Opinión

Lecciones del zorro viejo a Nicolás

El discurso de Memoria y Cuenta de Nicolás Maduro fue como el acto telonero para el verdadero mensaje a la nación, el de Henry Ramos, el que puso en perspectiva la verdad cruda del país que está azotado por la crisis económica, el hampa, el abuso de poder y la corrupción. Ojalá escucharlo no sea cosa de un día, especialmente para quienes están en Miraflores

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
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Quizás el peor error del presidente Nicolás Maduro en su Mensaje Anual a la Nación fue hablar de primero. Durante más de tres horas, aupado por su minoritaria representación de partido en los curules y una fanaticada en las barras, habló de una Venezuela que no existe. Láminas de Power Point que infructuosamente comparaban la Cuarta República con la Quinta; proyectos sociales que necesitan de manera urgente ser atendidos y una guerra económica provocada por el imperio que no ha visto todavía lanzar su primera bala.

No fue mucho lo que dijo el señor Maduro en un discurso que leyó en su mayoría con la atención de una persona que utiliza lentes para leer. Solo dos momentos lo sacaron de quicio. El primero, cuando protestó por la retirada de los cuadros de Hugo Chávez y del Simón Bolívar pintado por el PSUV y el segundo cuando se negó a considerar la titularidad de las propiedades de las casas otorgadas por la Gran Misión Vivienda Venezuela. De resto, todo fue más de lo mismo. Tan tedioso fue que en un momento dijo: “Me voy a saltar la tercera parte de este discurso”. A veces da fastidio mentir.

Luego de decretar los logros alcanzados por la Revolución, Nicolás Maduro se vio obligado a decir la verdad a medias. El país está arruinado y necesita con urgencia que le aprueben un decreto de emergencia económica para resolverlo. Con levantar el control de cambio, investigar los actos de corrupción en Cadivi y sus herederas, aliarse con la empresa privada y levantar controles para incentivar la producción nacional le basta. Pero no, el Presidente necesita una especie de ley habilitante que, vamos, es en esencia lo que busca ese decreto.

Por eso, fue un error que hablase de primero. Ya al final cuando terminó de dar un discurso en el cual no le dedicó ni un solo minuto a la criminalidad que hace de Venezuela uno de los países más violentos del mundo, ocupó su silla en la tribuna. Su cara era como la de un niño de sexto grado que piensa que salió bien en una exposición. ¿Cómo no poner esa cara si entre los aplausos de su barra estaba su Cilia sentada al frente lanzándole miradas de profundo amor?

Lo que no se esperaba era la intervención del zorro viejo. El que estuvo sentado detrás de él en la alocución y cuya cara fue cortada por los jalamecates de Venezolana de Televisión que transmitían el acto en cadena nacional como si el único poder existente fuese el Ejecutivo. “Aló, aló», dijo el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup mientras soplaba para constatar que estaba siendo escuchado. Y ahí comenzó a decir la verdad. Profesó un temor confeso de que lo sacaran de la cadena nacional. Son contados los momentos en que el Gobierno de Venezuela ha escuchado las verdades, duélale al Presidente, a los diputados del PSUV o al mismo Comandante Pajarito en el más allá.

Ramos Allup dijo las verdades. Las que todo venezolano sabe pero nadie dice en cadena nacional. Venezuela está arruinada por la malversación de fondos, el hampa, la persecución política y la escasez. Se necesita urgente un diálogo serio entre las partes y dejar de echarle la culpa a guerras y derechas inexistentes. Un país que imprime billetes como si la economía fuera un juego de Monopolio no llega lejos. Así lo confirman las chequeras cada vez más flacas. ¿Quién sino el Presidente de otro poder está capacitado y obligado para levantar su voz en nombre de la verdad?

Solo esperamos que el presidente Nicolás Maduro le preste más atención a las palabras y consejos del Presidente de la Asamblea Nacional que a sus focas. A fin de cuentas, las focas pertenecen al circo. Y este circo ya no aguanta a un payaso más. Piten, se burlen o lo impidan los diputados del PSUV, la crisis no se arregla insistiendo en el modelo socialista. Se arregla escuchando los consejos de los zorros viejos que han visto todo y que dejan a un lado la paja, para considerar el tratamiento de la verdad.

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