Arte

Gaza exige libertad con banderas de celuloide

Sin el glamour de los magnos eventos cinematográficos, Gaza organiza el festival de cine Red Carpet bajo la consigna “Queremos libertad”. Cerca de setenta producciones de todo el mundo reivindican el derecho a la vida en una zona de inagotable conflicto bélico

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Una zona de guerra cruzada de rojo. Por segunda vez en la historia, el trazo colorado no es de sangre, sino una larga alfombra roja de 40 metros que se abre paso hacia el Centro Cultural al-Shawa. Segùn el organizador del festival de cine Red Carpet, Jalil al-Muzayan, se trata de algo mucho más allá de un mero corredor para el desfile de estrellas. «Nuestro mensaje es contarle al mundo que la población de Gaza quiere respirar una vida verdadera, respirar libertad y arte», indicó a la agencia de noticias EFE.  El anfitrión este proyecto desafía por segunda vez las dificultades políticas, religiosas, sociales, económicas y hasta psicológicas de la franja.

«En esta edición, el objetivo es mostrar una cara más bonita de Gaza y que a la gente le gusta vivir», expresa al-Muzayan sobre el evento enmarcado dentro de una amplia red de festivales en el mundo árabe que tienen como propósito crear concienciar sobre los Derechos Humanos. Para homenajear la vida, la obra del director palestino-israelí Hany Abu-Assad, dos veces nominado al Oscar, fue la escogida para la inauguración de la celebración cinematográfica. The Idol es un documental que narra la vida del cantante palestino Muhamad Asaf, ganador del concurso Arab Idol.

Cientos de gazatíes acudieron a la inauguración del festival Karáma —nombre en árabe que significa “dignidad”— celebrado por primera vez en 2015 en el barrio de Shayaíe, el más castigado por la guerra que las milicias palestinas e Israel libraron meses antes. En esa oportunidad, la alfombra roja descansaba sobre las ruinas causadas por el conflicto. Al-Muzayan apunta que entonces quisieron contarle al mundo que «a la población de Gaza no le gusta morir» y que, a pesar de la destrucción, «encontraba un sitio entre los escombros para ver películas».

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Organizar un festival no es tarea fácil en la realidad de la franja controlada por el movimiento islamista Hamás desde 2007 y desde entonces bajo el bloqueo de Israel y más recientemente de Egipto. Hay que superar barreras como la prohibición de apagar la luz de la sala durante la proyección —con el fin de evitar todo tipo de actos indecorosos para la sharía (ley islámica)— y el corte de escenas problemáticas desde el punto de vista social, político o religioso.

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Las producciones palestinas se alternarán con las de varios países árabes y occidentales. En todos los casos con el común denominador de abordar problemas sociales y políticos. Algunas comedias se hacen presentes, pero siempre desde una óptica política que invita a la reflexión de la audiencia.

«El equipo organizador ha decidido celebrar este festival para la gente simple y marginada de Gaza que ha sido olvidada por sus líderes», replica al-Muzayan. Su colega Saed Sweirki puntualiza que el mensaje es claro y “Gaza tiene la capacidad de vivir en paz, lejos de la guerra y de la miseria». Para realzar ese mensaje se presentarán doce filmes narrativos, diecisiete documentales, treinta cortometrajes y siete de animación.

Los cines desaparecieron de la franja a finales de la década de los 80. Por ende, las proyecciones de los filmes se realizarán en el Centro Cultural al-Shawa —con capacidad para 1.500 personas— y en otros dos teatros. Los de menor asistencia tendrán lugar en escuelas y centros culturales.

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