Salud

Hipertensión sin medicinas, ¿qué es peor?

Los hipertensos en el país, 34 de cada 100 adultos, no consiguen los tratamientos o no pueden mantenerlos durante largos períodos por el desabastecimiento. Sin remedios, acometen las complicaciones ocasionadas por la tensión arterial alta. Advierten que la falta de insumos básicos puede entorpecer las intervenciones quirúrgicas requeridas

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La última lista de 149 medicamentos escasos que difundió la Federación Farmacéutica Venezolana incluyó 28 fármacos utilizados para tratar la hipertensión y cardiopatías coronarias. La tensión arterial alta, por encima de 120 mm Hg, afecta a más de uno de cada cinco adultos en el mundo y a 34 de cada 100 venezolanos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), complicaciones derivadas de la hipertensión son la causa de 9,4 millones de defunciones anuales en todo el planeta.

El tratamiento con medicamentos de bajo costo, asegura la OMS, bajó la incidencia de la tensión elevada en las Américas de 31% en 1980 a 18% en 2014. La escasez podría revertir esa tendencia en Venezuela.

El ex presidente de la Sociedad de Hipertensión, Igor Morr, teme que el desabastecimiento pueda dar paso a la “no medicina”: “Existe una especie de reblandecimiento por parte del paciente y del médico que se están acostumbrando al ‘dame lo que tengas o lo que consigas’. Esperamos que se trate de una situación coyuntural y no un problema de estructura”.

Al menos por ahora, el “dame lo que tengas” se ha apoderado de la mayoría de los venezolanos, aunque vaya en detrimento de su propia salud. Osman Flores, de 40 años, es hipertenso desde hace dos décadas y cuando siente las orejas calientes, sabe que en su cuerpo está subiendo la tensión arterial. Desde el año pasado, esa sensación se ha repetido varias veces por falta de medicación.

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El esquema de tratamiento de Osman ha cambiado por lo menos tres veces en el último año: “Tomaba Atacand Plus y de repente el medicamento se desapareció, no solo en Maracay, que es donde vivo, sino en toda Venezuela. El médico me recomendó que tomara Preterax. Funcionó los primeros seis meses y más nunca lo conseguí”.

Sin opciones, optó por jugar con algunos conocimientos farmacéuticos de los que disponía luego de tantos años con la enfermedad, y buscó por separado los componentes de la medicina recetada. La hidroclorotiazida de 12, miligramos la consiguió “con los cubanos” en un CDI, y el candesartán de 16 miligramos lo encontró en farmacias regulares. “Es una agonía en este país conseguir medicinas. En vista de que no podemos contar con eso, me he dedicado a cuidarme de otra forma, he mejorado un poco la alimentación y dedico más tiempo a hacer ejercicio”.

Desde la Sociedad de Hipertensión, Morr advierte que sacar a un paciente de la estrategia de tratamiento que lo ha estabilizado puede tener respuestas no deseadas. “Si tienes a un paciente controlado con zofenopril, antihipertensivo y protector vascular y cerebral, no puede tomarse otro medicamento ni siquiera de la misma familia, porque repercute en su estabilidad. A un paciente crónico no se le puede ir cambiando el tratamiento según lo que consiga, eso lleva a hacer una mala medicina”, confiesa el doctor.

Aunque no hay datos oficiales ni extraoficiales hasta el momento de la reacción de los pacientes cardíacos crónicos al desabastecimiento, Morr cree que las descompensaciones han ido en aumento. “Esto no es un problema político, es un problema de vivencias, de la cotidianidad y de la salud de las personas”.

La crisis no se detiene

Nuria Cáceres sufre de hipertensión arterial desde 2002. El último tratamiento que cumplió fue con Coaprovel, medicamento que casi ha desaparecido por completo de las estanterías de las farmacias en Venezuela. Luego de haber recorrido más de 15 farmacias en el centro de Caracas, consultó nuevamente a su doctor. “Él me recomendó que buscara los componentes de la medicina por separados y así ha sido la única manera. Pasé más de dos semanas con la tensión altísima, tenía mucho dolor de cabeza, y me asusté de verdad”.

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La mujer optó, al igual que Osman, por comprar irbesartán e hidroclorotiazida.

La presión arterial es una medición de la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias cada vez que el corazón bombea sangre. La presión puede afectarse por múltiples factores, entre ellos la cantidad de agua y sal en el cuerpo, el estado de los riñones, el sistema nervioso y los vasos sanguíneos y los niveles hormonales. A mayor edad, las personas son más propensas a desarrollar hipertensión arterial.

Alexis Bello, cirujano cardiovascular y director de Cardioamigos, confiesa que ha visto cómo han aumentado las complicaciones por causa de la hipertensión. “Son muchos los pacientes que fallecen por ausencia de medicamentos. La escasez de fármacos no se distancia del problema generalizado que hay en el país”.

El médico explica que algunas patologías provocadas por la hipertensión requieren tratamientos quirúgicos, como la denervación por vía endovascular. “Una de las grandes preocupaciones de los cirujanos cardiovasculares es la escasez casi total de válvulas cardíacas. Los escasos pacientes que operamos (en Clínicas Caracas apenas seis en las últimas dos semanas) adquieren los implementos por su lado, en el exterior. No hay los suministros mínimos necesarios”.

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Bello indica que no hay oxigenadores ni líneas venosas y arteriales, insumos fundamentales para la máquina de circulación extracorpórea que se utiliza en las cirugías. Tampoco hay válvulas cardíacas ni prótesis endovasculares.

Datos adeudados

Las cifras sobre mortalidad en el país son una gran deuda del Ministerio de Salud. El último anuario de mortalidad publicado, el de 2012, revela que tres de las 25 causas más comunes de muerte en Venezuela tienen que ver con afecciones vasculares y del corazón. Las enfermedades del corazón representan 20,58% de las muertes (30.467 personas fallecidas) y de esas, 2,07% responden a enfermedades cardíacas hipertensivas (3.072 personas).

El mismo documento de 2012 reporta que las enfermedades cerebrovasculares fueron el 7,64% de las muertes en el país y otras enfermedades hipertensivas (como las afecciones renales hipertensivas y la hipertensión esencial) representaron 1,25% del total de 148.058 defunciones que hubo ese año.

La falta de datos recientes impide comparar cómo ha afectado el desabastecimiento y la crisis general del sector salud el desenvolvimiento de personas que viven con enfermedades crónicas.

Esta semana el diario regional El Carabobeño recoge las declaraciones de Fernando Henríquez, presidente del Colegio de Médicos del estado Carabobo, quien asegura que solo entre 5% y 10% de los pacientes con afección cardíaca son atendidos por falta de insumos.

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La red Médicos por la Salud, conformada por residentes de hospitales públicos, realizó una encuesta en 130 centros asistenciales en marzo de 2015. Los resultados arrojaron que 38% de los quirófanos estaban inoperativos, 28% de los centros no tienen suministro de agua permanente, 19% carecen de equipos de rayos X, 22% trabajan sin equipos de ecografía y 47% sin tomógrafos. La mitad de las instituciones tenían fallas moderadas o graves de insumos básicos.

Las consecuencias de la falta de tratamiento y de atención médica en casos de hipertensión arterial no son difíciles de imaginar. No solo produce un gran número de muertes sino gran cantidad de incapacidad y lesiones, accidentes cerebrovasculares, daño en riñones y en la vista. La hipertensión arterial es la gran asesina del siglo, y en Venezuela no hay con qué ponerle coto.

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