Curiosidades

Los payasos que no dan risa

Halloween se adelantó este año. Desde el mes de agosto, varios hombres disfrazados de payasos se han encargado de aterrorizar a la población de distintas ciudades alrededor del globo. Las autoridades poco conocen sobre las razones detrás del fenómeno, pero en las calles se propaga la histeria colectiva

Imagen de portada: highlighthollywood.com
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A mediados del mes de agosto, un hombre joven merodeaba a altas horas de la noche las calles de Green Bay en Wisconsin, Estados Unidos. Su cara estaba maquillada como la de un payaso, vestía de blanco y negro y llevaba consigo un par de globos de los mismos colores. Su aspecto, completamente espeluznante, fue suficiente para desatar el pánico colectivo en los residentes de aquella ciudad, inspirar cientos de ideas conspirativas y generar un impacto mediático a nivel internacional.

Lo que nadie se imaginó es que el payaso terrorífico de Green Bay, denominado ‘Gags’, en realidad se trataba de un peón dentro de una compleja —y muy bien diseñada—campaña de mercadeo para un corto de terror producido en la localidad. Para el alivio de los residentes de Green Bay, el episodio del payaso se convirtió en una anécdota más.

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Sin embargo, aunque muchos creyeron que ese era el fin de las historias sobre los payasos terroríficos, apenas era el inicio. Unas semanas más tarde, un grupo de niños en la ciudad de Greenville, Carolina del Sur, alertaron a las autoridades sobre unos payasos que los incitaban con dinero a adentrarse al bosque donde estos se encontraban. Aunque la policía no encontró nada en la zona, con la primera alarma, las notificaciones de payasos aterradores se replicaron por más de 20 estados del país norteamericano.

Nariz roja pero sin gracia

Recientemente, en Estados Unidos las denuncias de encuentros con payasos terroríficos aumentan en los centros policiales. Individuos aseguran verlos en todas partes: payasos en camionetas, payasos manejando por campus universitarios presuntamente armados, payasos en el bosque o que atraen a los niños con caramelos y dinero, payasos al acecho en las sombras, payasos persiguiendo a la gente o, inclusive, cometiendo crímenes.

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El acoso con nariz roja existe también en el mundo cibernético. En la localidad estadounidense de Odgen, en Oregón, la policía local ordenó el cierre de emergencia de dos escuelas cuando fueron amenazadas a través de las redes sociales por personas vestidas como payasos diabólicos. Casos similares se han visto en planteles de Florida, Kansas, Misuri, entre otros.

Pero casos de agresión real han sido pocos, y los roles de víctima y victimario no reconocen maquillajes. Uno de esos es el de Christian Torres, un joven de 16 años que murió apuñalado la semana pasada en Reading, Pensilvania, tras una pelea supuestamente provocada con un hombre que lo atacó por portar una máscara de payaso.

Los relatos sobre bufones diabólicos se reproducen de forma casi diaria en Norteamérica, hasta el punto que las amenazas y ataques, reales o imaginarios, están alcanzado proporciones epidémicas que pueden causar casos de histeria colectiva.

Pánico internacional

Las amenazas no solo se han emitido en Estados Unidos. Países como Australia, Reino Unido, Suecia, Canadá, México y, más recientemente, España y Alemania, se unen a la ola de denuncias sobre hombres con cara blanca, boca roja, zapatos enormes y pelucas multicolores generando zozobra.

En Inglaterra, la policía ha intervenido en al menos una docena de situaciones referentes a payasos terroríficos, como el caso de Owen Russell, de 17 años, quien fue atacado en la cabeza por uno de estos bufones malévolos. En Suecia, un hombre con máscara de payaso atacó a un joven de 19 años con un cuchillo en el hombro. Aunque las heridas de las víctimas no fueron mortales, este tipo de incidentes, entre una larga lista de casos similares, han generado revuelo en el viejo continente.

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En la tercera semana de octubre, las denuncias llegaron a Alemania. De acuerdo a las declaraciones de la policía alemana, dos hombres en la ciudad de Wesel fueron aterrorizados por un tercero disfrazado de payaso, que cargaba consigo una pistola y un cuchillo. Un payaso más serio que un revolver.

En Latinoamérica también surgieron varias denuncias, particularmente en México y Uruguay. En Mexicali, un joven de 15 años fue detenido por deambular con una máscara de payaso y un hacha real, lo cual está prohibido en el país. En la ciudad de Duraznos, en Uruguay, el caso fue diferente: una noche, un hombre disfrazado de payaso aterrorizó a los residentes. Al poco rato, el sujeto fue ubicado por la policía y publicó una disculpa generalizada por sus actos, admitiendo que solo quería tomarse unas fotos para la festividad de Halloween.

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Un misterio sin respuesta/La historia se repite

Esta no es la primera vez que el mundo vive una serie de apariciones y ataques por “payasos asesinos”. En 1981, comenzó el fenómeno: una serie de individuos disfrazados se encargaban de aterrorizar a niños en varias ciudades de los Estados Unidos; algunos trataban de secuestrarlos incitándolos con caramelos para que entraran en sus camionetas, otros los acechaban mientras caminaban de noche con sierras o cuchillos.

Más recientemente, en el año 2014 en Francia y Bélgica se vivió el terror por un grupo de payasos que atemorizaban y atacaban a los ciudadanos de varias ciudades de esos países.

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Mientras las denuncias se propagan, no se sabe con certeza la razón detrás del surgimiento de la ola de “payasos asesinos”, como han sido tildados en varias partes del globo ahora en 2016. Algunos expertos aseguran que se trata de una moda pasajera, influenciada por las redes sociales y la emoción de la Noche de Brujas. Otros, en cambio, consideran que se trata de una estrategia de mercadeo para una nueva posible película de terror de Stephen King.

Aún nada se sabe con certeza. A tan solo dos semanas para Halloween, las autoridades de los países afectados esperan que el fenómeno se mantenga y que posiblemente empeore. Por ahora, el mundo solo puede esperar que el 1 de noviembre no solo marque el fin de las festividades de las calabazas y los sustos, sino que acabe también la ola de terror de los “payasos asesinos”.

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