Televisión

Globovisión menos chavista

Opositor radical, chavista silente ante las fallas y ahora en su más reciente faceta es nadador profesional entre las corrientes políticas. No se trata de ningún dirigente, sino de Globovisión, el canal de noticias que en casi tres años se ha mostrado mutable frente a los diversos escenarios. Con la instalación de la nueva Asamblea Nacional los televidentes dicen que ha vuelto su cara “democrática” a casi un año del vencimiento de su concesión y con una inspección técnica de Conatel en lo que va de año

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
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El 2 de mayo de 2013 un sabor amargo se coló entre el personal de Globovisión. El canal cambió de dueños a pesar de que hasta el 29 de abril se aseguró que no se efectuaría ninguna venta. Una nueva directiva se implantó y desde entonces todos los empleados deben firmar un contrato de confidencialidad. Ya nada de esto es noticia después de tres años, pero algunos periodistas, desde el anonimato, que aún temen por represalias o despidos, hoy deciden compartir su opinión de lo que ha ocurrido después del triunfo de la oposición en las elecciones parlamentarias.

El domingo electoral del 6 de diciembre de 2015 las redes sociales, en especial Twitter, estaban saturadas por los comicios de ese día. A las tendencias se sumaban los comentarios de muchos televidentes sorprendidos por la cobertura de Globovisión. Parte y contraparte se podía seguir en la transmisión. La audiencia notó esta particularidad como un cambio y los periodistas lo confirman. “Sí hubo un cambio y ha causado desconcierto entre nosotros mismos. Ahora hasta bromeamos diciendo ‘volvimos a ser democráticos’”.

El canal pasó de manos de la familia Zuluaga a las de Raúl Gorrín. Él como nuevo propietario aseguró que la postura no sería de resistencia, sino de transición hacia un equilibrio informativo. En ese punto difieren algunos trabajadores de la información. Comentan que las noticias eran pro oficialistas tanto por el contenido como por su jerarquización. “El alto mando ejecutivo obviamente siempre tiene más jerarquía pero a veces había noticias que eran más importantes y se omitían. Se pasaba al presidente, a los ministros y se relegaba lo demás que fuese de oposición. No se podían pasar 10 noticias de un bando y 10 de otro equitativamente”, manifiesta un trabajador.

Los rostros de Globovisión empezaron a esfumarse. Gladys Rodríguez, Román Losinski, Carla Angola son solo algunos de los que renunciaron, pero uno de sus colegas que aún se mantiene en la planta televisiva expresa que “el que se ha ido es porque ha querido. Ellos se fueron porque no querían ser tildados de chavistas por el estatus que tenían para el momento, porque incluso les ofrecieron nuevos proyectos”.

“Sí hay una presión en cuanto a línea editorial, pero no una presión individual periodista por periodista”. Quien expresa esas palabras admite que hay libertad plena para manifestar posición política personal, pero no puede reflejarse en el tratamiento de las fuentes. Claro está que se debe perseguir la objetividad —aunque esta no exista— a la hora de transmitir la información. El problema surge cuando una profesión deja de defender la justicia y se hace cómplice de la censura. Según este empleado, que lleva cerca de una década en la televisora, la táctica de la nueva directiva para consolidar el favoritismo hacia el oficialismo fue contratar a periodistas recién egresados de la universidad porque ellos se autocensuran debido a toda la historia que envolvió la venta del canal.

Con una nueva Asamblea Nacional (AN), mayormente opositora, la línea editorial cambia y se mueve en la balanza para acabar con la hegemonía roja rojita en la que se consumía por momentos. “Esa gente que compró el canal son empresarios, ellos no saben nada de medios. Yo pienso que por fin lograron escuchar a la gente que tienen adentro, lograron entender que tenían que adaptarse a la historia. Lo de la Asamblea fue una bofetada horrible que ni ellos mismos se esperaban. Van a asumir una postura de equilibrio finalmente y es lo que la gente les está reclamando. Los números hablan y ningún empresario va a comprar una empresa para que quiebre”, manifiesta un periodista de la televisora mientras otro agrega que “evidentemente hay un cambio. Se da una apertura que no está sesgada hacia alguien específico. Se ha entendido que hay un nuevo panorama político y hay que comprender que la balanza de los poderes cambió y todas las caras deben tener participación y presencia en los medios de comunicación porque ese es precisamente el trabajo del periodismo”.

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Sobreviviendo en el desbalance

Una prueba que aún está por verse es si continuarán o no los despidos. Estos habían estado sujetos hasta el presente por la relevancia pública del periodista. El nombre de Vanessa Ugueto retumbó en las redes sociales no por su desempeño como productora, sino porque ella se convirtió en noticia cuando fue despedida por solidarizarse con Reimy Chávez, quien renunció en vivo el 2 de abril de 2014 comunicando: “Respetados televidentes a las siete y dos minutos de la noche estamos al aire con otra ronda de Noticias Globovisión, la cual particularmente para este servidor serán las últimos puesto que hasta este día trabajo en esta planta televisiva por razones ajenas a mi voluntad y diferencias de criterio”.

En medio de la transmisión, durante los cortes comerciales, fue desalojado a la fuerza de las instalaciones por el personal seguridad sin haber culminado el noticiero. Ante esto, Vanessa Ugueto replicó en su cuenta de Twitter: “Solidaria con @ReimyChavez, lo que le hicieron es una bajeza”. Con la misma suerte corrió Mariana De Barros en mayo de 2015, quien fue despedida por postear en la cuenta de Globovisión un estudio del Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos (Clals) que mencionaba la cobertura equilibrada del canal, pero la desatención que habían dado al encarcelamiento de Leopoldo López.

Otras figuras más importantes y de más trayectoria no se angustian. “A mí ningún jefe me ha dicho lo que yo tengo que preguntar. A mí me han respetado el trabajo en todo momento. Y los reclamos que he hecho, se han hecho y no ha habido riesgo de que me boten. A mí nunca me han dicho ‘no le hagas preguntas incómodas a Fulano porque es chavista’” sostiene alguien que lleva más de un lustro frente a la pantalla.

En una entrevista posterior a la venta María Fernanda Flores, quien fue la vicepresidenta ejecutiva hasta 2013, afirmaba que “Globovisión es la ventana de una Venezuela que no tiene voz”. Ella aclaró que no era el canal de una tendencia política porque eran un medio de comunicación independiente, sino que mostraban la otra visión de la realidad que vivía el país. Por casi tres años esa ventana mantuvo el cerrojo puesto, pero ahora parece ejercer periodismo crítico de nuevo. Por si quedan dudas de que la línea editorial está girando, ya Maduro reaccionó ante el cambio. El 23 de enero de 2016 en cadena nacional acusó a Televen y a Globovisión de “dañar esta revolución”. “Los seguimos viendo en la batalla señores burgueses dueños de medios televisivos” remató el presidente que actúa malcriado ante las críticas de su gestión.

Frente a la nueva coyuntura política los medios de comunicación se debaten de nuevo entre el periodismo crítico y el complaciente. Los ojos puestos sobre Globovisión determinarán cuál historia será la contada. “Los medios son lamentablemente un negocio y si tú te sabes mover y haces tu trabajo como lo tienes que hacer, sin faltarle el respeto a nadie, puedes sobrevivir. Hay que hacerlo porque no hay a donde ir. Hay mucha gente en Globovisión que está defendiendo un espacio. Yo no le voy a ceder mi espacio a un chavista”, es la opinión de un periodista que representa lo que muchos piensan puertas adentro y también se ven obligados a callar.

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