Sociedad

Las penurias que se viven en un ancianato del gobierno del Distrito Capital

La obra del pintor Luis Ordaz plasmó la esencia de Caracas. La cara de su ciudad ya no es la misma y hacer la comparación entre pintura y realidad deja de tener sentido al entrar a la casa hogar de ancianos que lleva su nombre en San Martín. Adentro han muerto 14 residentes en los últimos cuatro meses. De los 79 que buscaron refugio bajo su techo solo quedan 65, sin agua ni para bañarse ni comida suficiente para alimentarse

Fotografía: Daniel Hernández
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El Centro de Atención Integral Luis Ordaz, una de las tres residencias para personas de tercera edad bajo la jurisdicción del Gobierno del Distrito Capital (GDC), se mantiene impoluto. Sus paredes blancas mejoran la vista de las rampas que permiten a los ancianos en sillas de ruedas bajar y subir a su antojo. El aire no tiene olor alguno y de fondo suenan gaitas que celebran la navidad que todavía no llega.

Pero esa música no siempre suena. El martes 12 de diciembre pasó algo a lo que las enfermeras ya están acostumbradas pero que les sigue dejando un mal sabor en la boca. Uno de los huéspedes, Luis Navas, de 83 años, se resbaló mientras caminaba y se propinó un golpe tan fuerte en la cabeza que por un momento pensaron que moriría. Hubiese sido el número 15 en tan solo cuatro meses.

CasahogarLuisOrdaz-cita4Por suerte, estaban presentes los tres médicos que tiene la casa. Las enfermeras no pudieron mover a Luis del suelo. Pero los galenos lo levantaron y lo llevaron al centro de salud. Allí pasó la noche el anciano. Al día siguiente, Luis apareció de regreso con un vendaje blanco en la cabeza.

De no haber sido trasladado, Navas no hubiera podido ser atendido pues en el Centro de Atención ya no hay insumos para ello. El agua no llega regularmente y mucho menos la comida, que está a cargo de la Fundación de Desarrollo Endógeno Comunal Agroalimentario (Fundeca), ente adscrito al Gobierno del Distrito Capital. “Aquí es mejor no enfermarse porque no tienen ni curitas”, lanza un hombre con lentes sentado en una silla de ruedas. Su apellido es Gorrín.

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Atrás quedó la imagen de un lugar pleno de insumos para atender a sus ocupantes, aquella que protagonizó Hugo Chávez cuando en el contexto de la Gran Misión En Amor Mayor, cuando se reinauguró el Luis Ordaz el 15 de diciembre de 2011 mientras la cartera del Gobierno de Distrito Capital la ostentaba Jacqueline Faría. En aquel momento, se prometió que el recinto contaría con 48 trabajadores: 28 obreros y 20 técnicos y profesionales.

Pero hoy en día las enfermeras no pueden decir exactamente cuánto personal trabaja allí dentro porque muchos han abandonado los cargos para irse del país. “No abren las vacantes porque para efectos de recursos humanos esos puestos siguen ocupados”, explica Julia Sandoval*, quien tiene siete meses trabajando en el lugar.

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En este Centro de Atención Integral se disponen servicios de odontología, fisioterapia, hospitalización, psicología, farmacia, enfermería, biblioteca, cocina, un salón de usos múltiples y hasta lavandería. Una infraestructura que estaría dispuesta para cubrir las necesidades de los 80 abuelos que podría albergar. Eso sí, ninguno funciona perfectamente porque no hay cómo, pese a que en enero de este año una nota de prensa de la GDC reseñó que “se priorizó el equipamiento de la cocina, redistribución de los espacios del personal que labora, dotación de material de limpieza, sustitución de luminarias y la reparación de una pendiente que funciona para resumir el agua fluvial”.

CasahogarLuisOrdaz-cita3Pero los baños siguen sin agua. Sanitarios que no cumplen su rol y abuelos que no tienen cómo mantenerse aseados, complicando el trabajo de las cuidadoras. “Aquí hay un chorrero de baños pero ninguno funciona”, dice Sandoval.

Dos años antes, el entonces defensor del pueblo Tarek Wiliam Saab aplaudía las condiciones del recinto cuando lo visitó el 18 de agosto de 2016, aunque entonces no dejó de admitir las carencias del momento. “En este lugar hemos observado cosas muy positivas, aparte de la infraestructura la cual podemos ver que es muy digna. Los aspectos positivos tienen que ver con la atención alimenticia y médica. Sin embargo, hay aspectos que nos preocupan y creo que es importante siempre que la Defensoría del Pueblo articule con el gobierno central, con el Poder Ejecutivo, con las autoridades competentes del Estado venezolano para, incluso, mejorar las instalaciones y aquellos aspectos que estimamos importantes para su pronta solución”.

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Saab entonces señaló que durante la inspección se topó con la falta de bomba de oxígeno, tensiómetros o nebulizadores. “Consideramos importante que se incorpore un equipo humano como nutricionistas, psicólogos, psiquiatras, de manera permanente, atendiendo a quienes se encuentran en este espacio. Igualmente recomendamos que la Fundación de Desarrollo Endógeno Comunal Agroalimentario (Fundeca), adscrita al Gobierno del Distrito Capital y que se encarga de entregarle la alimentación a esta Casa Hogar, tenga una permanente vigilancia de la dieta balanceada que ellos necesitan”.

Pero al cierre de 2018 las carencias se mantienen y profundizan. La última visita que hizo Fundeca para llevar comida a los ancianos fue en noviembre de este año y su presidente, Ronald Rivas, aseguró que la fundación atiende a las tres casas hogar para el adulto mayor de la GDC -Casa Hogar El Conde, El Paraíso y Centro de Atención Integral Luis Ordaz- con una dotación de alimentos de 15 kilos por persona.

CasahogarLuisOrdaz-cita2“Como parte de las orientaciones del presidente Nicolás Maduro para seguir avanzando en la protección a nuestro pueblo, el Gobierno del Distrito Capital a través de Fundeca apoya esta casa, donde hay aproximadamente 70 adultos mayores que por alguna razón no tienen una familia que los proteja, entonces el Estado los protege en estas estructuras que están diseñadas para ese fin”, dijo. Pero, a pesar de que sí han respondido a algunos de los reportes semanales que los trabajadores del recinto envían a sus coordinadores y ellos remiten al Secretario de Gestión Social, Lewis Baedez, la realidad sigue distando de lo ideal.

María Méndez, de 87 años, es prueba de ello. En su rostro rasgado se nota que no come desde hace días, y Sandoval lo confirma. Hace dos semanas recibió una inyección que le hizo daño: le salió una celulitis en el glúteo. Desde entonces, no puede pararse de la cama porque el dolor se lo impide. Oriunda de Táchira, cree en Pérez Jiménez y dice que hay que vivir del humor “porque no queda otra cosa”, comenta asida fuertemente a la mano de quien se la quiera sujetar.

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Las enfermeras que la cuidan hacen todo lo posible por separar su vida personal del trabajo. De los 65 abuelos que ahora tienen bajo su cuidado, solamente seis reciben visitan. “Hace un mes hicimos una reunión de familiares para poder plantearles ciertas situaciones que aquí estaban pasando, y nada más vinieron cinco personas”, dijo una enfermera que prefirió mantenerse en anonimato.

CasahogarLuisOrdaz-cita1Los ancianos que reciben en el Centro Luis Ordaz vienen de la calle o con familiares que deciden ingresarlos para que les den un mejor cuidado y, aunque prometen volver a visitarlos y llevarles comida, son pocos los que realmente cumplen su palabra. Ello va cargando emocionalmente a las cuidadoras. Sandoval está triste, tanto que intentó renunciar hace cuatro meses, pero no le aceptaron la despedida. Hoy dice que está cansada pero que tomó esa negativa como un mensaje divino. “Para algo me quedé aquí, a lo mejor todavía hay cosas que puedo hacer. Siempre que yo pueda ayudar a los adultos mayores con algo, lo haré”.

Un día después de publicado originalmente este trabajo, la Jefa de Gobierno del Distrito Capital Carolina Cestari fue al Centro de Atención Integral Luis Ordaz, el miércoles 19 de diciembre. Con al menos siete meses de retraso, la gobernante no fue con las manos vacías. Cisternas de agua, comida para ocho días, una lavadora, una secadora y una nevera fue lo que llevó a los ancianos que el día anterior no podían bañarse ni comer con seguridad. Incluso ella misma asumió las labores de la cocina. «Les dieron hasta merienda», dijo una fuente que prefirió mantener su condición de anonimato.

Pero eso no fue lo único que llegó con Cestari, pues dos enfermeras del recinto fueron despedidas por divulgar información del Estado «a la oposición», en referencia a las denuncias hechas para esta nota.

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