Crónica

Guaidó en Buenos Aires, el llanto de los migrantes

Esperanza por volver, orgullo por reconocer, ánimos por cambiar y aplausos por doquier. La visita de Juan Guaidó a la capital argentina, en visita oficial como "presidente encargado" le arrugó el corazón a más de un migrante, mientras insufló ánimos a quienes sienten que el cambio en Venezuela está cerca -Lloro porque quiero regresar, porque extraño mi país-.

FOTOS: NOLAN RADA y AFP
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Álvaro tiene 31 años y los dos últimos los ha vivido en Buenos Aires. Minutos después de saludar al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y asumido como encargado de la República, Juan Guaidó, a las afueras del Palacio San Martín, su voz se entrecorta. No puede expresar de manera fluida la nostalgia que siente ni la esperanza que le inyectó aquel abrazo con el mandatario. El joven, de tez morena y camisa negra, está apoyado en la reja que las fuerzas de seguridad argentinas dispusieron para controlar la masa de venezolanos. Él sobresale del resto porque se pudo elevar sobre algo que lo hace superarlos en altura. Todos llegaron allí este 1ero de marzo porque aspiraban ver, escuchar y conocer al «nuevo presidente» de su país. Al único que consideran legítimo. Álvaro sonríe entre lágrimas. Guaido Baires 1

Infantes y ancianos, pero sobre todo jóvenes, se esparcían por la Plaza San Martín de la capital rioplatense desde las 6 de la tarde. La convocatoria había sido realizada de forma exprés hacía apenas dos horas. Pudiera parecer poco, pero fue tiempo suficiente para agrupar a una cientos, quizá miles, de venezolanos migrantes que corearon y gritaron hasta verlo salir del también llamado Palacio de Anchorena, que sirve como sede ceremonial de la Cancillería argentina. Se había confirmado durante la tarde de ese mismo viernes que Guaidó se reuniría con el mandatario argentino Mauricio Macri en la residencia presidencial en Olivos; que después daría una conferencia de prensa, y que dirigiría un saludo a su gente una vez finalizara los otros compromisos.

Una mínima tarima y un solitario micrófono lo esperaban en ese espacio, a unos cinco metros de la imponente entrada de aquel palacete. Había música animosa que ambientaba la espera y mucha gente. A la música, sin embargo, la opacaban los cánticos fervorosos de la multitud. Además de las usuales referencias en contra de Maduro, muchas de ellas eran apoyo a Guaidó, a la libertad de Venezuela y también a la vuelta a casa. “Queremos volver, queremos volver”.

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Corto y conciso

Parlamentarios y funcionarios del gobierno argentino recibieron con aplausos y abrazos a un serio y a la vez sonriente Juan Guaidó. Lo acompañaron a la rueda de prensa su esposa, Fabiana Rosales; la embajadora que designó para Argentina, Elisa Trotta; su director de Despacho, Roberto Marrero; y los diputados Sergio Vergara y Francisco Sucre.

Durante la alocución, que no se alargó más de 40 minutos con preguntas y respuestas incluidas, el presidente encargado insistió en que la transición “ya es un hecho en Venezuela” y que por tal motivo, parte de lo que conversa con los mandatarios en la gira latinoamericana de esta semana es con miras al futuro de las relaciones diplomáticas entre los países. Antes de llegar a Argentina, Guaidó estuvo con los presidentes Duque, de Colombia; Bolsonaro, de Brasil; y Abdo, de Paraguay.

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“El dictador solamente le hace más costosa la transición a Venezuela, que se cobra día a día en vidas humanas, en niños que mueren en hospitales, o en indios pemones asesinados en la frontera porque iban voluntariamente por ayuda humanitaria”, apuntó.

Guaidó reiteró que mientras sucede esta disputa política hay tres millones de personas sufriendo por el déficit alimentario y 300 mil en riesgo de muerte. Recordó el caso de los niños en Puerto La Cruz que llegaron deshidratados y desnutridos a un hospital y murieron porque no había siquiera suero para atenderlos. “Eso pasa todos los días en Venezuela”.

Al ser interrogado por la “intervención militar”, el parlamentario expresó que es una última opción que nadie quiere.Sobre ese punto quiso resaltar que el proceso que encabeza en este momento ha sido “profundamente venezolano” y que al decir que un país o un ente externo va a solventar la crisis se “minimiza el esfuerzo de años en construir mayoría, crear partidos políticos, miles de presos políticos, exiliados…”. Repitió hasta el cansancio su ya conocida agenda: cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.

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Sobre el apoyo de los militares, el presidente encargado apuntó la cifra de 600 funcionarios que han ido a Colombia para salirse de las filas que apoyan a Maduro y explicó a la prensa que es muy difícil que los altos mandos renuncien porque están demasiado vinculados con el gobierno madurista y manejan empresas estatales como Sidor o Pdvsa.

Guaidó aprovechó la ocasión para anunciar que su regreso a Venezuela “a pesar de los riesgos” estaba previsto para este lunes o martes de carnaval y que convocaría a una gran manifestación para esa fecha.

Una de las frases más sentidas que dijo ante las cámaras y después repitió ante los venezolanos congregados en la plaza fue: “La única vuelta atrás del proceso que ha empezadoVenezuela es la vuelta a casa de muchos venezolanos, es la vuelta a casa de tantos que añoran con nostalgia el Mar Caribe”.

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La gente

Aprisionados ante las paredes y rejas metálica, envueltos en banderas y sudor, angustiados, esperanzados y ansiosos. Así estaban los venezolanos que esperaron a Guaidó por dos horas. Su llegada desató los gritos y la emoción.

Ante esa gente, el líder opositor se comportaba con soltura. En sus ojos chispeaba la emoción y la contentura. Les agradecía su presencia, les bendecía y les repetía “los amo”. “Nosotros también te amamos”, le respondía parte de la congregación y en esos términos dio un breve y sentido discurso que giró en torno a la agenda que ya se conoce y la posibilidad de volver que se abría para todos esos migrantes. Cerró sus palabras con el “¡Vamos bien!” acostumbrado.

No faltó la típica selfie y que entonaran en masa el Gloria Bravo Pueblo. Los pocos que recibieron abrazos de su parte repetían que confiaban en él y que le agradecían su labor. Él les repetía que fueran fuertes y valientes, que se preparaban para volver y que mantuvieran la esperanza.

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Uno de los “afortunados” fue Álvaro Salvidio, un rubio de 21 años que a través de la música informa sobre la dictadura en el subte porteño. El joven tomaba su handicam como oro porque había registrado en ella el momento justo en que el mandatario se abalanzó sobre ellos y les respondió los abrazos. A las chicas que estaban a su lado les había firmado la bandera. Ellas lloraban desconsoladas desde que el «presidente encargado» salió del palacio.

Geraldine Altuve, una muchacha de San Cristóbal, que trabaja como vendedora de una tienda y tiene un año y medio en la ciudad, tampoco contenía el llanto y se abrazaba con otras asistentes a quienes acababa de conocer. Casi todas coincidían en sus ganas de regresar al país y de una Venezuela distinta. Entusiasmadas, seguían con la mirada los pasos del presidente que ya se disponía a ingresar al palacio.

Cuando finalmente se retiró, decenas de los asistentes se quedaron en sus posiciones inmóviles. La expectativa de que volviera a pasar permanecía allí. Papeles, mensajes, banderas y hasta un papagayo tricolor, esperaban contar con su firma y su bendición, pero la agenda del presidente de la Asamblea Nacional debía seguir su curso y regresar primero a Ecuador y, si se lo permiten, a Venezuela.

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