Crónica

Las batallas mágicas de los nerds

Un submundo se adueña del este de Caracas. Su fauna, jóvenes como salidos de The big bang theory, hace las veces de magos y furiosos nigromantes. No hay varitas ni tampoco capas sino la prodigalidad de la mente para alucinar las fantasías y delirios de Magic: juegos de rol

fotografías: Oriana Milu Lozada
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Los viernes por la noche, un grupo de forasteros místicos y extraordinarios pasa horas conjurando hechizos y matando monstruos. No se trata de una cofradía de brujos, pero casi. Es una comunidad de adolescentes y estudiantes universitarios que se congrega en el Centro Plaza de Los Palos Grandes para tejer ilusiones, paisajes oníricos y caldeados combates contra Arpías sexys y criaturas cósmicas. No es burdel exótico, no. Es Magic: un juego de roles.

Existe un mundo gobernado por la magia. Entes de la tierra, agua, fuego y el aire, los cuatro elementos, emergen como criaturas enigmáticas, fieles, rápidas y poderosas. Salen a la luz cada vez que alguien, en cualquier parte del mundo, los invoca. Hombres y mujeres pertenecientes a formatos de papel y legiones de otras tierras, expansiones y mitologías. Ellos se conectan por una próxima guerra. Siempre están en guerra. En Venezuela hay alrededor de 1200 guerreros. Es decir: jugadores de Magic: The Gathering —El encuentro.

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Fue diseñado en 1993 por Richard Garfield: un profesor de matemáticas. Desde entonces, este tablero se ha convertido en el primer ejemplar de cartas coleccionables moderno. Agrupa a más de 6 millones de jugadores en el mundo —también llamados planeswalkers, que se dividen en casuales y de competencia. Y sus preceptos están basados en interpretación de roles y estrategias. Es decir, un novato o experto de Magic se desdobla y, como un actor, interpreta un papel —ora una sibila, ora un magnífico dragón. Debe creerse su afectación. Dice parlamentos y ensaya. Eso sí, fuera de las tablas. La epopeya pasa frente a unas pequeñas cartas con ilustraciones. Pueden participar dos o más personas, cada uno deberá poseer un mazo de cartas que armará fría y calculadamente previo a la partida. Estas estarán definidas y contenidas por criaturas y hechizos que serán usados con pericia. La meta: matar un enemigo.

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Todos los que se atreven a iniciar esta aventura, terminan en obsesión. A tal punto que convierten un entretenimiento vago y sin cuidado, en una inversión completa en tiempo y dinero. Al parecer nadie escapa. Danilo Ospina tiene de 25 años y es estudiante universitario. Comenta cómo fue su primera vez, su rito de iniciación, que culminó en un dédalo al que no podía escapar. “Comencé a jugar a raíz de unos amigos, me enseñaron y me prestaron un mazo y lo hicimos hasta el amanecer”, dice como en un encantamiento, sin importarle que otros, mirada de soslayo, lo consideren nerd.

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Enfrentarse a un reto de Magic no es cosa de niños —aunque las reglas suscriban que se puede competir a partir de los 13 años. La mayoría de los jugadores son adultos, estudiantes o profesionales. Gente preparada, capaz de armar ilusiones tan reales como el tacto de las cartas. Re quiere de ingenio, habilidades de estratega y, por supuesto, no tener pena. Muchos emplean gran parte de su tiempo en este universo paralelo que cobra vigor en las ciudades de todo el mundo. En Caracas, pese al mal olor y a los constantes apagones de luz, el Centro Plaza sirve de morada —el nirvana que propicia sus encuentros. Elías Fajardo, quien fuera el encargado de la tienda en la plata baja del centro comercial, abrió sus puertas al paraíso de los maná —el maná en Magic es la energía que se obtiene con el propósito de lanzar hechizos. Él es constructor de esta guarida. “Los torneos más comunes se hacen semanalmente los viernes y hay otros más grandes que se hacen cada tres meses. La próxima semana tenemos un torneo con la presentación de una nueva expansión. Bienvenidos”, invita a los incrédulos.

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Al entrar al sitio se siente un ambiente un tanto arisco y singular, proveniente de estos caminantes de planos y dimensiones extáticas que se esfuerzan por mantener su partida nutrida y estimulada. “¡Más vale que las criaturas ejecuten el trabajo que se les ha asignado!”, dice alguien al azar. Cada uno de los miembros identifica a la perfección el tipo de mazo que han de usar para contemplar a su contrincante. Saben con quién enfrentarse y de quién alejarse. Pero no todos tienen la fortuna de acceder a los máximos poderes, de hecho, cada carta tiene una habilidad y un efecto específico. De acuerdo a su poder o rareza, cada una va fijando su precio al mejor postor, como si se tratara de un manjar bajado del monte Olimpo.

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Justo antes de poner sus cartas en la mesa, intercambian con mucha angustia todas aquellas de las que ya no requieren servicio, pero que para muchos otros son esenciales y necesitan reubicarse dentro de la tropa. David Rada es jugador casual de Magic. “No compito porque no tengo tiempo ni suficiente dinero para adquirir todas las cartas que salen en cada expansión. Es decir, los nuevos ejemplares que se añaden al juego, tres veces al año. Son como actualizaciones. Además, aquí es muy complicado conseguir cartas para poder armar tu mazo. Es caro y hay muy poca gente que tiene variedad”.

Para participar y ser un contendiente, y no perder en el intento, mejorar el mazo puede costar como mínimo 900 bolívares. El paquete más económico trae 15 cartas al azar y el concursante debe poseer al menos 40. Existen miles de fanáticos que, obviando el costo, las compran no solo por su poder o efectividad en la competencia, sino también por su valor artístico. Tienen ediciones con temáticas y expansiones con gráficos o dibujos de colección. Las novelas que publican con cada una de esas expansiones forman parte del círculo vicioso.

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Además de las figuras de jugadores casuales y de competencia, existe una capaz de desentrañar complejos escenarios. Una que evalúa lo abstracto, lo irreal, lo estólido y califica los envites: el juez. Cesar Rada, de 33 años es ingeniero en informática, pero también es juez nivel 3 en Magic. Eso significa que puede pertenecer al jurado en campeonatos de muchos países fuera de la región, de hecho, este es un título que ha cambiado particularmente su vida. “En lo particular lo que más me gusta es la posibilidad de encontrarme con las personas, pero hay gente que no solo lo ve como un juego sino como una competición. Eso me ha dado la oportunidad de conocer otros países de América. He ido a Brasil, Chile o Argentina”, admite.

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La partida final
Entre tantos álbumes coleccionables, semejanza de barajitas, ya es hora de entrar. Comienza una batalla. Uno de los competidores ha elegido un mazo dominado por el color blanco, pero también puede manejar otros si así lo desea. Estos colores están en gran parte asociados a los elementos naturales o terrenos. El blanco es el de la ley, es el que pone orden y estructura. Él se desenvuelve dentro del extenso territorio. Crea una población de soldados, clérigos y ángeles —que generan “maná blanco”.

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La magia azul se centra en la manipulación, en defraudar y desorientar a tu oponente. Es engañosa pero merecedora de las profundidades marinas y bastos cielos. La verde, en cambio, representa la vida, el crecimiento, pero lo más importante; la fuerza bruta. La roja representa el caos, la furia. Habita en las montañas y en los volcanes. Es fuego y frenesí. Pero la magia negra gira en torno a la muerte, el poder y la enfermedad. Es corrupción y obtiene su energía de los pantanos, donde todo está podrido y descompuesto.

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Los tonos de colores descritos son tan solo uno de los miles de códigos que se maniobran para generar la pelea. En Magic Sur ya se siente el ruidoso del torneo. Los rostros de muchos traslucen las heridas de los ataques, los bloqueos están débiles y las energías ya decaídas. Al fondo del local hay una imagen con muchos de los personajes que animan la noche. Música electrónica truene para adornar el espacio. Hay mesas rectangulares que simulan pasillos de terror. En verdad, los adversarios que echan las cartas no son nada tenebrosos, pero los dibujos de figuras femeninas colgados en todo el sitio tienen ciertos aires lúgubres. Son sexys. Curioso, no hay una sola mujer en la escaramuza. “No ha sido fácil la integración del género, pero hay esperanza. Mi esposa es juez y ella ha intentado promover la igualdad. Es un fenómeno global, puedes ver que las mujeres se están integrando un poco más, aunque en general, la cultura geek ha estado dominada por hombres y en Venezuela aún más”.

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La fiesta nerd continúa. No queda más que seguir la disputa, algunos se retiran, otros se quedan. Es viernes por la noche y para muchos no existe mejor oportunidad que reunirse en un fridaynight de pura magia. A las 8:00 hubo un ganador. La victoria es efímera, aún no ha prorrumpido la eclosión final. Entre enfrentamientos desafortunados todavía queda en el ambiente la promesa de un reencuentro —en el que podrán develar el nuevo campeón semanal. Continuará.

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