Íconos

Hugh Hefner, el auténtico playboy

Fue un ícono del exceso, de conejitas en cada brazo y de sombreros de capitán de navíos. Hugh Hefner revolucionó el mundo de la sexualidad desde mediados del siglo pasado. El fundador del imperio Playboy dejó a sus 91 años un legado de pieles al aire y picardía desbordada. Celebridades, actores y modelos lloran su partida

Portada: Playboy |Fotografías en el texto: AP
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Ver mujeres con poquísima ropa y accesorios alegóricos a animales es casi cotidiano en el siglo XXI. Se ven en canales de televisión, películas ranqueadas para adultos, incluso en una simple búsqueda en Google. Lo que hoy es parte de la cultura pop de las nuevas generaciones, fue considerado una revolución sexual en Estados Unidos durante la década de los 50. Hugh Hefner se encargó de elevar la lujuria al plano de la imprenta y la reproducción con su revista Playboy, hasta crear un imperio que supera los simples desnudos y miradas provocadoras.

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Desde lujosas mansiones, una en Chicago y otra en Los Ángeles, Hefner se convirtió en el predicador de su propio producto: la lujuria. Durante décadas se le vio fumando en pipa, ataviado de pijamas de seda, convertido en el centro de atención de grandes fiestas. Y en cada brazo una «conejita», como se le conoce a las modelos que aparecen en las páginas de la revista.

Los excesos del empresario de Chicago eran codiciados a nivel mundial. La empresa venezolana Aeropostal, que en 2017 cesó sus operaciones en el país, utilizó por unos años del siglo pasado una de las excentricidades de Hefner. Se trataba de «The Big Bunny», un jet DC-9 valorado en 5 millones de dólares aproximadamente. Pintado de negro e identificado con el sello de Playboy, el avión surcó los cielos por unos seis años durante la década de los 60.

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Lo convirtió en una máquina del disfrute, personalizado con todos sus caprichos: una cama redonda, una discoteca, una ducha, tapizado en piel y, por supuesto, trasladaba bellas azafatas vestidas con uniformes negros de piel sintética, orejas y cola de conejo, botas negras y pañuelos blancos de aviador. Las «jet bunnies» atendían a los 38 pasajeros de Hefner en su avión privado. El magnate declaró a The Wall Street Journal en 2010 que su avión era «el patito feo» pues en la década de los sesenta las aeronaves no solían ser todas negras por fuera.

Aeropostal lo compró a comienzos de los años 70 -Hefner dejó de volar en él luego de comprar una mansión en Los Ángeles-. La compañía aérea lo reconfiguró con asientos convencionales para dar servicio regular, hasta que en 1989 se vendió a Aeroméxico, donde funcionó hasta 2004.

No eran simples cuatro paredes y un techo por las que Hefner decidió dejar a «The Big Bunny» de lado. El sitio ostenta unos 20.000 metros cuadrados y 29 habitaciones, y se sitúa en Beverly Hills, Los Ángeles. La llamó Playboy Mansion. Fue sede de fiestas legendarias y modelos despampanantes. Earvin Magic Johnson, la estrella del equipo de básquetbol Los Lakers en los años 80, reveló en un documental que había asistido a rumbas en las que había 100 mujeres para 10 hombres. El paraíso en la tierra, con orejas y cola de conejo. Morir allí era uno de sus deseos, que se cumplió el 27 de septiembre de 2017. Medios estadounidenses informaron que falleció pacíficamente de causas naturales en su casa rodeado de sus seres queridos.

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«Hef cambió mi vida. Me hizo la persona que soy hoy, No podría estás más agradecida por nuestra amistad y el tiempo que pasamos juntos. Lo echaré mucho de menos pero siempre estará en mi corazón», reza un comunicado de Kendra Wilkinson, exnovia de Hefner y modelo de Playboy.

Su muerte no paso por debajo de la mesa, ni de las sábanas. Modelos, actores, cantantes lamentaron el fallecimiento. Carmen Electra, actriz y modelo, le agradeció en su cuenta de Instagram por haberla escogido y llevado al mundo «mágico» de Playboy. «No puedo parar de llorar y no puedo imaginar cuántas conejitas están llorando también por ti. Eres un clásico y siempre estaré agradecida por tu bondad», continúa el mensaje. Larry King, conductor de televisión, también ensalzó al empresario del sexo por las redes sociales. «Hugh Hefner fue un gigante en edición, periodismo, libertad de expresión y derechos civiles. Fue realmente auténtico, y era mi amigo. Descansa en paz, Hef».

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El comienzo de un imperio

Las despedidas y agradecimientos son el resultado de más de 40 años en la industria. 1953 fue el punto de partida. Hefner, nacido en Chicago en una familia metodista, fundó lo que se convertiría en un ícono de la pornografía: Playboy. La revista rompió con el conservadurismo del que el mundo salía después de la Segunda Guerra Mundial. Para entonces, los estados podían prohibir legalmente los anticonceptivos y la palabra «embarazada» estaba vetada en el programa del momento en la televisión estadounidense I Love Lucy. Fue cuando la actriz rubia Marilyn Monroe, desnuda, apareció en las páginas del primer número de la revista, que además contenía un editorial que prometía «humor, sofisticación y picardía». En un año, su tirada rozó los 200.000 ejemplares. En cinco, había superado el millón.

En cuestión de años, Playboy se convirtió en una referencia del entretenimiento erótico para un público masculino. Es una de las marcas más reconocibles de Estados Unidos, que estuvo a la vanguardia de los cambios sociales que vendrían al norte del continente americano. Solo la llegada del internet fue capaz de convertirla en un objeto de culto y no de compra frecuente. Algunas de las mujeres que posaron para sus páginas fueron Drew Barrymore, Farrah Fawcett y Linda Evans. Varias conejitas alcanzaron la fama, como la cantante Deborah Harry o la modelo Lauren Hutton, dos féminas que dijeron tener buenos recuerdos de su época en Playboy. Pero no solo había espacio para cuerpos al descubierto. Desde 1962, la revista lanzó una sección de entrevistas en la que cada mes aparecían íconos del deporte, la cultura y hasta la política estadounidense. Las conversaciones reposadas sacaban sus trapitos sucios y caían en boca de los consumidores.

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Con la revista vinieron las dos grandes mansiones de Hefner. También una serie de clubes alrededor del globo, cuyo último local cerró en 1988, donde las meseras portaban disfraces reveladores, con sus respectivas orejas y colas de conejita. Además, presentó Playboy After Dark en 1969, un programa que mostraba al empresario en una «típica» fiesta en la Playboy Mansion, con celebridades del momento incluidas. En el siglo XXI, Hefner volvió a la pantalla chica en The Girls Next Door, un reality show por cable en el que aparecía con tres novias residentes en su no tan humilde morada de Los Ángeles.

Entre la lujuria y el lujo, se colaron experiencias traumáticas. Varias conejitas dijeron haber sido violadas por Bill Cosby, amigo cercano de Hefner y que enfrentó docenas de acusaciones similares. Hefner emitió un comunicado a finales de 2014 afirmando que «nunca toleraría este comportamiento». Pero dos años más tarde, la exconejita Chloe Goins demandó a Cosby y a Hefner por agresión sexual, violencia de género y otras acusaciones por una supuesta violación en 2008 en la Playboy Mansion.

Tras sufrir una apoplejía, Hefner entregó el control de su imperio a su hija, Christie, que se describe como feminista. A pesar de estar rodeado de conejitas, Hefner se casó y tuvo cuatro hijos. Sin embargo, el empresario seguía siendo el propietario del 70% de las acciones de la compañía y cada mes elegía la Playmate y la foto de portada. Christie Hefner continuó como directora general hasta 2009. En 2016 Hefner entregó el control de la revista Playboy a su hijo, Cooper Hefner. El legado se mantiene en familia.

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