Entrevista

La historia tras la historia de Inés Quintero

Historiadora, ucevista, tarbesiana y caraqueñísima. La directora de la Academia Nacional de la Historia fue incorporada como Académica Correspondiente en la Academia Mexicana de la Historia, primera venezolana obtener tal mención. Como venezolana, vive la historia en desarrollo en primera persona. Tiempos turbulentos de los cuales ha sido testigo, aunque su mirada siempre viaje al pasado

Fotografía: Felipe Rotjes
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Inés Quintero es Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, y además su directora hasta 2019. Licenciada en Historia (1981) por la Universidad Central de Venezuela, obtuvo otros dos títulos en la casa que vence la sombra, de la cual también fue docente e investigadora: Magister Scientiarum en Historia de Venezuela (2001) y Doctora en Historia (2005).

En febrero de 2018, fue nombrada Académica Correspondiente de la Academia Mexicana de la Historia, toda una gloria para el gremio, con el trabajo titulado: La Historia al servicio del poder: Venezuela de República a Bolivariana.

A pesar de que no es la primera vez de que un venezolano logra tal reconocimiento, pues el doctor Germán Carrera Damas ya figura entre los miembros de la institución fundada en 1919, Quintero es la primera mujer en recibir esta distinción. Logro que se suma a su destacada trayectoria académica, en la que resalta su disposición de hacer de la historia una herramienta más asequible a la ciudadanía a través del estudio de personajes y tramas escasamente trabajados en la historiografía oficial.

Inéscita5Su producción editorial ha sido copiosa. Desde La criolla principal (2003), pasando por No es cuento, es historia (2012) hasta El hijo de la panadera (2014), varios de sus títulos han generado discusión pública y renovado el interés por contar nuestro pasado.

Entretanto, ha obtenido importantes méritos, como la beca de investigación Fullbright en la Biblioteca del Congreso en Washington y la Cátedra Andrés Bello de la Universidad de Oxford durante el período 2003-2004, así como otras menciones igualmente apreciadas en el exterior.

Fue la oradora de orden para la sesión solemne de la conmemoración del 5 de julio de 1811 en la Asamblea Nacional en 2017 cuando, minutos después de culminada su exposición, un grupo armado identificado con el oficialismo asaltó el Palacio Federal Legislativo.

Un año antes ocurrió la entrevista que sirve de insumo a esta exploración, además en primera persona. Una conversación que, como la historia misma, no pierde vigencia.

Inés Quintero 1

Amor a primera vista

Yo no quería ser historiadora, en lo absoluto. Mi ingreso a la Escuela de Historia fue un accidente. Fue el azar. Estando en Mérida, fui a la universidad a ver qué podía estudiar, entonces empecé a descartar todas las cosas que no me gustaban y finalmente me quedaron tres: Educación, Letras e Historia. La primera tenía un horario muy tarde y no podía estudiar a esas horas. La segunda no me movía tanto y después de pensarlo bien, me dije: “Bueno, yo siempre he sido muy lectora… voy a estudiar Historia”. Así fue como decidí, sin mucho enredo y el primer día de clases, supe que eso era lo que yo quería hacer el resto de mi vida. Fue amor a primera vista.

Inéscita4No sé si esa vocación por las humanidades viene de familia. Mi abuelo materno, Carlos Montiel Molero, fue miembro de la Academia de la Lengua y de la Academia de Ciencias Políticas. Había entre nosotros una sensibilidad por el tema humanístico, por el estudio, por el conocimiento y también por el lenguaje. En mi casa eso siempre fue algo muy importante y mi mamá ha sido siempre una cultora de la palabra y de la lectura, entonces yo creo que eso contribuyó en mi vena humanística. Aparte de Valentina, que es comunicadora social, y de Antonio, que es diseñador gráfico, tengo otros dos hermanos que rompen la norma, una estudió contaduría y el otro es ingeniero. Mi esposo es antropólogo, y eso fue, de cierta manera, lo que nos unió. Lo social y lo humano ha influido notablemente en mi vida familiar.

Por otro lado, mis dos hijos se graduaron de bachilleres y estuvieron también más orientados hacia las áreas humanísticas. A pesar de que el mayor empezó a estudiar en la Facultad de Ciencias donde hizo casi cinco semestres en Química, después dio la vuelta y dijo “No, yo me voy para humanidades”, y terminó graduándose de periodista. Mi otro hijo también se dejó provocar por la ingeniería, pero no le fue bien y finalmente decidió estudiar Geografía en Viena. Los dos se decantaron por una formación más humanística que cualquier otra cosa.

Con alma de izquierda

Cuando joven, como casi siempre suele suceder. Pertenecía al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), algo que era en aquella época la principal fuerza del movimiento estudiantil en Venezuela. O sea, yo entré a la Universidad de Los Andes y allí el MIR era un referente político importantísimo. Entonces, era muy normal, natural y coherente que, entrando a la universidad, ese referente político, que era el que estaba marcando la pauta y que tenía una posición bastante crítica sobre los temas que se vivían en ese momento, me motivara.

Después me vine a la Universidad Central de Venezuela donde, también, el MIR tenía un crecimiento político importante. Por lo que mi compromiso con ese partido tuvo que ver con eso, con la vida estudiantil, con la idea de que uno no podía estar en la universidad viendo para el techo, sino que era muy importante combinar la vida universitaria con la actividad política.

Inéscita3La política forma parte de todo y no es una sola decisión que uno tenga que tomar. La historia es inseparable de la política, sobre todo en este momento en particular, y mi interés actual por la política proviene de mi vocación de historiadora. Es muy forzado y hasta imposible que haya un historiador que no tenga ni preocupación, ni posición, ni vinculación política. La política forma parte de la vida ciudadana y eso es innegable.

Cuando la academia llama

La Universidad Central de Venezuela marca la biografía de una persona. Yo tengo unos vínculos muy afectivos con mis procesos formativos. En la biografía de mi Twitter yo pongo “tarbesiana”, porque estudié en el San José de Tarbes, y siento que muchas de mis herramientas y de los recursos que tuve en mi infancia y adolescencia provienen de ese colegio. Pero al mismo tiempo que la formación política, ciudadana, activista, de sensibilidad, frente a la realidad, tiene que ver con la vida universitaria ucevista.

Nunca me planteé estudiar una carrera que fuese accesoria, auxiliar o complementaria. Hay gente que se gradúa en Historia y después estudia un posgrado en Ciencias políticas, Filosofía o Derecho. Para mí tenía sentido insistir en hacer especializaciones en Historia; entonces fue por eso que hice mi licenciatura, maestría y doctorado en Historia. Soy historiadora al cubo. No sentía que podía tener las herramientas que yo quería para mi desarrollo profesional en una disciplina distinta a la historia.

Inéscita2Tampoco tuve en el panorama ser Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, aunque eso siempre está allí rondando porque llega un momento de la carrera en el que empiezan a decirte: ‘Bueno, ¿tú no piensas en ser académica?’, pero eso no depende de uno. Para ese tipo de reconocimientos no hay que estar detrás de ellos, sino que llegan en su momento. Yo fui extraordinariamente cuidadosa frente a la posibilidad de andar sabaneando esa distinción. De hecho, cuando murió Arturo Uslar Pietri, el doctor Ramón J. Velásquez andaba diciéndome que me postulara, pero las cosas llegan cuando tienen que llegar. Cuando fui postulada, ya había terminado mi tesis doctoral, mis libros tenían una presencia historiográfica, y en ese momento, en 2005, fue un reconocimiento de esta historiografía profesional que se estaba dando en Venezuela y de la cual yo sólo era una expresión.

Ser directora de la Academia, más que un problema, es un exigente compromiso. Antes, llegar a ser director de la institución representaba una especie de culminación profesional. Ahorita es tremendamente complejo, porque no hay presupuesto y no se puede hacer nada. O sea, estás prisionero de una condición muy limitante y por lo que tener el cargo es más tener un compromiso con Venezuela que una aspiración profesional. Creo que ahí lo que demanda es que ese espacio se proteja, se mantenga y le corresponda ser a una institución que ya tiene más de 100 años. Independientemente que esté o no en la dirección de la Academia, voy a seguir apoyando sus actividades, haciendo vida allí, porque creo que es una institución con un patrimonio extraordinario y que quienes allí estamos, también somos responsables de que eso no se pierda.

Inés Quintero 2

Yo estoy permanentemente en modo historiadora. La historia representa una manera de relacionarse con la realidad, con el presente y con el pasado, de manera sostenida. No hay paréntesis. Todos los días tengo cosas que investigar, cosas que hacer, entonces creo que ese ha sido el gran reto de mi vida, no claudicar ante las exigencias de la historia. Mi profesión me demanda permanentemente respuestas, preocupaciones y reflexiones. Es mi principal motor de vida, por lo que siento que mi vida ha sido muy plena y que cada momento de mi biografía ha sido oportuno, no pienso, por ejemplo, que haya un momento mejor o peor que quisiera revivir.

Una criolla no tan principal

Mis gustos son muy criollos y mis aficiones son muy venezolanas. A mí la cosa que más me gusta de la vida es comer sabroso. Yo soy una amante del buen comer. Me gusta cocinar, yo cocino y además me gusta lo que preparo. Pero no hablo de una comida sofisticada, ni de una comida extraordinaria, sino los buenos sabores, los gustos, los placeres culinarios, por ejemplo, un buen durazno o un camburito manzano, que muchas veces son difíciles de conseguir. Soy devota del queso blanco y del parmesano. También me gusta la música aunque no me acuerde de los nombres de las canciones, ni de los cantantes. Me encanta bailar, disfruto enormemente el baile y de verdad, mi género es la salsa. Esa es la música que más me gusta, también la venezolana, pero, claro, hay momentos de relajación y de descanso que por supuesto me complazco con una música clásica, exquisita, lejana, remota, bien ejecutada, en piano. No es que tenga mi canción favorita o una música en particular, sino que bueno, depende la situación también, eso influye bastante.

Inéscita1Pero eso no pasa con el cine, porque con esto sí me reservo algunas especificidades. Tengo una debilidad por las películas históricas. No hay cosa que me guste más que una película con trapos antiguos. Yo he tratado de hacer mi colección de películas pero no tengo muchas. Danton, sobre la Revolución Francesa; Reds, la película de la Revolución Rusa; Novecento, que revive la Italia de principios del siglo XX. Me gusta el género histórico bien realizado, no el “chimbo-historia”. Mi fascinación es por las películas que recrean procesos históricos con un mínimo de seriedad, de recursos y, sobre todo, que tengan calidad artística.

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