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Jesús Casanova chapotea hacia las parlamentarias

Sus desfiles con o sin traje de baño son los del chavismo. Se confiesa devoto al comandante muerto no solo porque gracias a él se interesó en la política, sino también porque es su padrino. Es nadador y Mister Venezuela.  Pero como no se conforma en las piscinas ni en las pasarelas. Dio un brinco: quiere ser diputado por el PSUV. Nada en política. Él quiere luchar por los derechos de los deportistas desde la Asamblea Nacional. Quizá también por los homosexuales, aunque en otros tiempos se supiera homofóbico

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Su padrino de bautismo, el difunto presidente Hugo Chávez, lo apodó “rey de los mares”, aunque su pueblo natal no tuviera ni costas ni litorales. Jesús Antonio Casanova, además de ser uno de los nadadores más destacados del país, es el ganador del concurso de belleza Mister Venezuela 2014. Le pasa lo que a muchos otros personajes de la farándula: lo creen banal y poco despierto. Por aquello de juzgar un libro por su portada y no por su contenido. Pero nunca falta uno que asegure que Jesús es mucho más que un cuerpo o una cara típica de muñequito de torta o Ken, un poco más moreno. Es su oportunidad para demostrar que sí es inteligente, porque ni los quirófanos de Osmel Sousa operan cerebros. Quiere sentarse en un curul de la Asamblea Nacional. Por eso es noticia: se postula en las primarias Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Amanecerá y…

Solía ser un joven muy inquieto, razón por la que su madre decidió introducirlo en el mundo de los deportes. Tenía cuatro años. Tuvo la oportunidad de practicar varias disciplinas hasta que encontró su pasión: la natación. Consiguió su caudal propio cuando conoció al profesor Arteminio Victoria, cubano, quien lo impulsó en el mundo de las brazadas. Lo llevó a formar parte de la Selección Nacional desde 2003. “Durante 15 años él ha sido mi padre, mi entrenador, mi amigo y mi todo”, recuerda con cariño más que fraternal.

Jesús logró convertirse en el nadador más veloz del país y uno de los más rápidos de Suramérica. Ganador de ocho medallas en las Olimpiadas del Deporte Cubano en 2010 y el máximo medallista de los Juegos del Alba.

Actualmente, realiza el Ciclo Olímpico de Londres —que está próximo a iniciar su tercera parte a finales de año con los Juegos Centroamericanos. “La natación es una forma de vida. Me dio la oportunidad de pagar todos mis estudios, tener una casa propia y procurarme mejor calidad de vida. Ser nadador incluso me dio oportunidad de entrar al Mister Venezuela y conocer al Sr. Osmel Sousa”.

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El pilar de su vida

Jesús fue criado por su madre luego de que se divorciara de su progenitor. “Mi mamá fue el pilar, a quien le debo el 90% de mi éxito. Ella siempre me decía una frase: ‘el deporte siempre será más importante que el estudio, y el estudio siempre será más importante que el deporte’. No puedes descuidarme ninguna de las dos”, desenreda el trabalenguas. Pese al fardo, se graduó como Licenciado en Comunicación Social en la Universidad Santa María en Barinas.

Su padre estudió y creció junto a Hugo Chávez, íntimo amigo, en su natal Sabaneta de Barinas. Lugar donde Casanova también nació y dio sus primeros pasitos. Eso sí, cerquita de Huguito. Fue tal el cariño y el apego que se tenían, que Chávez sería quien lo presentaría en la pila bautismal.

—¿Cómo fue tu relación con Hugo Chávez?

—Mi padre y Chávez entraron juntos a la Academia Militar. Allí es donde se separaron y cada quien siguió su camino. Aunque el contacto ya no era el mismo, mi papá siempre lo nombraba y lo tenía presente. Pasaron los años pero en 1993 fui a la cárcel a visitar al comandante.

En 2010, tuve la oportunidad de visitar el Palacio de Miraflores. Me reencontré con mi padrino. Me recibió con muchísimo cariño y con una bendición. Desde ese día retomamos el contacto y me dio todo su apoyo en mi carrera deportiva, incluso hasta en sus últimos días. Gracias a él me interesé por la política. Asistí a reuniones, empecé a formar mi criterio político y en 2011 lancé mi candidatura a las elecciones como representante de los atletas ante el Despacho de la Presidencia de la República, convirtiéndome en la voz de los atletas de Venezuela.

“Con Chávez tuve la oportunidad de ver cosas muy sorprendentes. Era extraordinario. Su felicidad, sus ánimos para seguir y levantarse. Fue alguien que trascendió barreras y para mí es el líder más importante que ha tenido América Latina. Yo soy chavista total.”

Lo que nunca imaginó

Su llegada al Mr. Venezuela fue completamente fortuita. Lo que empezó como una sesión de fotos para una fundación infantil, terminó con bandas y pasarelas. “Una cosa llevó a la otra y las fotos cayeron en manos de Osmel Sousa”.

“No sé si cuadraron el casting a mi conveniencia, pero el día que regresé de los Estados Unidos se inició el proceso de selección de los candidatos. Llegué con todo y maletas a la Quinta y le hablé claro al Sr. Osmel: yo no sé nada de esta vaina”.

Por un tiempo el barinés ocultó su participación en el certamen, incluso de su madre, quizás por miedo al rechazo y al amaneramiento. “Yo toda la vida he sido un chamo que se viste con chores, franelilla, y cholas. Ahora, de la noche a la mañana, me pongo trajes y empiezo a vestirme elegante”, recuerda sus outfit de pueblo caliente, llano adentro. No imaginó resultar ganador. “Soy muy competitivo. Mientras mis compañeros se mataban comiendo atún y comida sana, yo llegaba con tres empanadas de pabellón. Comía chocolate en las clases y sabía que a ellos les daba ansiedad. Esa fue una de mis fortalezas.”

No todo fue risas y flashes, los roces entre competidores estaban a flor de piel. Su compañero Fabrizio Sassano sacó las garras después de haberse vendido como un amable corderito. “Me imagino que fue parte de su estrategia. Antes me daba la cola a mi casa y terminó gritándome y tildándome de hipócrita y falso detrás de tarima. Quizás se debió a una diferencia de preferencias políticas”. La eterna lucha en Venezuela, maniquea y tonta, la que no concilia ni acerca. “Tú eres y yo no”.

“Desde un principio fui muy bien asesorado por el equipo de la organización. Me vestían muy bien a diario. A esto le sumamos mi deporte, todos los demás concursantes eran únicamente modelos. Ni siquiera tenían carreras universitarias completas como yo y mucho menos sabían hablar bien inglés.”

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—¿Qué pasó en el Mister Mundo?

—No gané pero me siento tal por haber estado ahí. Es una experiencia que pocos pueden vivir. De 50 concursantes, 49 eran modelos reconocidos y mi meta era destacar. Estoy orgulloso de mi trabajo y mi desempeño. Cada concurso es un mundo distinto, los ojos críticos de los jueces jamás serán iguales. Es pura apreciación.

El lado oscuro de Jesús Casanova

—¿Qué es lo que más amas de Sabaneta de Barinas?

—He tenido la oportunidad de viajar y conocer muchos lugares, pero yo a mi pueblo no lo cambio por nada, aunque el calor sea insoportable. Además, toda mi vida he estado adentro de una piscina. Así que no me afecta tanto como a los demás. Si Dios me diera la oportunidad de saber cuándo moriré, pasaría mis últimos días en Barinas.

—¿Cómo estás tan papeado?

—La respuesta está en el deporte. La natación me ha dado el cuerpo que tengo ahora. Mi madre mide 1,50 y mi padre 1,70, en cambio yo 1,93. Quizá haya algo de buena genética escondida por allí, pero eso no lo puedo comprobar. El deporte es mi única explicación. Mi rutina de ejercicio como nadador, se resumía en un entrenamiento bastante intenso. Ocho horas diarias de ejercicio entre natación, gimnasio y trote. Como Mister era completamente distinto. Pasaba todo el día preparándome para el concurso y luego entrenaba en el gimnasio de noche.

—¿Cuál es tu comida favorita?

—El pabellón criollo, sin lugar a dudas.

—¿Te hicieron alguna intervención estética para participar en el concurso?

—Ustedes son los primeros en saber esto. Solo tengo una operación encima. Yo era un poco orejón y me hicieron una Otoplastia. En la operación cortan el cartílago de las orejas para colocarlas más pegadas a la cabeza. Yo no quería pero me convencieron.

—¿Tus amigos te chalequearon?

Sí y todavía lo hacen. Me dicen que me metí a marico y lo peor es que me la paso con las mujeres más bellas del país. Entré al concurso siendo 10.000% homofóbico, ahora pienso distinto. Esto fue una de las cosas buenas que me dejó el Mister Venezuela: convivir tanto con la comunidad gay cambió mi manera de pensar. Tanto así que hasta he ido a discotecas de ambiente con mi novia. Las cosas han cambiado muchísimo en nuestro país y tenemos que aceptar.

—¿Cuál es el próximo paso en la vida de Jesús Casanova?

—Mi meta no ha cambiado. Desde antes de ser Mister Venezuela lo que deseo es llegar a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Estoy retomando mi carrera como nadador y ese es el camino que quiero seguir, no obstante pretendo continuar con cualquier oferta que me ofrezca este mundo. También me gustaría poder llegar a la Asamblea Nacional el próximo año.

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