Cine

Los muertos de El Amparo duelen y vuelven a hablar

Ganó el Premio del Público en el Festival de Biarritz, se alzó como Mejor Película en la Mostra de Cine de Sao Paulo, fue ovacionada en San Sebastián, y recientemente galardonada con el Premio Martín Luther King del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, Cuba. El filme El Amparo, que espera su estreno en Venezuela, coloca sobre el tapete aquella masacre cometida por el Estado venezolano en 1988 y sigue sonando la consigna de las víctimas: “¡Somos pescadores, no somos guerrilleros!”

Texto: Ángel Ricardo Gómez
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En 2018 se cumplirán 30 años de la masacre de El Amparo, uno de los casos más emblemáticos de impunidad en Venezuela. A pesar de la más reciente sentencia del máximo Tribunal de la República, no ha habido justicia para las familias de los 14 pescadores abatidos por el Ejército venezolano ni para los dos sobrevivientes, José Augusto Arias y Wolmer Gregorio Pinilla, todos acusados de guerrilleros de las FARC para justificar la matanza. Una película de Rober Calzadilla hurga en aquella herida abierta y ofrece nuevas esperanzas de ver alguna vez cambios positivos en el sistema judicial venezolano.

El Amparo, ópera prima de Calzadilla, acaba de recibir el Premio del Público en el Festival de Biarritz, Francia, luego de proyecciones en el AFILatin American Film Festival en Washington y en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, cita esta última donde recibió buenas críticas y hasta una ovación de más de cinco minutos el día de su exhibición.

Aún emocionado por la noticia, el director cuenta vía correo electrónico: “El Premio del Público del Festival de Biarritz es muy significativo, puesto que la película se hizo pensando precisamente en el público. La masacre de El Amparo es un hecho triste y sensible para mí y para el grupo con el que comparto ciertos delirios cinematográficos. Cuando hicimos la obra de teatro la pudimos presentar muy pocas veces y nos quedamos con la sensación de que la había visto muy poca gente”.

En efecto, en 2009 Tumbarrancho Teatro estrenó la pieza de Karin Valecillos, 29/10/88, sobre aquel suceso en la frontera colombo-venezolana. Dirigida por Jesús Carreño, y las actuaciones de Giovanny García y Nathalia Paolini, entre otros, la obra dejó en el ambiente la necesidad de mantener el debate abierto. Tumbarrancho Teatro se hizo sentir desde 2007 cuando estrenó Lo que Kurt Cobain se llevó de Karin Valecillos, que fue galardonada con el Premio del Jurado por la Importancia Social, en el Festival Belaya Vezha Blearús. Luego vendría Cuentos de guerra para dormir en paz, con la que obtuvo dos Premios Municipales de Teatro 2008: Mejor Música Original y Mención Honorífica por Dramaturgia para Valecillos.

Luego de otras obras como Vino la Reina, Al borde FM, Esto no tiene nombre y Jazmines en el Lídice, aparece Tumbarrancho Films para producir la película titulada al principio Sobrevivientes, hoy El Amparo, que comienza a dar sus primeros frutos gracias también a la producción de Marianella Illas y Rubén Sierra.

El Amparo se inspira en la tragedia de 1988 para narrar no solamente la matanza, sino el viaje de dos sobrevivientes que, 28 años después, esperan justicia; todas las jugadas del poder por acallar sus conciencias, y la valentía de aquel pueblito en defensa de los suyos. La cinta, filmada en El Yagual, estado Apure, cuenta con las actuaciones de Giovanny García, Vicente Quintero, Samantha Castillo, Rossana Hernández, Aura Rivas, Pancho Salazar, Luis Domingo González, Vicente Peña, Jesús Carreño, Tatiana Mabo, Patrizia Fusco, Dixon Dacosta, Ángel Pájaro, Jesús Delgado, Diego Guerrero, Roso Arcia y Sainma Rada, además de los pobladores naturales de El Yagual, que participaron como extras.

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“Creo que la gente se identifica con la vulnerabilidad. Todos nos sentimos susceptibles de que nos pase algo parecido, es fácil identificarse con ellos. Ha pasado en todas partes: la película se estrenó en Washington y se le acercaba al equipo gente de todos lados, peruanos, latinoamericanos, diciendo que era una historia ‘tristemente latinoamericana’. En España pasó lo mismo, siempre tenían que ver con los personajes, se le acercaban a los actores, y era una relación con la actitud y con la dignidad de los personajes”, afirma Karin Valecillos, quien firma el guion.

A propósito de la dignidad y la fortaleza, la guionista agrega que fueron precisamente esos valores los que guiaron la construcción de la historia. “Creo que la no victimización de los personajes y el que nosotros mismos, yo como guionista, el director, todos, no cayéramos en la tentación de victimizarlos, fue muy interesante, y creo que es lo que a la gente le llama la atención”.

Para Calzadilla, en la conexión del público con la película influye quizás el hecho de verse reflejados en otro ser humano, “en una situación de total desamparo, o por lo menos acompañarlos en ese laberinto inverosímil de injusticia, corrupción e impunidad”.

Con el olor a pescado en la piel

Giovanny García es el actor encargado de dar vida a José Augusto Arias. La transformación es total, su forma de hablar, de mirar, sus gestos, el mostacho… Junto a todos los actores se mudó a El Yagual por más de un mes para la producción de El Amparo, la película. “Lo que Robert quería con nosotros como actores era un trabajo de no hacer personajes sino personas, seres humanos que viven en esas condiciones, que viven en el campo, que todo el entorno nos ayudara a entrar en situación. Él no quería que se diferenciaran los actores de los no actores, sino que fueran un mismo paisaje humano”.

Jesús Carreño, coach de actuación e intérprete del Coronel Materano en la película, cuenta que efectivamente tuvieron que empaparse de la atmósfera del lugar para llegar a esa verdad que traspasa la pantalla. “Hubo un proceso de inmersión por un mes. Los actores tenían que ir a pescar, aprender a como ‘relajar’ —filetear— un pescado, vivir todo eso en El Yagual… El Amparo es la historia de la injusticia de dos personas que son completamente inocentes y que se ven atrapadas por el poder, el poder les transforma la vida. Incluso uno de ellos aspira todavía que se haga justicia, que le digan ‘sí, ustedes eran pescadores, y  fue un error del Ejército´, y yo creo que eso influye en la respuesta del público, todas las sensaciones que se lleva la gente con la verdad que tiene cada uno de los actores”.

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Es claro que el arte no hace justicia, como lo piensa Karin Valecillos, pero definitivamente algo logra una película como El Amparo. “Lo que nos toca a nosotros como cineastas, guionistas, directores, es generar preguntas, hacer un ejercicio de memoria. La memoria es una pequeña forma de justicia, porque el olvido es lo que termina por condenar y por hacer que estos seres desaparezcan de nuestra historia y que no aprendamos de nuestros errores. El arte sencillamente es una convocatoria a la memoria, una invitación a preguntarnos cosas, a tratar de entendernos dentro de un país que sigue sin dar respuestas”.

Rober Calzadilla suscribe lo que piensa Valecillos. “Desde el cine queremos que se muevan cosas, que se movilicen la reflexión y la autocrítica como país, pero también la acción honesta. Es importe sanar las heridas, no podemos dar pasos hacia adelante con tantas heridas sin curar. Hasta ahora, desde hace 28 años, no ha existido voluntad”, escribe el director.

¿Y quién hace la película de las víctimas de hoy? Karin Valecillos responde: “Yo creo que cuando uno cuenta esta historia no está hablando de El Amparo de 1988 solamente, creo que es una manera de despertar preguntas sobre las víctimas de ahora y, por supuesto, creo que todos tenemos un compromiso, pero no un compromiso desde un lugar obligatorio, no es que es necesario hablar de ciertas cosas, sino el poder confrontarnos a nosotros como venezolanos en nuestro cine, poder vernos, reconocernos. Es nuestra responsabilidad”.

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Sentencia incompleta

El pasado 29 de octubre el Tribunal Supremo de Justicia anuló la sentencia que absolvió a los implicados en aquella masacre de El Amparo. Sin embargo, no puede decirse todavía que se haya hecho justicia. Así lo afirma el activista de derechos humanos, Marino Alvarado, quien afirma que la Sala Constitucional del TSJ ha dado un “paso parcial” en la lucha contra la impunidad de graves violaciones de derechos humanos ocurridos de 1958 a 1998.

“Es un paso parcial porque la sentencia viola el artículo 29 de la Constitución que establece que las violaciones a los derechos humanos deben ser investigadas y sancionadas por los tribunales ordinarios”, afirma Alvarado, quien agrega que también se viola el artículo 19 de la Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y Otras Violaciones de los Derechos Humanos por Razones Políticas en el período 1958-1998, que establece que realizada la revisión por la Sala Constitucional remite el caso a la jurisdicción ordinaria. “Bueno, el TSJ remitió el caso a la Corte Marcial para que dicte nueva sentencia de conformidad con los criterios establecidos en la sentencia, contrariando además varias sentencias dictadas por la propia sala en casos anulados en la justicia militar”.

Igualmente, agrega el activista, la Sala Constitucional viola las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 18 de enero de 1995 y del 14 de septiembre de 1996 sobre la masacre de El Amparo.

Alvarado afirma, no obstante, que la sentencia es un avance. Opina que el juicio a los responsables de aquella matanza de 1988 dependerá de tres factores: primero, de una real voluntad política de sancionar, “lo que implica que el Gobierno tendrá que facilitar que se investigue a militares y policías que trabajan para su gestión o a presuntos autores intelectuales, como el actual gobernador de Guárico, Ramón Rodríguez Chacín, y el general Pedro Camejo Arias”. Segundo, que el caso sea pasado a la jurisdicción civil. “La sentencia de la Sala Constitucional del TSJ es inconstitucional. Los delitos graves de violaciones a los derechos humanos no pueden ser investigados por la justicia militar”, reitera. Y tercero, la voluntad que tenga el Ministerio Público de dar esa batalla, “para que sea el Ministerio Público civil quien lleve la conducción de las investigaciones”.

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