Arte

La "vida detenida” de Almodóvar atrapa la belleza de la cotidianidad

El cineasta español Pedro Almodóvar parte de "un vaso de cristal y una flor" para empezar a construir sus bodegones fotográficos, inspirados en la pintura hiperrealista, una faceta que le "relaja" y que ahora se puede ver en la muestra que inaugura en una galería de Madrid

Fotografía: Galería Marlborough
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«Mis fotografías nacen de momentos de soledad y quietud, de instantes en los que veía cómo entraba la luz e intentaba atraparla. Entonces empezaba a poner cosas sobre la encimera de mi cocina, o en la mesa donde escribo, y veía cómo esos objetos, que son testigos de mi vida, recobraban vida y me provocaban una inesperada emoción», explica el cineasta.

«Vida detenida» es el nombre de la exposición que desde ayer está abierta en la galería Marlborough y en la que el cineasta, en su faceta de fotógrafo, reúne 30 bodegones de colores que encumbran poéticamente los objetos de su vida cotidiana. Almódovar ya expuso una primera serie de bodegones el pasado año en otra galería de Madrid, con la finalidad entonces de contribuir a una subasta benéfica.

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Frutas, vasijas con flores, margaritas, rosas secas, ramas, vasos, esculturas, huevos, platos, licoreras, diferentes objetos combinados y hasta el propio gato del autor componen estas fotografías, que incluyen algún que otro enchufe de pared y que hacen guiños y a pintores como Morandi o a los hiperrealistas, en unos bodegones que el cineasta prefiere llamar «Still life» (vida detenida).

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«Todo es muy mío, muy íntimo -reconoce- y ha sido muy gratificante hacerlo. Siempre he seguido mi intuición. No he tenido ninguna teoría, aunque desde el principio pensaba más en pintura que en fotografía, en el maestro Antonio López, el pintor español del momento, y desde hace décadas, y que aquí le menciono como homenaje», subraya Almodóvar.

El realizador ya está inmerso en su nueva película, «Dolor y gloria», que comenzará a rodar en julio, con Antonio Banderas y Penélope Cruz, y en el que el autor dice que quiere también hacer fotografías.

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«Voy a intentar hacer fotos del rodaje -asegura-, aunque no sé si podré hacerlo, pero hay una imagen única que solo la tienen los directores -porque yo me pongo en un lugar donde no se pone nadie para controlar la cámara y a los actores- y eso crea imágenes que no son las habituales, que no se dan en promoción. Ese es un buen reportaje, visto desde el punto de vista del director».

Almodóvar llena sus películas de arte a través de los decorados, objetos o cuadros, ya sea de forma explícita o implícita, con autores como Magritte, Freud, Hopper y Tiziano. Empezó a dibujar y pintar desde pequeño. «Pero no me salía lo que quería», subraya.

«Lo dejé cuando tenía 12 años, porque no me salía y debería haber aprendido, pero ahora ya es tarde», se lamenta el cineasta. «Sabía lo que quería, pero no cómo hacerlo y al último lienzo le clavé el pincel. Mis hermanas lo conservan aún», comenta mientras ríe el cineasta, que dice sentir pasión por el arte abstracto.

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«No es una ‘boutade’ -recalca- yo puedo llorar ante un cuadro abstracto; sobre todo, si es de los expresionistas abstractos americanos, es uno de los movimientos pictóricos que más me impresiona…», precisa. Por eso a este creador libérrimo, con muchas aristas y nutrido del pop y el underground, le «enfada mucho» este momento que estamos viviendo de «censura».

«Me horroriza, por ejemplo, la censura a Balthus en un Museo, es el peor síntoma posible. A mí me llegaron a censurar una Venus de Tiziano, en ‘La piel que habito’ porque no sabían que era una obra de arte y yo les hice mi discurso porque estaban escandalizados porque era una mujer desnuda. Pero es que no te puedes acercar al arte con ese punto de vista… ¿cómo vas a censurar un cuadro por unas ninfas desnudas?», se pregunta.

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«Es un disparo contra la libertad de expresión y después es que hay sociedades que no saben qué es el artista y qué es su obra, son dos cosas distintas», sostiene. Y en esta misma línea Almodóvar continua diciendo que «hay actitudes que se están llevando a extremos» y que le «preocupan mucho», como el caso del actor Kevin Spacey.

«Sí ha hecho todo eso de lo que se acusa, que se judicialice y cumpla, pero que al día siguiente de los rumores se anule su contrato en ‘House of Cards’, o que un mes antes del estreno de la película de Ridley Scott se borre la huella de su trabajo, no tiene sentido, es un síntoma de totalitarismo», concluye.

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