Música

La segunda vida del disco de vinilo

Coleccionistas de vieja data y jóvenes que descubren las bondades del formato analógico acuden a las tiendas que aún continúan expendiendo LP o en las ferias que se realizan varias veces al año pagando sumas en dólares por los títulos que logran conseguir. Sin embargo, aunque en EEUU, Europa, Brasil, Colombia y Argentina se están editando discos de vinilo de obras nuevas, en el país se compra y venden piezas de segunda mano

Betania Ibarra y Alejandro Cremades
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El resurgimiento en las ventas de discos de vinilo está en auge desde 2006 en Europa, EEUU y países como Argentina y Brasil en América Latina, donde se han multiplicado las fábricas de discos de larga duración (LP por sus siglas en inglés), luego de experimentar una merma vertiginosa a principios de los años 90 del siglo XX cuando el el dominio del disco compacto o CD llegó a la cima de las preferencias de los aficionados a la música, y poco antes del boom de la escucha por internet, que copó la atención de los jóvenes al filo del siglo XXI y prácticamente arrasó con los formatos físicos.

discovinil-cita4No obstante, en EEUU, luego de más de 20 años en picada, las ventas de discos de vinilo pasaron de menos de un millón de unidades en 2005 a 13 millones en 2006, y desde entonces la tendencia ha seguido en alza. Para 2018, el incremento fue de un 14,8% con respecto al año inmediatamente anterior, llegando a 16 millones de copias vendidas. Y ya no es un negocio de la nostalgia solamente. Artistas contemporáneos publican sus nuevos trabajos en ese formato a la par que suben el repertorio de estreno a plataformas digitales como Spotify. El CD es el gran olvidado.

Las cifras se han disparado en este 2019 cuando se registra, por ejemplo, que el cantante de música country Garth Brooks vendió 420 mil copias en 18 horas al lanzar en el formato de 33 y un tercio revoluciones por minuto su caja Legacy Collection, superando en menos de un día el total de discos vendidos por el mayor vendedor de copias de todo 2018, los Beatles, que alcanzaron 321.000 discos vendidos a lo largo de ese año.

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Venezuela no escapa a este resurgimiento de los discos de vinilo, pero mientras a nivel internacional el interés renaciente por la música en formato físico ha hecho que la industria del LP vuelva a florecer y apuntalar a su vez la del entretenimiento, con nuevas ediciones de obras de Prince, David Bowie o Black Sabbath ocupando los topes de las ventas, en este país los interesados tienen que recurrir al mercado de piezas de segunda mano, casi sin estrenos. Un ambiente mantenido por algunas tiendas y vendedores entusiastas que ahora ven cómo coleccionistas de vieja data son seguidos por jóvenes que descubren maravillados las bondades de este antiguo formato que sigue despertando pasiones por su presencia física y la calidad de su sonido.

Conservar, limpiar, escuchar

Coleccionistas como Marlene Rangel González continúan “pateando calle” para conseguir las obras que aún no tiene de sus músicos preferidos y seguir descubriendo otros artistas  de época que, asegura, “suenan mejor en vinilo”.

“Yo nací en el año 64 y desde que tengo entre 9 y 10 años estoy coleccionando discos de vinilo. Yo guardaba de mi merienda para el liceo ahorrando con el objetivo de comprarme discos. Muchos los adquirí por la zona de El Silencio, la esquina Cruz Verde, eran las discotiendas que yo más visitaba para comprar LP”, cuenta esta caraqueña que precisamente acudió a una discotienda que sigue dedicada al vinilo para adquirir una aguja de repuestos para su plato giratorio.

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“Siempre preferí la salsa brava, la poco comercial. Por herencia de mi familia y también de mi primer esposo heredé muchos LP de otros géneros, donde se incluye rock, blues, cualquier cantidad de música venezolana. Tengo amplia colección de discos”, relata Marlene quien asegura que muchas personas se han “quedado locas” cuando le muestran un supuesto nuevo lanzamiento discográfico en CD y ella les enseña el LP original de hace unos 30 años con el mismo contenido pero que ahora está de moda.

discovinil-cita3Cuenta que siempre ha conseguido los discos que ha buscado y que contaba con unos amigos de Sila Musical, tienda ubicada en la esquina de Curamichate, adyacente a la esquina del Nuevo Circo de Caracas, a quienes acudía cuando tenía alguna melodía o coro en la mente que había escuchado de pronto sin poder identificarla y ellos se lo ubicaban de inmediato, así como también le recomendaban artistas que no había escuchado.

Sobre su preferencia por el LP por encima de los otros formatos, sostiene que el sonido que se obtiene de un disco de vinilo es superior al de los formatos digitales. “La tecnología y remasterización no han podido con el LP. Yo tengo una carpeta en línea y noto que a muchas canciones se les ha bajado el volumen; no se escuchan igual en el MP3. El vinilo es para siempre. Yo conservo mis LP y los limpio y escucho, como cuando era una niña de 15”, confía.

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Clientes jóvenes

Gustavo Bello es el dueño de Discos Ruíz, ubicado en la parroquia Santa Teresa y quien lleva más de 40 años vendiendo LP de diversos géneros en Caracas sin ver mermadas las compras que hacen los clientes que acuden allí a buscar ese preciado vinilo que se les dificulta conseguir en otros locales. “Tengo 42 años vendiendo discos de acetato. Abrimos la tienda en 1978 y en esa época buscaban mucho el disco music, pero también la salsa y la guaracha que siempre se han vendido”, rememora Bello, añadiendo que actualmente la mayoría de los títulos que buscan las personas corresponden a la salsa venezolana de los años 60, 70 y 80 del siglo XX.

Entrar a Discos Ruíz es como retroceder en el tiempo, en sus paredes cuelgan portadas LP de “El Puma” José Luis Rodríguez, Tony Monserrat, Ricardo Montaner, Leo Dan y Lucho Gatica, mientras que el fondo del mostrador es engalanado con retratos de los gigantes de la salsa Johnny Pacheco, Celia Cruz, Willie Colón, Rubén Blades, Héctor Lavoe. En la tienda hay un VHS en perfecto estado de la película Lo que el viento se llevó y discos apartados de grupos de los más diversos géneros, desde los gaiteros Carángano, hasta la banda canadiense de rock Saga, así como la colección “Caracas Cuatricentenario” en una vitrina al otro extremo del local; mientras el centro de la tienda está repleto de torres de acetatos y, sobre ellas, platos giratorios de diferentes marcas.

“Esos retratos (de los artistas de salsa) los pintó Galeandro y los regaló el Palacio de la Música en forma de almanaque. Eran 12 fotos; uno no le paraba a eso, se iban venciendo los meses y los iba botando, pero en el mes siete me di cuenta, ‘estas fotos son bien bonitas, uno las enmarca y mira’. Bueno, ahora hasta las he prestado para que la gente les haga reproducciones y me regalan cosas en agradecimiento”.

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Asegura que muchos aficionados a la música prefieren el vinilo porque es más duradero que el CD. “Es casi que eterno; si no se te cae, no lo rayas a propósito, dura mucho y hay muchas formas de limpiarlos, y hasta eliminarles las rayas. El CD con cualquier cosita se echa a perder y no tiene arreglo. Se echa a perder una canción y se dañó el resto del disco. En cambio, con el vinilo, vamos a suponer la mala suerte de que se raye un surco, quedan los otros buenos y hay posibilidades de arreglarlo. Hay mucha gente que inventa (para reparar daños en LP) y esos inventos les han salido buenos. A mí me han arreglado discos que cuestan una fortuna y los he recuperado y vendido bien”.

En opinión de Bello, el CD nunca pudo igualar el sonido del vinilo y defiende que en los LP siempre se escuchan prácticamente todos los instrumentos de una grabación y es un sonido limpio. “Para mí el sonido del CD es encajonado. El MP3 es peor porque al ser comprimido (compresión de datos digitales) pierdes un porcentaje de nitidez, lo que suena es duro, pero el sonido no es igual”.

Resalta que también hay una parte romántica en esa atracción que ejercen los 33 y 1/3: “La gente cree que los vinilos los compran los adultos y resulta que la mayoría de mis clientes son gente joven y se deleitan con las carátulas, con las referencias que tiene por detrás (en la contraportada) el disco, como los integrantes de las orquestas, los compositores. El LP es otra cosa”.

discovinil-cita2Con todo, explica que vienen a Caracas muchos compradores desde Colombia -particularmente-, México, Perú, Argentina y Chile. “De allá se están llevando todos los discos de Venezuela, de los 60 y 70, Federico, Ray Pérez, los colombianos mueren por esos discos”.

“Todos los días me quedo sorprendido con los precios de los discos, hay gente que los vende en dólares. Una venta que me sorprendió fue la de una persona de origen portugués que en un solo día me compró 4.000 discos; fue hace dos años. Los mandó a buscar en una camioneta, de todos los géneros”, refiere.

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Insiste en que, con la crisis económica que afecta a Venezuela las ventas han bajado apenas un poco. “Es que a nivel de coleccionistas no afecta, porque es como una adicción, son adictos a los LP; vienen todos los días a buscar un disco y lo compran. A los muchachos que no han disfrutado de los discos de vinilo les digo ‘no han escuchado la música en su plenitud, la música se escucha plenamente es en acetato porque en CD no es igual, el sonido del vinilo es muy bueno’”.

Bello mantiene expectativas de que se pueda reactivar la industria en el país. “Ahorita los están haciendo otra vez, con un poquito de costos más elevados. Me dijeron que en Venezuela piensan hacer los LP otra vez, ojalá se dé”.

Del underground al mainstream

El creciente interés por los discos de vinilo en Venezuela ha llegado a motivar una feria que se organiza desde 2016 varias veces al año, el Caracas Calling, coordinado por Omar Viñas, mejor conocido como Dealer, por el nombre de unas tiendas que manejaba hace décadas, que comenzó vendiendo ropa y libros, y que fundó con su esposa, la artista plástico Belén Villarroel. Quien impulsa este festival en los últimos años acompaña a las ventas de LP con foros sobre música y conciertos.

“Esta cultura de los vinilos es muy fuerte en cualquier país latinoamericano, norteamericano y europeo. Viendo tantas fotos, videos, páginas de internet, me dije ‘¡qué bonito la pasan en Buenos Aires, Londres, Milán!’, y como conocía mucha gente, coleccionistas, les  pregunté si estarían dispuestos a participar en un evento así y me dijeron ‘claro que sí, si se dan las condiciones’. Hemos tenido suerte de que ya van 12 eventos y se han hecho en lugares como la Casa Cabrujas, el Goethe Institute, tres veces; el Greenwich Club; una casa particular en Altamira muy bonita. Debutamos en junio de 2016 en el (Centro de Estudios Lationamericano Rómulo Gallegos) Celarg, fueron tres días alucinantes y nos dimos cuenta que sí había potencial, que había público y un nicho que se tenía que cubrir”, relata el también DJ.

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Viñas explica que en Venezuela se ha prensado una cantidad de discos importantes, incluyendo ediciones solo hechas para el mercado nacional y que son muy cotizadas a escala internacional actualmente, lo que siempre impulsa a los coleccionistas a buscar títulos en este país. “Por otro lado está que el vinilo como objeto es un producto muy bueno; todo el mundo quiere verlo, olerlo, ponerlo en el tocadiscos, sentarse, ver las letras, las fotos. No es lo mismo Spotify o Youtube. En Venezuela hay mucha cultura de coleccionismo. Podría decirte que esto estaba escondido, era underground (subterráneo), ahora somos overground, podemos decir que somos mainstream (corriente principal)».

Precisa que las personas buscan los clásicos nacionales, como los discos de las bandas Sentimiento Muerto, Zapato3 y Desorden Público, pero que “todo el mundo quiere a Led Zeppelin, The Doors, los Beatles, los Rolling Stones y hay gente que busca ya cosas más especializadas y puedo decirte que en nuestra tienda cosiguen lo que buscan. El que colecciona es porque es una pasión lo que lo mueve y las barreras y obstáculos no existen, sean de índole de transporte, espacio o económico, el melómano apasionado no conoce de barreras. A partir de la crisis mucha gente viene con su material y cambia por ejemplo discos de Frank Zappa por los de Toña la Negra, fabuloso”.

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Sonido tridimensional

Anja Krefft es una de esas amantes del vinilo que no se pierde las ferias que se realizan en Caracas y explica parte de esa pasión y nostalgia que envuelve a los aficionados a los LP. “Yo era muy joven, y mis padres escuchaban música en vinilos. Comencé a armar mi colección poco a poco, era la época de los años 80. En los 90 comencé a comprar CD hasta que me robaron mis originales y quedé con los quemaditos hasta que en 2011 llega una persona a mi casa, un joven que vio que tenía un (plato) Technics que lo había sacado del polvero y tenía mis discos, lo instaló y volvieron a sonar los vinilos en mi casa, hasta que la aguja se terminó de gastar, compré una aguja nueva y comencé a comprar otra vez discos luego de 20 años que no les había parado”.

Krefft asegura que el del vinilo es un sonido «tridimensional» mientras que el de los formatos digitales es más plano, pero que en su afición también va incluida la nostalgia. “Tiene que ver la parte física, las fotos”.

discovinil-cita1Cuenta que le “bajaron de la mula” (robaron) un disco que le gustaba mucho, del compositor Hazel O’Connor, que era la banda sonora de la película Breaking Glass y que en una feria de viniloo en 2018 “estaba un señor que no participaba en la feria, pero llegó, puso una sillita, y puso sus discos y estaba ese de primero y no lo pensé dos veces y se lo quité”.

Frank Blanco es uno de los vendedores fijos de estas ferias de vinilos. A lo largo del año atiende un puesto en los locales debajo del puente de la avenida Fuerzas Armadas que desde hace 22 años está dedicado a los LP y al que asisten consuetudinariamente coleccionistas tanto de Caracas como del interior del país no solo para adquirir las piezas que Frank consigue sino a sostener charlas de música con él y otros coleccionistas que allí se congregan. “Comencé como librero y luego el mismo amor por la música y los pocos conocimientos que tenía de la música me hicieron quedarme con los discos renunciando a los libros”.

Blanco da fe del resurgir del interés por el formato LP en los últimos años. “El disco compacto, para mí, fracasó por muchas razones, mientras que con respecto al vinilo la historia habla por sí sola. Está resurgiendo, el (LP) más joven tiene 30 años y está en buen estado, suenan perfectos, las personas se enamoran al tomar el disco, limpiarlo, conservarlo, leer la información de la contraportada, cosas que no se consiguen en un compacto”, argumenta.

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Este proveedor de piezas de colección precisa que lo que más solicita la gente son obras de los géneros rock, jazz y música latina, especialmente la salsa de los años 60. En aquél entonces (finales de los años 90 cuando se dedicó a la venta de LP) se vendía de todo. Explica que el origen del mercado de segunda mano ocurrió precisamente en esa época, cuando disminuye el interés por el vinilo y el CD obtiene la primacía en el público, por lo que las tiendas de discos comienzan a salir de los inventarios que tenían y los mismos son adquiridos por estos fieles defensores del sonido analógico.

“Luego comienza un interés importante, porque como ya no hay tiendas, se comienzan a buscar los discos de segunda mano y entramos en juego nosotros”, subraya Blanco, quien coincide con Bello en que, mientras el CD puede rayarse o le salen hongos y entonces se pierde, el vinilo sigue en buen estado con el paso del tiempo.

“En cuanto al sonido, hemos hecho experimentos con el compacto y el vinilo, colocando las grabaciones en uno y otro formato y escucharlo a diferentes distancias y se nota que la diferencia es grande. Hemos grabado cintas con discos de vinilo y seguida la misma grabación pero en CD, y cuando cambia notas la diferencia, el sonido es más metálico (en el CD)”, sostiene Frank.

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La calidad superior de sonido en los álbumes de acetato con respecto a formatos digitales aún se debate como mito. Los discos compactos distribuyen un sonido digital capaz de reproducir todas las frecuencias que el oído humano es capaz de captar, con un mayor rango dinámico que el viniloo, ausencia de ruido de fondo, y una mejor separación de canales estéreo, explican en Xataca. Pero ciertamente los formatos comprimidos, como el MP3 cuando el muestreo de bits es limitado, puede tener notoria afectación. Todo esto sin contar que no pocos están enamorados del sonido de crepitar del acetato, un defecto que se convirtió en marca de identidad. Otra cosa son las ediciones que se les haga a las pistas, incluso en su compresión.

Blanco está convencido que el sonido de los LP convence más, y con un gesto señala a un par de muchachos que al momento de la entrevista están comprando unos ejemplares. “Hay jóvenes que se han enamorado de esto y comienzan a investigar y meterse de lleno en este mundo”.

El disco de vinilo no había muerto, no sería correcto decir que estuvo de parranda porque siempre ha sido el centro de las más variadas fiestas y reuniones, pero lo cierto es que ha regresado para reclamar su trono entre los formatos de música y que, por la tendencia que se observa, lo está consiguiendo nuevamente.

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