no son suyas, a los isleros les tocará seguir advirtiendo: “Precio nuevo, panita”.

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