Opinión

Hermann Escarrá: el fiador del tirano

Abogado constitucionalista que interpreta o distorsiona leyes de acuerdo a intereses. Se le conoció como opositor acérrimo de Chávez y ahora preconiza y justifica disparates jurídicos. Hermann Escarrá apoyó las sentencias 155 y 156 de TSJ y ahora respalda la Asamblea Nacional Constituyente que Maduro convocó el 1 de mayo ¿Por qué lo hace?

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Incapaz de defender Asamblea Nacional Constituyente que se ha sacado de la manga para zafarse de las elecciones, desactivar a la Asamblea Nacional y ganar tiempo en el poder, Nicolás Maduro cuenta con un tutor que habla por él. Este maneja al dedillo la jerga constitucional y está dispuesto a poner esos conocimientos al servicio de una tiranía cruel, que ha terminado de destruir el país —ya arrasado por Hugo Chávez—, completamente desprestigiado en todos los ámbitos y condenado a próximo un final que, según confirman los sondeos, aspira el 90% de los venezolanos.
Hermann Escarrá, quien ya viene haciendo declaraciones para justificar los esperpentos jurídicos de la dictadura, es el “Mujiquita” que el chavismo ha tirado por delante para “explicar” y justificar lo que ha sido desmontado por un formidable coro de abogados constitucionalistas.
¿Por qué Escarrá se presta para eso? ¿Hay, acaso, una posibilidad, por ínfima que fuera, de que el relamido jurista albergue algún respeto por Nicolás Maduro y por el chavismo? La prueba de lo que Escarrá piensa del chavismo la ofrece él mismo en la gran cantidad de declaraciones, discursos, charlas en universidades y textos donde hacía inventario de las taras del socialismo del siglo XXI y del propio Chávez a quien calificaba de “presidente usurpador” y a quien culpaba de haberse propuesto la “imposición de un régimen Castro-comunista”. Los archivos de prensa conservan kilómetros de notas en las que este mismo Escarrá llamaba a “desconocer cívica y constitucionalmente, a cualquier régimen que viole los derechos humanos y las garantías democráticas, como lo expresa el Artículo 350 de la Constitución”; y se refería concretamente al gobierno de Chávez.
Incluso en esa época, en la que Hermann Escarrá era un incansable antichavista, que no desaprovechaba escenario para denostar del autoritario Chávez, no logró nunca la confianza de la oposición. Lo invitaban a foros, le dejaban el micrófono un rato, pero siempre era un segundón. Y un día, después de la muerte de su hermano, Carlos Escarrá, conocido chavista, Hermann amaneció incluido en el elenco que hasta unos días antes había merecido sus acusaciones y venablos.
Es así como en el último mes ha quebrado lanzas por dos iniciativas del madurismo que ningún abogado constitucionalista medianamente serio ha apoyado. El 3 de abril de 2017 afirmó que las sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que usurpaban las competencias de la Asamblea Nacional (AN), no suponían “ninguna ruptura del hilo constitucional”, puesto que el Parlamento “se encuentra en desacato”. Y justificó la violación de la inmunidad parlamentaria de los diputados opositores diciendo que: “Ellos tienen que saber que cuando los diputados actúan fuera del reglamento pierden su inmunidad”. Y ahora lo vimos aplaudiendo a Maduro cuando anunció la Constituyente que muchos opositores han calificado de “trampa cazabobos”.
¿Por qué hace estas cosas Escarrá? Sabemos que se ha ubicado en extremos irreconciliables en cuanto a la interpretación de la Constitución, pero esta postura, carente por completo de asidero legal, teórico o doctrinal, es incomprensible. No se entiende cómo Escarrá adopta una posición infame a sabiendas que nos están confiscando nuestros derechos y libertades. Sí, él lo sabe.
La única respuesta es que Hermann Escarrá quiere dinero. Tenemos indicios para saber que es ambicioso y tiene gustos costosos —hace unas semanas fue fotografiado en Miami merodeando un Mercedes Benz. Y es público y notorio que tiene una fortuna invertida en propiedades inmobiliarias en Florida. Hace un año, en mayo de 2016, El Pitazo difundió una noticia que daba cuenta de la “Familia de Hermann Escarrá establece negocios y compra propiedades en EE UU”.
“Desde enero de 2015”, decía el despacho de El Pitazo,“la familia del abogado constitucionalista —simpatizante del oficialismo desde 2012— se convirtió en propietaria de un lujoso condominio valorado en dos tercios de millón de dólares y al menos cuatro empresas con licencia para operar en el condado de Miami Dade. Una de estas sociedades registra su dirección comercial en un local ubicado en el mismo edificio donde fue adquirido el inmueble”.
Escarrá, su esposa, Oasis Lis Muñoz Duerto, y sus tres hijos, Oasis Azul, Hermann Eduardo y Oasis Lis, figuran en los registros federales como propietarios de al menos cinco bienes en el sur del estado de Florida.
A estas alturas está muy claro que en Venezuela hay una élite oportunista, que encontró en la tragedia, que supuso el chavismo, una oportunidad de realización económica. Es la única explicación. No hay rastros de autenticidad en el gelatinoso Escarrá y el chavismo, como toda «cleptocracia», premia con dinero, mucho dinero, la lealtad incondicional. Así como castiga el esfuerzo, el mérito, el trabajo honesto.
Escarrá es la representación sublime del oportunista a quien le importa un bledo el castigo feroz que está sufriendo el país. Además, mucho que perder en la transición, que enviará a los tribunales a muchos violadores de derechos humanos y corruptos. Y podría ganar mucho en el supuesto negado de que le salga bien la triquiñuela. Quién sabe si ya le dieron un adelanto, que pensó en invertir en un carro lujoso.]]>

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