Política

Los primeros 100 días de Guaidó, esperanza y persecución

El presidente de la Asamblea Nacional cumple sus primeros 100 días al frente del Legislativo, siendo su proclamación como "presidente encargado" del país el asunto más destacado de su corta gestión. En el seno del parlamento se discuten y aprueban acuerdos y leyes de impacto limitado, mientras en las calles bulle el ánimo renacido de quienes ve en el varguense la esperanza para cerrar el ciclo chavista. Sobre su cabeza, entretanto, abundan las amenazas de cárcel, soportadas por un andamiaje jurídico que Nicolás Maduro ha venido adelantando

Línea de tiempo: Jonathan Soto y Yiseld Yemiñany|Fotografías: Agencias
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Han pasado 100 días desde que Juan Guaidó asumió la Presidencia de la Asamblea Nacional el 5 de enero de 2019. Se trata de un hito que usualmente es usado para evaluar la gestión de cualquier funcionario. En este caso, la del jefe del parlamento está marcada por haberse juramentado como «presidente encargado» de la República. Como cabeza de la Asamblea Nacional y al no haberse producido una elección presidencial reconocida como tal en 2018, el jefe del parlamento está llamado a ocupar el cargo vacante, aunque por los momentos «usurpado» por Nicolás Maduro. La tesis del Poder Legislativo se puso en práctica el 23 de enero.

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Guaidó ha sido reconocido como tal por más de 55 países, hasta el momento, y algunas instituciones como el Banco Interamercano de Desarrollo. Ha nombrado representantes diplomáticos en aquellas naciones donde su encargaduría es respaldada, y también ante la Organización de Estados Americanos. Ha designado directivas para Pdvsa y Citgo que trabajarán desde el extranjero. Pero aún no nombra gabinete ministerial ni ejerce las competencias formales del cargo que dice detentar.

Su labor al frente del parlamento tiene también frutos, aunque las leyes que del Legislativo salen son ignoradas por la burocracia del Estado que aún le responde a Maduro.

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Del seno de la Asamblea Nacional han surgido, en lo que va de año, el Estatuto para la transición democrática en Venezuela, la Ley de amnistía y de reconocimiento de todas las garantías de reinserción democrática para los funcionarios civiles y militares que colaboren en la restitución del orden constitucional en Venezuela y la Ley de migración de retorno, según la Gaceta Parlamentaria.

JuanGuaidó100días-cita5Otros instrumentos están en plena discusión, en la recta final para su aprobación. Por ejemplo, la Ley de recuperación de activos producto de la corrupción y una Ley de garantías laborales en el cese de la usurpación, que esperan por segunda discusión y aprobación final para dejar de ser proyectos y convertirse en realidad.

Además, la Asamblea Nacional ha producido no pocos acuerdos, incluyendo los que tienen que ver con la prohibición de envío de crudo a Cuba, la búsqueda del ingreso de ayuda humanitaria al país, así como el acompañamieto a víctimas de la crisis o de la represión oficialista, entre otros.

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En paralelo, el chavismo ha movido sus fichas. Mientras ignora todo acuerdo o decisión del Poder Legislativo -bajo el manido argumento del «desacato»- aumenta la presión contra Juan Guaidó. Una persecución jurídica que comenzó cuando la Fiscalía General congeló sus cuentas bancarias y le  prohibió salir del país. Esto no le impidió entrar por el Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar después de hacer una gira por Colombia, Brasil, Argentina, Paraguay y Ecuador.

Luego, quien detenta la Contraloría General de la República, Elvis Amoroso, lo inhabilitó políticamente por 15 años, bajo la sospecha de que los viajes del líder opositor al exterior no tenían autorización de la Asamblea Nacional (AN), y de supuestas “inconsistencias” y “gastos exagerados” en sus ingresos.

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Más adelante, y atendiendo a una resolución del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), la asamblea constituyente (ANC) allanó la inmunidad parlamentaria de Guaidó, dejándolo desprotegido frente a un posible juicio y arresto. El organismo encabezado por Diosdado Cabello se tomó así atribuciones exclusivas de la Asamblea Nacional, violando la Constitución de 1999.

Por si fuera poco, su entorno más cercano ha sido apuntado, literalmente. Roberto Marrero, uno de sus colaboradores, jefe de despacho de la Presidencia de la Asamblea Nacional, fue encarcelado y acusado de terrorismo. Un caso por el que se han comenzado a señalar a otros integrantes del círculo de Guaidó, incluyendo a su primo Juan Planchart.

JuanGuaidó100días-cita4Además de por quebrantar la prohibición de salida del país, el chavismo acusa al jefe del parlamento de traición a la patria, usurpación de funciones y apropiación indebida de bienes de la nación. Asimismo, Nicolás Maduro lo responsabilizó por el colapso del sistema eléctrico. Por dichos “crímenes”, el constituyente Gilberto Pinto dijo que a Juan Guaidó le espera la justicia “en un resort llamado Tocorón”, mientras que Iris Varela, ministra de asuntos penitenciarios, le prometió una “cálida celda” y muchos años de cárcel para pagar sus supuestos delitos. Han sido 100 días de antesala a un posible arresto que, ha dicho Tarek William Saab desde la Fiscalía, pudiera llegar «en su debido momento».

Juan Guaidó está de gira nacional. Allí donde ha aparecido en el interior del país, ha protagonizado multitudinarias concentraciones, como de tiempos de campaña electoral. En la capital, donde concentró su actividad de calle durante el primer trimestre, hubo desde grandes manifestaciones hasta dispersas concentraciones respondiendo a su llamado. “Cuando Guaidó llega a la presidencia de la Asamblea Nacional, inmediatamente hubo una situación de arropamiento y de demandar que se pusiera al frente del proceso que nosotros estamos viendo hoy en día”, dice politólogo Benigno Alarcón.

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El también director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) señala que hay una sinergia entre el movimiento que inició Guaidó y lo que la gente espera que ocurra. A su juicio, las movilizaciones ya no dependen enteramente de la convocación de un líder, sino de cómo se orquestan las expectativas de los ciudadanos. “Pareciera que el Gobierno juega más a apostar a un posible desgaste que a la represión como mecanismo de control de daño. Ya allí entra la capacidad que tenga Guaidó de mantener las expectativas altas y no permitir que eso ocurra. Y, por otro lado, ver hasta dónde el Gobierno logra mantener el control de la situación y evitar una escalada de la violencia”, expresa.

Pero considera que una privativa de libertad en contra del presidente del parlamento dispararía la escalada del conflicto. Coincide en ese punto con el politólogo Ricardo Sucre, quien afirma que la medida generaría un gran rechazo en la población. Advierte, no obstante, que “la protesta permanente en la calle no sobrevive. Con Guaidó puede ser diferente por ser presidente de la AN y quien encabeza todo esto, pero, hasta ahora, los antecedentes indican que no es así”, explica.

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Entonces, el gran reto será cómo se mantiene y coordina la lucha política sin la figura de un líder. “Le corresponde evitar que todo lo que ha construido se vaya al suelo por el arresto. Lo más probable es que se pierda un poco la coordinación, o que entre un desanimo”, puntualiza.

Por otro lado, el politólogo y abogado Ennio Cardozo afirma que, de concretarse las amenazas, el Gobierno quedaría aún más en evidencia en la violación de los DDHH y la ausencia del debido proceso en materia de inmunidad parlamentaria. En lo que a protestas se refiere, Cardozo considera que estas no ocurrirán porque las personas quieren regresar a casa y no exponerse a ser detenidas por cualquier delito sin un debido proceso jurídico, recibir agresiones físicas, o simplemente fallecer.

JuanGuaidó100días-cita3Asimismo, otro factor que toma en cuenta es la precaria situación de los servicios básicos. Cuando la población está más preocupada por subsistir, la política pasa a un segundo, tercero, e incluso cuarto plano. “Veo el temor presente en el ADN del venezolano. La gente sale a marchar últimamente, pero ¿por qué? Por la falta de luz, de agua. Ahorita sale cualquiera presentándose como un Mesías y lo van a seguir. Pero que realmente el venezolano salga a defender ese Mesías es la interrogante”.

“Yo no marcharía si meten preso a Guaidó. No obtendremos resultados, porque siempre nos dejan solos”, dice María Graterol. La estudiante de Periodismo de 19 años piensa que la oposición no es consistente con sus estrategias, no define claramente los objetivos de sus convocatorias, ni toma en cuenta los riesgos. “Al final, somos carne de cañón y no estoy dispuesta a morir por algo que no sé si funcionará”.

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Igualmente, Alexa Torres, de 32 años, cree que el Gobierno es capaz de todo para mantenerse en el poder, por lo que detener al presidente encargado no es una opción tan alejada de la realidad. Sin embargo, no saldría a protestar. “Si salgo, corro el riesgo de terminar en la cárcel. Sabrá Dios qué me puede pasar, porque el sistema judicial venezolano es sumamente perverso. Probablemente me convierta en una estadística, en un preso más, y sea olvidada por la sociedad”, asegura.

Alí Farfán saca el pecho y dice que sí estaría dispuesto a manifestar para que liberasen a Juan Guaidó. Tiene 65 años, ha asistido a todas las concentraciones de la oposición en los últimos meses y cree en la acción de calle para producir cambios. También Rodolfo Cárdenas saldría a protestar, pero no por Guaidó, sino por Venezuela. “No saldría por él porque seguimos igual. ¿De qué sirve decir que ‘vamos bien’, si seguimos muriéndonos de hambre?”, expresa. Con o sin líder, el taxista de 56 años quiere que la situación mejore, y considera que ello solo se logrará con la presión de los ciudadanos.

El antecedente Leopoldo López

Al pensar en la detención de Juan Guaidó, surge la interrogante de si se repetirá el mismo escenario de Leopoldo López, quien está preso desde 2014. En aquel momento, su entrega estuvo acompañada por cientos de simpatizantes. Y luego, por varios días, se extendieron las protestas exigiendo su liberación. Después mermaron. Cinco años más tarde, ya no existen. “Tengo la impresión de que no sería igual. El deterioro general de la vida es mucho mayor. No solo afecta a quienes están del lado de la oposición, sino también a los que están con el Gobierno y, sobre todo, a los responsables de llevar a cabo la represión. Es decir, los soldados”, señala el analista Alarcón.

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Pero las protestas no solo dependen de la acción ciudadana. También entran en juego la actuación de los partidos políticos de oposición y las decisiones que tomen. Julio Fernández es militante de Voluntad Popular (VP) desde 2012. Considera que el encarcelamiento del presidente interino aceleraría la crisis social y la salida de Maduro. De ocurrir, entonces el partido optaría por las convocatorias de calle y protestas pacíficas. Es la ruta planteada y que se seguirá esté o no Guaidó a la cabeza.

JuanGuaidó100días-cita2“Si llegan a tomar a Juan Guaidó preso, nosotros vamos a reaccionar llevando la gente a la calle. Esto que hacemos ahora, la Operación Libertad, es precisamente movilizar a la gente y mantenerla en la calle. Abrir la posibilidad de un paro nacional y así poder lograr el cese de la usurpación”, asegura Luigi Pulcini, coordinador del equipo municipal de activismo de VP en Ciudad Bolívar.

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Por otro lado, Luis Peche, quien milita en el partido desde 2016, piensa que la cohesión de la oposición es mayor en comparación a 2014. En aquel entonces, la hoja de ruta que estableció su tolda no fue respaldada por todos los partidos que conformaban la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). “VP tiene la responsabilidad de llevar la batuta y cuenta con el apoyo gracias a los acuerdos de gobernabilidad que se establecieron en 2015. Ahora las cabezas de los partidos están presentes para apoyar. Quizás no declarando, no estando todos los días, pero allí están y se suscriben a las palabras de Juan Guaidó”.

La reacción internacional

Uno de los principales aliados de Guaidó es la comunidad internacional. Más de 50 países lo reconocen como jefe de Estado. De entre todos, destaca el apoyo de los Estados Unidos, quien ya ha advertido, en boc a del asesor de seguridad nacional John Bolton, de la escalada del conflicto si le tocan un pelo al presidente de la Asamblea Nacional.

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Según Mariano De Alba, abogado especialista en Derecho Internacional, una detención en su contra “implicaría mayores sanciones. Aunque el protagonismo lo tendría inicialmente el gobierno de Estados Unidos, la privativa de libertad haría mucho más probable que países latinoamericanos y la Unión Europea también decidan hacerlo también”. Además, añade que existe la posibilidad de que la medida ocasione rupturas adicionales de relaciones diplomáticas, interrupción total de las relaciones económicas o de las comunicaciones, prohibición de utilizar sistemas financieros y sanciones secundarias a países que sigan teniendo relaciones comerciales con el régimen de Maduro.

Según el internacionalista Luis Daniel Álvarez, Nicolás Maduro tiene todas las de perder. Si encarcela a Guaidó, entonces desataría una situación que lo va a presionar mucho más. Pero si no lo hace, evidenciaría que no tiene ningún tipo de fortaleza, ni de control.

JuanGuaidó100días-cita1De igual modo, contempla el escenario de un mayor aislamiento petrolero. “La idea es terminar apartando a quienes tienen la usurpación. Pero es una opción mucho más fuerte, porque va a presionar a un sector que no tiene cómo responder, que no tiene cómo pagar los sueldos”, afirma. Y en caso de que ocurra, allí también entrarían en juego los intereses de China y Rusia, quienes esperan por los pagos de Venezuela en sus respectivas deudas. Por ello, el profesor Álvarez estima que, actualmente, el régimen no cuenta con ningún aliado cercano.

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Otra gran duda es si la encarcelación del presidente encargado daría pie para una intervención militar extranjera. A juicio de De Alba, la opción no es probable. “Todavía la situación en Venezuela no se percibe como prioritaria para la gran mayoría del electorado estadounidense y ese es un asunto que seguro considera también la Casa Blanca, en un momento donde ya ha empezado la campaña electoral para la reelección en 2020”.

Sobre el tema, Álvarez menciona que se han vendido ilusiones respecto al Artículo 187.11 de la Constitución. El internacionalista explica que su función es permitir que vengan misiones militares diplomáticas, al igual que Venezuela pueda mandar y acreditarlas en las embajadas. Ofrecerlo como un permiso para el ingreso de tropas extranjeras en el territorio es erróneo. Asimismo, agrega que las decisiones militares no le competen exclusivamente a la presidencia de EEUU, sino también al Congreso, donde Donald Trump no tiene el control absoluto.

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