Literatura

George Orwell, casi casi venezolano

George Orwell, o como lo nombraran sus padres, Eric Arthur Blair, nació en Motihari, una pequeña ciudad de India en 1903. Escritor de pluma afilada y de palabras abiertas, fáciles de atajar. Olfato de periodista y ojos de cronista. La rebelión de la granja, 1984  y Homenaje a Cataluña son tres de sus más reconocidos libros

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La vida de Orwell no siempre estuvo llena de luces e intelectuales. Mientras era adolescente tuvo que meterse al ejército de India, pues su familia no tenía los recursos necesarios para pagar sus estudios y él los conocimientos suficientes para ganarse una beca. Más tarde comprendió que podía manejar un arma de combate mucho más fuerte: la pluma. Hizo un recorrido por Inglaterra y Francia, haciendo trabajos menores. Lo vivido en aquella etapa lo ayudó a registrar las situaciones de pobreza que servirían de musa para escribir su primer libro.

Regresó a casa sin dinero y enfermo. Sus malestares los plasmaría en Los días de Birmania. Con estas notas estrena el seudónimo, con el que más tarde se haría famoso, ocultando su verdadera identidad para no incomodar a sus padres con su  publicación. Pero el rastro de aquellos días lavando platos no pasaría en vano. Como dice el periodista Juan José Mateo, para el diario El País, España, “un tipo siempre al borde de la pobreza, experto en la cría de gallinas y la agricultura de subsistencia. De esos que pertenecieron y se refugiaron en una izquierda disidente”. Los días grises de George forjarían en su mente un ideal: batallar en contra del imperialismo. Aquellas creencias no solo estallarían contra el totalitarismo, sino que también serían norte de sus  siguientes escritos. No por juego dijo: “matar fascistas porque alguien debe hacerlo”.

Las penurias siguieron vivas. George fue testigo de la Segunda Guerra Mundial, también de la Guerra Civil española. El sonido de la máquina de escribir ya no era el único, los bombardeos y desastres acorralaron su mente. Pero le sacó punta. Su libro Diario de guerra y Homenaje a Cataluña fueron la flor de loto en medio del desastre. Ambos resumen, según Juan José Mateo,  “la tragedia de la guerra, el horror del totalitarismo y las mentiras de las propagandas”.

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Al terminar la Segunda Guerra Mundial publica La Rebelión de la granja. Cuatro años después 1984.

Distopía: cualquier parecido con la realidad

Lo curioso de las novelas distópicas es que describen un futuro absurdo muy lejano o ni tanto. Pero el tiempo demuestra que las metáforas cada vez son más reales y que las líneas entre la ficción y la no-ficción se están borrando cada vez más. George escribió en Inglaterra, en plena guerra mundial. Sin embargo, lo escrito le calza al zapato de muchas naciones en la actualidad. 1984 pudo llamarse también 2015, las frases del escritor serían más bien las de un oráculo.

La periodista Jordi Costa, escribió también para El País: “El fenómeno editorial de la saga Los juegos del hambre alienta la nueva vigencia de un género literario, las distopías, que ha dejado de hablar del futuro para desvelar el presente”. Entre reality shows se disfrazan historias orwellianas. En enero del 2014 se estrenó en la cadena televisiva holandesa SBS 6, un programa titulado Utopía. El programa proponía aislar a un grupo de 15 concursantes en una zona rural para que trazara las reglas de una nueva sociedad.  Quizá las historias no solo se graben para entretener, también para informar en el real world.

“Si la verdad significa algo, será sobre todo el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”. Los medios de comunicación son una muestra de esto. Algunas organizaciones también. La verdad suele molestar, venga de donde venga. Quizá el enfado sea una muestra de que lo dicho no es mentira. Por ejemplo, uno de patio, tal vez Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional,  mandó a suspender la salida del país de los directivos de varios medios de comunicación que publicaron información sobre él porque quizá es un indicio de que las cadenas informativas no mentían.

“Toda la propaganda de guerra, todos los gritos, las mentiras y el odio provienen, invariablemente, de gente que no está luchando”, dijo Orwell.  Lejos o no de los venezolanos, en tiempos de lucha social, los protagonistas se vuelven más orwellianos, sobre todo que los ensayos y las distopías son iguales de ciertos.

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