Literatura

Les Temps Modernes, la crisis venezolana en francés

La emblemática revista gala dedica un número especial a la situación de la República Bolivariana, con sus páginas dibujadas por firmas locales que tratan de explicar el país. Su editora, Paula Vásquez, abona a la discusión europea atendiendo que “en la academia francesa que apoyó al chavismo hay un silencio ensordecedor”

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En días pasados se presentó en Caracas el número 697 de la emblemática revista Les Temps Modernes fundada en 1945 por Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir y dirigida actualmente por Claude Lanzman. Concebida para debatir temas de actualidad, filosófica, sociológica y literaria, icono del pensamiento de la izquierda francesa, dedica una edición especial a la situación venezolana. Venezuela Le Pays des fractures (1998-2018) inicia el debate.

La edición hecha a cuatro manos por Paula Vásquez y Paula Cadenas reúne una mirada profunda del acontecer venezolano de los últimos 20 años. Desde la crónica periodística -con firma de Hugo Prieto- y testimonios, hasta el análisis. También la destrucción del imaginario, en ensayo de Ana Teresa Torres; el hambre como política de Estado, evaluado por Paula Vásquez, autoridad en el tema venezolano dentro de la academia francesa;  la influencia del chavismo en las universidades, estudiada por Gisela Koza; el tema de la juventud heroica de 2017 -Héctor Torres-; el rol de la sociedad civil comentado por Luis Gómez Calcaño; así como el debilitamiento del poder parlamentario en visión de Alejandro Martínez Ubieda, entre muchos otros para informar al público galo en su propia lengua y códigos culturales

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En conversación con Clímax, Paula Vásquez, coeditora junto a Paula Cadenas, comparte algunas reflexiones.

-Al parecer, la Academia y una parte de cierta intelligentsia francesa siguen convencidas de que en Venezuela se produjo la verdadera revolución de las minorias excluidas contra la elite dominante.

-No se debe generalizar. Digamos que lo que predomina en la intelligentsia francesa no es el pro-chavismo sino la indiferencia. Y no nada más hacia Venezuela, sino hacia todo lo exterior. Francia está pasando por un momento de auto referencia muy fuerte. En los medios mainstream, que ve todo el público, hay un mínimo espacio dedicado a lo internacional. En el medio académico hay un tipo de chavismo muy particular, por la identificación de la extrema izquierda con el proyecto de Chávez y su fascinación por la persona. En la francesa, como en la academia en general, predominan las posturas de izquierda. Durante el mandato de (Nicolas) Sarkozy los artículos sobre Venezuela publicados en el diario Le Figaro eran abiertamente chavistas: hasta la forma de escribir las noticias era calcada del discurso oficial. Eso se debía, por una parte, al histórico anti americanismo de la derecha francesa. Por otra, al enorme trabajo de lobby que hicieron los sucesivos gobiernos de Chávez en los medios europeos. El desencanto por el chavismo es muy reciente, pero diría que es a todo nivel. Pocos defienden lo que ocurre hoy. Las polémicas vienen por las razones de la catástrofe. Entre aquellos que apoyaron incondicionalmente a Chávez desde lo académico y que se beneficiaron de viajes organizados y simposios financiados con dinero oficial, lo que hay es silencio ensordecedor. Primero fueron chavistas, luego chavólogos… ahora callan.

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-¿Qué significa haber concebido esta edición junto a Paula Cadenas? ¿Cuáles fueron las dificultades  que enfrentaron?

-Yo calificaría este trabajo como una enorme empresa de traducción de la cultura, la historia, los matices. Ese trabajo de traducción antropológica es uno de los retos que pude identificar después de mi libro El militarismo compasivo (2014), hacernos entender para poder debatir, hablar con las mismas categorías que el público francés, decirlo en un lenguaje que ellos entiendan. Es casi un asunto cognitivo. Esos artículos fueron escritos en español para ser traducidos, siguiendo unas pautas muy específicas. Lo otro es que la manera de escribir, de decir, tan nuestras, pueden ser universales si están bien traducidas. Hablo por eso de una antropología de la traducción, una antropología política. De hecho, la última palabra la tenían los editores de la revista. Ellos podían alterar cosas «para que el público francés entienda», o «ese término no lo entiende el público francés». Lo más difícil fue hacer que “pasaran” los artículos de análisis profundo con categorías abstractas: los editores querían anécdota, testimonio, el cuento del dolor. Les comuniqué mi incomodidad: «dejemos que los venezolanos piensen en términos teóricos lo que les ocurre. No podemos reproducir un pensamiento colonial: los venezolanos solo ponen los datos y las vivencias, los franceses la teoría». Empezó un trabajo interesante. Textos más teóricos, como el de Rafael Sánchez fueron más fáciles de “pasar”. El de Gisela Kozak fue complicado. Que esa revista en particular publique un texto en el que se cuestione tan fuertemente a la izquierda y sus prácticas en las universidades y se muestre que el chavismo ha heredado mucho de eso, significa un pequeño terremoto.

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-¿Cuál fue el criterio de curaduría? Hay individualidades identificadas con la disidencia chavista como Margarita López Maya y posturas más de centro como la de Ana Teresa Torres.

-No fue por posicionamiento ideológico. Fue por temas, áreas: lo social, lo cultural, la política, el ambiente. Nos quedaron por fuera las relaciones internacionales. No pude conseguir quien trabajara sobre la presencia de China, Rusia e Irán en Venezuela.

-¿Qué expectativas tiene con esta publicación?

-Espero que la percepción de lo que ocurre en Venezuela cambie. En lo que me concierne, como investigadora titular del CNRS (Centro Nacional para la Investigación Científica), parte de mi trabajo consiste en divulgar conocimiento. Claro, esta no es una revista académica, pero la expectativa es elevar el nivel del debate francés sobre Venezuela. El que venga a defender lo indefendible en un estudio de televisión lo pensará dos veces si se leyó el número. Porque eso sí tiene Francia, que en la mayoría de los casos la gente lee y se informa bien de aquello que está escrito en francés, y debe conocer lo que hicieron los demás cuando va a hablar de un tema. El que quiera hablar de Venezuela aquí, tendrá que pasearse por esos artículos o se arriesga a ser descalificado.

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-¿Hay entre los colaboradores alguno que representa y justifique el pensamiento de la izquierda chavista?

-Me complace que todos hayan participado. No puedo señalar a nadie y caer en lo personal. El debate de ideas es bienvenido.

En el número dedicado a Venezuela de Les Temps Modernes participan varias plumas civiles que retratan la Venezuela actual. Aquí, hablan

Héctor Torres, la juventud en juego

«Teníamos las emociones alteradas y el ánimo descompuesto. Cada día de protesta podíamos esperar la noticia de la muerte de algún muchacho y la detención de decenas de ellos. Eso no los amilanaba y seguían saliendo a la calle cada día, movidos por sus convicciones y la certeza de que el futuro del país les pertenecía y debían ganárselo. En contraposición con las generaciones previas, que crecieron en un país en relativa y aparente paz, pudieron estudiar, disfrutar y vivir sin tener que pelear por su futuro, suponía una actitud verdaderamente heroica. La capacidad de luchar por algo más grande que ellos. Sentí que visibilicé una lucha muy importante que corría el riesgo de pasar inadvertida, en medio del agite de esos días y la endeble memoria de lo que vivimos, tan frágil y llena de nuevos sucesos que suplantan a los anteriores. Más allá de la condición de icónica de la publicación, me resultó importante poder llegar con nuestra visión de los sucesos del país a lectores en otro idioma, y además en una publicación de la que beben -miembros de la izquierda empecinada en que el mundo se parezca a sus dogmas. El hecho de que ese número exista, abre un agujero a su férrea percepción de lo que ocurre en Venezuela».

Ana Teresa Torres, el imaginario herido

Mi artículo Heridas simbólicas. Seis momentos de la revolución bolivariana se refiere a hechos que considero heridas de la memoria y la identidad, del imaginario colectivo: cambio de nombre de la Republica, de los símbolos nacionales, exhumación de los restos de Bolívar, profanación de la sinagoga de Maripérez (Sinagoga Tiferet Israel), violación de las tumbas de Rómulo Gallegos y Medina Angarita, linchamiento de la estatua de Cristóbal Colón. Los intelectuales europeos ven el mundo desde sus premisas, como es comprensible, y eso puede a veces ser un obstáculo para apreciar realidades distintas y sobre todo desconocidas. No estoy segura de que hayan cambiado de opinión, pero la revista contribuye al menos a conmover algunas certezas que derivan de la división del mundo izquierda/derecha, oligarquías blancas/pueblo mestizo, colonialismo/independencia, etc.

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