Opinión

Incapacidad de elegir tu propia aventura venezolana

¿Por qué el freno a la aventura y al poder de decisión de los venezolanos? Porque un gobierno desventurado como el de Maduro siempre quiere que gente como yo, actor secundario sin parlamento en esta descabellada idea llamada Socialismo del Siglo XXI, esté bajo completa y absoluta sumisión

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Cuando era chamo, había una serie de libros que me fascinaban llamada Elige tu Propia Aventura. Su particularidad es que la trama tomaba varias ramificaciones y me daba la posibilidad de escoger por donde quería que el personaje transitase. De esta manera, podía leer la misma historia varias veces y siempre llegaría a un final distinto.

El encanto de estos libros es que me enseñó a tomar decisiones. Para cualquier niño acostumbrado a obedecer, esto da un enorme poder. No siempre escogía la mejor aventura y debía comenzar de nuevo. Eso me tenía sin cuidado pues sabía que no había opciones acertadas o erróneas sino muchas elecciones posibles. Simplemente debía informarme para tomar el mejor camino.

Poco podía imaginar en ese entonces que crecería para vivir bajo los designios de una Constitución Nacional que me permite escoger mi propia aventura en Venezuela. La lástima es que también vivo bajo un Gobierno que me ha obligado y a todos los lectores compatriotas a un camino forzado donde, gracias a ese dragón llamado la Sala Constitucional, ni siquiera se nos da la posibilidad de decidir la aventura que constitucionalmente deseamos tomar.

La tan cuestionada nacionalidad del Presidente Maduro me obliga a mí y a muchos a querer tomar la aventura de saber el lugar dónde nació. Para ser elegido Presidente de la República se requiere ser venezolano por nacimiento y no poseer otra nacionalidad, y si esto está en entredicho, ¿no es mejor aventurarse para aclararlo?

“Si quieres que el Presidente muestre su partida de nacimiento, pasa a la página 27”, hubiera dicho mi libro de aventuras. ¿Me dio el Gobierno esa posibilidad? No. Simplemente me dirigió a la página 35 donde dice: “¡Oh no! La Sala Constitucional ha dicho que ante el supuesto de que una persona ostente múltiples nacionalidades, será la venezolana la que tenga prevalencia”. Fin de la aventura.

Lo mismo me sucede con el referéndum revocatorio. “Si quieres que el Consejo Nacional Electoral (CNE) active el Revocatorio para este año 2016 como lo establecen los plazos en la Constitución, pasa a la página 42”. ¿El problema? Todo indica que el CNE ha arrancado esa página del libro de aventuras. Hasta ahora nada puede leerse sobre cuándo ni cómo serán las tan esperadas elecciones. ¿La Carta Democrática? “Si quieres elegir el camino hacia la Carta Democr… ¡Oh no! ¡El Presidente ha dicho que te metas la carta por donde mejor te quepa!” .

Así ha sido con todo. El derecho a la información oportuna, veraz e imparcial y sin censura tiene años llevándome a esa aventura llamada: “Lo sentimos. Esta página ya no está disponible”. El derecho al libre tránsito por el territorio nacional me ha obligado a resguardarme de ciertas aventuras después del triste caso de Mónica Spear, entre muchos, o a mostrar mi cédula de identidad al arribar a la isla de Margarita porque allá eso de “libre” no convence mucho al Saime. ¿Aventura? ¿Para qué? Si el Gobierno se encarga de todo. Salvo la aventura del secuestro. Esa, me dicen los 20 planes de seguridad fallidos, me pasa por pendejo.

¿Por qué el freno a la aventura y al poder de decisión de los venezolanos? Porque un gobierno desventurado siempre quiere que gente como yo, actor secundario sin parlamento en esta descabellada idea llamada Socialismo del Siglo XXI, esté bajo completa y absoluta sumisión al no hay, no sirve, no se puede y no te toca. No le queda de otra. Más que nadie, Nicolás Maduro sabe que toda historia, incluso las de múltiples aventuras, siempre llega a un final definitivo. Sea porque se acabó o porque lectores como yo no pudieron más con ella.

Y esa sí es una aventura que ellos no se pueden permitir.

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